El título de este artículo encabeza también el documento de la Acción Concertada de Justicia y Paz de Europa para los años 2023-2024. Urge hacer frente a tantas crisis que nos golpean en cualquier lugar de nuestro mundo globalizado pero a la vez tan dividido y fragmentado. Confiamos no obstante en que la humanidad encuentre los recursos materiales y espirituales para reconectar este mundo y reconstruir un orden judicial, político y económico en que el compartir fraternamente sea el rasgo fundamental. “La ayuda mutua entre países en realidad termina beneficiando a todos. Necesitamos desarrollar esta conciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie” (Cf. la Enc. Fratelli Tutti del Papa Francisco, nrs. 137-138).
Educar es un proceso complejo. Siempre se pone en juego el protagonismo del niño o niña, del adolescente, del joven o del adulto de cualquier sistema educativo. Éstos nos son sujetos pasivos sino que deben situarse en el centro de todo este proceso. Esta idea subyace en el “Pacto educativo Global” que el papa Francisco ha propuesto para esta sociedad global del siglo XXI; la persona siempre en el centro.
El cristiano debe reivindicar un estatus de lo religioso en la sociedad en general, como respuesta a las preguntas de sentido que al hombre le lanza la realidad natural y social. Para todos los hombres la vida debe estar orientada a favor de una sociedad más justa, solidaria y posibilitadora de la plena realización de todos los hombres y culturas.
San Pablo escribe en su Carta a los Romanos: “no os ajustéis a este mundo sino transformaros por la renovación de la mente para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios” (Rm 12,42). La situación actual en el mundo nos invita a desarrollar una mirada crítica a nuestra sociedad, re-activarnos como cristianos, salir de la perplejidad que nos paraliza tantas veces. “Levántate” dice Jesús, también a nosotros hoy. Fácilmente caemos en la trampa de “habriaqueísmo”, quejándonos sobre el rumbo de las cosas pero sin hacer nada (cf. Evangelium Gaudium, 96) .
“Vive de acuerdo con la naturaleza porque de este modo obrarás correctamente”. Este pensamiento del filósofo estoico Cleantes de Aso, vuelve a situarnos en el debate sobre la naturaleza y el ritmo natural de las cosas de la vida. La pandemia, curiosamente, nos ha traído como beneficio la valoración de lo cercano y un redescubrimiento del valor de la naturaleza.
Cada 22 de abril se conmemora, a nivel mundial, el Día de la Tierra. Alguna vez nos preguntamos, ¿qué significa ese día? ¿Y a qué nos condiciona? Se nos nombró custodios y administradores de ella, pero ¿realmente lo hacemos?
Es una necesidad imprescindible en cualquier organización humana la existencia de un liderazgo, y el dictado por quien lo ostente de las directrices que emanan de su responsabilidad. Por eso cualquier sociedad, grupo, empresa, organismo administrativo, etc., y el propio Estado necesitan unos rectores (líderes) que cumplan dicha función.
El Papa Francisco en el Encuentro Interreligioso celebrado el 4 de febrero 2021 en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, nos ha transmitido a todos los católicos y al resto de las religiones un claro ejemplo de fraternidad. Una llamada a la justicia social donde la oración tenga un papel esencial. Un rechazo a todo extremismo religioso y toda violencia ejercida en nombre de Dios.
Ninguna duda. Nuestros jóvenes de hoy construirán el planeta del mañana. Por eso la educación está en el punto de mira de esta pandemia. Los que diariamente compartimos el aula con ellos, vemos cómo les está afectando. Sería demoledor que perdiéramos la capacidad de “compasión” que hace posible la conexión empática con ellos y entre ellos y se diluya, por consiguiente, su capacidad de sintonizar con la realidad. Por eso el tema tiene su calado ya que nos estamos jugando el tipo de sociedad y de humanidad que queremos para el futuro.
La modernidad nos enseñó a orientar nuestra vida mirando hacia el futuro, pues se suponía que la ciencia lo predecía y la tecnología lo controlaba. Pero la crisis del COVID-19 nos ha recordado nuestra vulnerabilidad, la imposibilidad de protegernos de todo. Como seres humanos somos animales racionales y, por definición, vulnerables, susceptibles de daño y sufrimiento, de placer y de dolor, de ser heridos.
En psicología, se define la resiliencia como la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, en definitiva, capacidad de afrontar la adversidad. Si desde hace un par de años venimos sufriendo la pandemia del coronavirus, ahora se plantea un nuevo reto ante la incipiente guerra en Ucrania, que ha golpeado nuestras vidas y nos ha sumido en una especie de estupor aún por asimilar.
Es evidente para todos que vivimos en un mundo en crisis, tanto social, como política o económica; como afirma el Papa Francisco, estamos inmersos en un cambio de época, de la que todos somos conscientes.
Un famoso filósofo británico sostenía en una frase célebre que “el hombre es un lobo para el hombre”. Pero en otra frase menos conocida decía que “la ley primera y fundamental es buscar la paz”. Parece que nosotros los seres humanos nos movemos continuamente entre estas dos orillas, entre la guerra y la paz.