1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Dichosos vosotros” o, “¡La santidad, un gran valor!”.
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. La celebración de Todos los Santos nos sitúa a las personas “bautizadas en Cristo”, ante el mejor horizonte de nuestra esperanza: “Vivir en comunión para siempre con el Dios que nos ama”. Al mismo tiempo nos expone que el ideal de la santidad es alcanzable para todos, porque los santos no fueron ni son de una pasta diferente a la de cada uno de nosotros.
Con gran satisfacción recordamos al inmenso número de hermanas y hermanos, que se han esforzado por vivir honradamente, cumpliendo, en la medida de sus posibilidades, la voluntad de Dios, en el camino de las Bienaventuranzas. Es lo que vamos a escuchar en el Evangelio: Las bienaventuranzas, son “Buena Noticia” para los que creen que el Reino de Dios es posible y ponen todo de su parte para hacerlo realidad.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos a Dios, el Santo entre los santos.
Acto penitencial
Tú, que proclamas dichosos a los pobres y misericordiosos: Señor, ten piedad.
Tú, que proclamas dichosos a los que trabajan por la paz y a los que sufren por la justicia: Cristo, ten piedad.
Tú, que proclamas dichosos a los limpios de corazón: Señor, ten piedad.
Gloria
Oración. Padre bondadoso, que haces santos a quienes trabajan por tu Reino, concédenos, al celebrar la fiesta de esta multitud de hermanos y hermanas que lograron alcanzar la meta, no desanimarnos nunca en el empeño por la llegada de tu Reino. Por J. N. S. Amén.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. El libro del Apocalipsis presenta una visión profética y triunfal del pueblo de Dios. Antes o después, el Reino de Dios será una gozosa realidad.
La segunda lectura nos recuerda hasta qué extremo llega el cariño de Dios: Nos ha hecho hijos suyos sin mérito alguno por nuestra parte. Si permanecemos fieles a esta vocación divina, seremos felices para siempre.
El plan de Dios es que seamos dichosos, bienaventurados, santos, según el ideal de Jesús que proclamamos hoy.
Lecturas. Ap 7,2-4.9-14. Salmo o canto. 1 Jn 3,1-3. Aclamación (Aleluya) Mt 5,1-12a. (breve silencio)
Comentario homilético. La imagen más entrañable del Pueblo de Dios que podamos imaginar es una muchedumbre de hermanas y hermanos en paz y en gracia de Dios, llenos de vida y festejando que se quieren... esa es la vida en Dios “La santidad”. Porque los santos, con su recorrido humano a imagen de Jesús, son el mejor exponente de nuestra Iglesia, los que revelan y acercan el ideal de Jesús.
La santidad es una vocación, un don del Espíritu, que conmueve desde los cimientos del ser y dinamiza hasta lo insospechado. Pero también es una tarea responsable por parte de cada uno, en colaboración con el Espíritu que actúa y ora en nosotros.
Dios quiere que vivamos felices y, el mejor modo de conseguirlo es la fidelidad al sueño de su amor: Él nos soñó felices, santos. Pero hemos dicho que también es una tarea, una responsabilidad personal, porque nadie puede suplirnos en esta dimensión, aunque tenga también un aspecto comunitario.
Es, la santidad, un valor al que todos debemos aspirar. Este valor ha de adornar la vida de todos los seguidores de Jesús y la de todos los hombres y mujeres, porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y Él nunca nos pide imposibles, cuando espera algo de nosotros, nos ofrece siempre los medios necesarios para conseguirlo; hoy nos muestra el camino de las bienaventuranzas. Son motivaciones cargadas de razón, caminos de vida acertada, un resumen impresionante de las opciones y las actitudes que hacen grande a Jesús y a sus seguidores.
Para Él, ser santo, coincide con el cumplimiento de la voluntad de Dios. Así lo expresa en su oración. Por tanto, es más que un sentimiento o un deseo. El cumplimiento de la voluntad de Dios se manifiesta sobre todo con obras; la vida misma es el crisol de la santidad.
Para nosotros la santidad se concreta, también, en el seguimiento de Jesús, en vivir con unas actitudes y unos compromisos semejantes a los suyos; entre otros, los que recogen las bienaventuranzas. Este es el talante radical y característico de los hijos de Dios.
En resumen, la fiesta de hoy tiene un doble objetivo: Celebrar la santidad de Dios y la de tantos hombres y mujeres que embellecen la historia de la Iglesia, y avivan en nosotros el deseo de trabajar por el Reino, viviendo en la onda y al ritmo del Dios trinitario. (silencio de interiorización)
Credo
Oración de los fieles
Oremos por la Iglesia, para que sea fiel al espíritu de las bienaventuranzas, roguemos al Señor.
Oremos por todos los que hacen posible el Reino de Dios, roguemos al Señor.
Oremos por los que buscan con sinceridad a Jesús, el Señor resucitado, para que reciban el don de la fe, roguemos al Señor.
Pidamos por todos los cristianos y cristianas, para que trabajemos con esmero el ideal de la santidad, roguemos al Señor.
Oremos por todos los que queremos ser buenas personas y nos vemos llenos de defectos, para que esta celebración nos estimule a la auténtica conversión, roguemos al Señor
Oremos por todos nuestros seres queridos, para que sus trabajos, sus desvelos, su entrega generosa en favor de sus familias y su fidelidad en la fe hasta la muerte, Dios se lo haya premiado con la “Corona de la Vida”, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Cuando el Reino de Dios alcance su plenitud, celebraremos todos juntos la gran fiesta de los bienaventurados. Mientras llega ese momento, la comunión con Jesús es alimento y aliciente.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Te damos gracias, Padre bueno.
Y te bendecimos con todo nuestro ser porque eres santo.
Eres modelo de bondad y perfección para todos nosotros.
Tu santidad se concreta en amor generoso a toda criatura,
comprensión y misericordia par los más débiles.
Como un reflejo de tu amor has creado el universo;
te preocupas de las personas y de las cosas,
haces salir el sol sobre malos y buenos
y colmas todo de gracia y de ternura.
Bendito seas, Padre, por el Hijo que nos has dado, Jesucristo;
con ÉL, nos has reconciliado,
por Él, has restablecido tu imagen en nosotros.
Bendito seas por el Espíritu que habita en nuestro interior
y derrama tu amor en nuestro corazón.
Llenos de alegría y reconocimiento te alabamos;
y unidos a todos los que experimentan a diario tu amor y tu perdón,
proclamamos tu gloria y tu santidad diciendo a una sola voz: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión
Acción de gracias
Te damos gracias, Padre, por pertenecer a esta comunidad donde nos sentimos hermanos e hijos tuyos.
Te damos gracias porque nos ayudas a ver el significado profundo de la vida, incluso en estos tiempos de nieblas e incertidumbre.
Te sentimos de nuestra parte. Nos comprometemos a amar de corazón, a ser pacíficos, sencillos, misericordiosos; a construir vida y compartir desde los valores que tenemos.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Ser santos poniendo en el centro las Bienaventuranzas.
Oración después de la comunión (se toma del misal)
Bendición
Monición final. Entre el mejor de los sueños y la dura realidad, en que a menudo tenemos que llevar adelante nuestra vida, está la apuesta esperanzada por los valores de las Bienaventuranzas. Hagamos todo lo posible por acercarlas a nuestros ambientes. Los santos, “de la puerta de al lado”, los de carne y hueso como nosotros, nos aseguran que es posible hacerlo.
Canto final y despedida.