Vuelta a la celebración del Domingo en comunidad

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

El pasado mes de marzo se decretó la dispensa del precepto dominical a causa de la pandemia para los fieles de la Diócesis de Palencia. Pasado el Estado de Alarma y con la vuelta paulatina a muchas actividades de la sociedad, entre ellas el culto, respetando las normas sanitarias e higiénicas en vigor, aunque en algunos lugares de España se han dado rebrotes, se restablece en la Diócesis la obligatoriedad del precepto dominical y en los días de fiesta de precepto señalados en conformidad con el canon 1247.

Se recuerda que en caso de ausencia del sacerdote o el diácono o de causa grave, en conformidad con el canon 1248 &2, no obliga el precepto, y se recomienda que las personas que están en estas circunstancias -por ejemplo, enfermos, personas que cuidan a enfermos o ancianos, por razón de trabajo, por las necesidades familiares o de una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical, procurando no ser en esto de manga ancha: “El amor a la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor cultiva el justo trabajo” (San Agustín), etc.- se dediquen un tiempo a la lectura de la Palabra de Dios, particularmente el Evangelio del domingo y a la oración personal o en familia. Respecto al trabajo, se recuerda que debemos abstenernos de trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor y la práctica de las buenas obras de misericordia.

Se recomienda a los sacerdotes que expliquen el sentido del domingo. Es un día lleno de sentido para el cristiano porque es el día de la celebración semanal de la Pascua del Señor, el día de la Resurrección y del don del Espíritu Santo, el día de la nueva creación, el día de la iglesia, el día de la asamblea eucarística, el día de la alegría y de la solidaridad, el día de la catequesis, el día de la misión, el día de la gracia y del descanso del cuerpo y del espíritu, día de disfrutar del tiempo libre y poder cultivar la vida familia, cultural, social y religiosa; es día propicio para la reflexión, de silencio, de cultura y meditación favoreciendo así el crecimiento de la vida interior y cristiana. No insistir en que es una obligación, percibida muchas veces sin sentido, sino explicando el por qué nos reunimos y participamos con quienes formamos la Iglesia por amor al Señor y a los hermanos.

La práctica de participar en la Eucaristía dominical se remonta a los comienzos de la edad apostólica. Es el día en que, comunitariamente somos invitados por aquel que es más que nadie, más que cualquier autoridad terrena, por el Padre a reunirnos como hijos y hermanos en Cristo, alimentarnos con su Palabra y con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y darnos su Espíritu. Si nos invitara el papa a comer, seguro que íbamos; pues Jesús es más que el papa.

Recomendamos fomentar la formación de los participantes con catequesis adecuadas sobre la asamblea y la eucaristía, la formación de un grupo de liturgia, si es posible, la creación de un pequeño coro, la preparación en grupo de la misma, la búsqueda creativa para hacer las celebraciones más fraternas, no anónimas, incluso, si es posible, saludando a todos los fieles a la entrada o a la salida, dialogando con los mismos o tomando un pequeño ágape, aunque suponga reestructurar los horarios para no ir deprisa y corriendo de parroquia en parroquia, donde también se puede ir entre semana. Se construye comunidad no solo con la celebración eucarística, sino además encontrándose sin prisa en diálogo con el pueblo sobre temas de actualidad o de interés para el pueblo, conviviendo con las personas.

Como material para formarnos en el sentido del domingo recomendamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica, números 2168-2195, la Carta Apostólica de san Juan Pablo II, Dies Domini, de 1998.

 

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