Quinto Domingo de Pascua: SEGUIR EL CAMINO

Descargar – En este Quinto Domingo de Pascua, el itinerario “Abrazos y Ritmos de Vida” nos propone SEGUIR EL CAMINO

 

Canción: CAMINO, VERDAD Y VIDA

Salomé Arricibita

 

Levantarse cada día y respirar
buscar lo bueno, la luz, lo bello... lo bello
aquietar nervios, acallar miedos
confiar en lo bueno que vendrá
elegir mirar al otro con bondad
son camino y vida llenos de verdad.

Tropezar, equivocarse y comenzar
hacer borrón y cuenta nueva una vez más... una vez más
dejar que tu abrazo nos cure las heridas
alzarse de nuevo después de una caída
mirarnos en tus ojos que no dejan de esperar
son camino y vida llenos de verdad

CAMINO QUE RECORRER ACOMPAÑADOS
VERDAD QUE NOS ORIENTA A CADA PASO
Y VIDA... ESA VIDA, QUE ALIGERA LOS PELDAÑOS
QUE SUBIMOS POCO A POCO DE TU MANO
CAMINO, VERDAD Y VIDA, DERROCHADOS, REGALADOS
RECIBIDOS, SIN QUE TU NOS PIDAS NADA A CAMBIO
CAMINO, VERDAD Y VIDA SIN FIANZAS, SIN ENGAÑOS
CAMINO, VERDAD Y VIDA PARA TODOS... A TU LADO

Quiero hacer de Ti mi Camino
quiero alimentar mi alma con tu Verdad
quiero sentir que la Vida eres Tú
enciende mi luz y mi vida, Jesús

 

Evangelio: Juan 10,1-10

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

—No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias si no, os lo había dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

Tomás le dice:

—Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?

Jesús le responde:

—Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.

 

Reflexión

 

“Yo soy el camino”. El problema de no pocos no es que viven extraviados o descaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

Y, ¿qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

“Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el miste-rio último de la realidad.

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.

“Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.

 

Oración

 

Yo soy el camino, la verdad y la vida...
y aquí me tienes.

Un camino que recorrer,
una verdad por anunciar,
una vida para darse.

Yo soy el camino.
Y si me andas, te garantizo cansancio,
horas de flaqueza,
encrucijadas difíciles,
pero también compañeros,
reposos, risas y un horizonte infinito.

Yo soy la verdad.
Si me proclamas, te señalarán,
entre la incredulidad y la mofa,
entre la incomprensión y el rechazo,
pero también sentirás que cantas,
resucitas y anuncias un milagro.

Yo soy la vida.
Si me vives, tendrás lucha, miedo y cruz,
pero también bienaventuranza,
perdón y resurrección.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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