El cristiano y la política

El cristiano y la política

El cristiano debe reivindicar un estatus de lo religioso en la sociedad en general, como respuesta a las preguntas de sentido que al hombre le lanza la realidad natural y social. Para todos los hombres la vida debe estar orientada a favor de una sociedad más justa, solidaria y posibilitadora de la plena realización de todos los hombres y culturas.

Puede contribuir a definir y afianzar los valores éticos que hoy día se están perdiendo o desdibujando con el concepto de relativismo moral reinante. Frente a acciones que pueden ser consideradas “tolerantes” debe imperar el sentido de lo correcto, que no dependerá de distintas situaciones o culturas, sino que corresponde a verdades universales, como son la justicia, la sinceridad, la honestidad, la defensa de la vida, la dignidad humana y la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

Para ello, debe promover los valores cristianos de generosidad, austeridad, sobriedad de vida, vivencia del presente en aras de un futuro mejor para todos. Nos toca mostrar en la vida social, cultural y política que la fe permite leer de una forma nueva y profunda la realidad y transformarla; que la esperanza cristiana amplía el horizonte limitado del hombre y le proyecta hacia la verdadera altura de su ser, hacia Dios; que la caridad en verdad es la fuerza más eficaz capaz de cambiar el mundo; que los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia – el bien común, el destino universal de los bienes , la subsidiaridad, la participación en la vida cultural , económica, política y social, la solidaridad – son de gran actualidad y valor para la promoción de nuevas vías de desarrollo al servicio de todos los hombres.

En suma, ante un panorama político mediocre y partidista que utiliza la crispación y la descalificación del adversario político como estrategia fundamental, los cristianos debemos siempre tener presente a Cristo como camino, verdad y vida. Y desde nuestras convicciones religiosas y humanísticas contribuir con propuestas constructivas a un mundo más justo y fraterno, a una vida política basada en el respeto mutuo, a una búsqueda sincera y fructífera de acuerdos en materias que nos conciernen a todos.