Asamblea sinodal de la Iglesia en España

El pasado sábado, 4 de mayo, se celebró en la sede de la Conferencia Episcopal Española la reunión de la Asamblea sinodal de la Iglesia en España con la participación de los representantes de los grupos sinodales en las diócesis, las congregaciones religiosas y otras instituciones eclesiales. Una Asamblea en la que participaron Macu Martín y Miguel Pérez, miembros del Equipo Sinodal de nuestra Diócesis de Palencia.

Esta Asamblea se ha celebrado entre las dos sesiones de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo que tienen lugar en Roma en octubre de 2023 y octubre de 2024 y ha tenido como objeto presentar y trabajar el documento «Hacia octubre de 2024».

La reunión fue presidida por Mons. Luis Argüello y por el coordinador del equipo sinodal de la CEE, Mons. Vicente Jiménez. El secretario de este equipo, Luis Manuel Romero, actuó como moderador, además de hacer la presentación.

El encuentro comenzó con la oración dirigida por María José Tuñón y con el saludo de Mons. Vicente Jiménez, que recordó que una Asamblea sinodal «es un momento de gracia en el que el Señor pasa por nuestras Iglesias y tira de ellas hacia adelante, abriendo caminos de futuro y rutas de renovada esperanza».

 

Videoconferencia de Mons. Luis Marín

Al comienzo de la reunión participó, por videoconferencia, Mons. Luis Marín, subsecretario del Sínodo de los Obispos en Roma quien manifestó su alegría por hacerse presente en esta jornada: «formáis sin duda un grupo motivado, generoso, implicado, una semilla de Dios que sin duda genera vida» y agradeció el trabajo ilusionado de todos los que forman la Asamblea. También señaló que «la sinodalidad se orienta a vivir coherentemente nuestra fe, qué es lo que nos pide el Espíritu para este tiempo aquí y ahora». En su intervención, Mons. Marín señaló tres indicaciones para este tiempo de gracia y de bendición:

• Dejad entrar al Espíritu Santo, él es quien guía y renueva. El necesario profetismo solo es posible si se cuida la dimensión orante.

• Hablad, no desde la teoría, sino desde la experiencia. Debemos ir a lo concreto. La sinodalidad no es teoría es vida.

• Recordad que el proceso sinodal se orienta a la evangelización, a testimoniar a Cristo en nuestro mundo actual, en nuestra sociedad de hoy, con toda su compleja realidad.

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Hacia octubre de 2024

El documento de trabajo «Hacia octubre de 2024» ha sido elaborado por la Secretaría del Sínodo de la Conferencia Episcopal a partir de las aportaciones de los grupos sinodales de las diócesis, congregaciones y otras instituciones eclesiales. María Dolores García y Olalla Fernández lo presentaron a la Asamblea.

Según señalaron, se han recibido aportaciones de 54 diócesis y una veintena de instituciones eclesiales como CONFER, los diversos movimientos de Acción Católica, FRATER, Manos Unidas, etc. También se solicitó a los grupos sinodales ejemplos de «buenas prácticas» en el desarrollo de la dinámica sinodal.

 

Al analizar la primera parte del Informe de Síntesis, El rostro de una Iglesia sinodal, que se apuntaba en el Informe de Síntesis de la primera sesión del sínodo, los grupos sinodales han señalado dos prioridades:

• Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana.

• Los pobres en el camino de la Iglesia.

En relación a la primera, partiendo de que todos formamos parte de la comunidad, todos somos responsables de la evangelización, se hace necesario que la iniciación cristiana y el primer anuncio deben complementarse, renovarse, ser entendidos como procesos de maduración en la fe. El objetivo es pasar de un «cristianismo sociológico» a una fe en Jesús descubierta.

En relación a la segunda, se parte de la conciencia de la predilección de Jesús por los pobres, y en razón de la coherencia evangélica entre lo que pensamos, los que decimos y lo que obramos. Debemos hacerlos protagonistas de su historia de fe y salvación y, al mismo tiempo, denunciar las causas de la pobreza y descubrir las nuevas pobrezas.

 

En relación a la segunda parte del documento de síntesis, Todos discípulos, todos misioneros, se señalan también dos prioridades:

• Las mujeres en la vida y en la misión de la Iglesia

• La Iglesia es misión

Estas aportaciones parten del reconocimiento de la igual dignidad que nace del Bautismo y de la presencia de la mujer en los momentos importantes de la acción de Jesús en los Evangelios. Buscar así ofrecer un rostro adecuado de Dios y una presencia activa en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia.

En relación a la Iglesia como misión, se considera que este es un tema transversal en el informe de Síntesis, la misión es para todos y puede centrarse en tres puntos: el cuidado de la familia, el cuidado de los jóvenes y el compromiso de los fieles laicos en la sociedad. La vida consagrada y las asociaciones laicales son un signo profético de esta misión de la Iglesia.

En relación a la tercera parte del documento de síntesis, Tejer lazos, construir comunidad, se afirma que la escucha, la acogida y el acompañamiento son elementos fundamentales para una Iglesia sinodal en misión. Esto precisa de comunidades abiertas y con capacidad de acogida por lo que hay que estar atentos a la realidad que nos rodea y procurar crear espacios donde acoger a todos, creyentes y no creyentes.

 

A partir de este seguimiento del dinamismo sinodal, el documento de trabajo que se ha presentado, responde a tres preguntas:

• ¿cómo se puede potenciar la corresponsabilidad diferenciada en la misión del pueblo de Dios (laicos, vida consagrada, ministerio ordenado) en tu realidad eclesial?

• ¿qué modos de relación; estructuras, procesos de discernimiento y decisión respecto a la misión permiten reconocerla, configurarla, promoverla? propuestas concretas.

• ¿qué ministerios y órganos de participación pueden renovarse o introducirse para expresar mejor la corresponsabilidad?

En relación a la primera, el documento apunta plantear la vida de la Iglesia como una gran familia donde la diversidad de vocaciones son una riqueza que implica una gran complementariedad. Se hace especial mención de la necesaria corresponsabilidad que implica formación, acogida, escucha y ejercicio de la autoridad desde el servicio.

Sobre los modos de relación, se insiste en la necesidad de la escucha, la acogida y el acompañamiento especialmente a todas las distintas realidades que componen la Iglesia. También se apunta la necesidad de establecer procesos de discernimiento a la luz de la Palabra de Dios y con el método de la conversación en el Espíritu.

Por último, en torno a la renovación de ministerios y órganos, se señala la importancia de la renovación de los consejos pastorales y económicos. Para su buen funcionamiento sería preciso que funcionen con espíritu sinodal, renovando y ampliando el número de sus miembros, y que crezcan en comunicación interna y externa. En relación a nuevos ministerios se propone la creación de los ministerios de acogida, escucha y acompañamiento, así como los grupos de acción pastoral y de evangelización en las parroquias y arciprestazgos. También el desarrollo de mecanismos o estructuras que posibiliten la evaluación del trabajo pastoral y de las personas que lo realizan.

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Comunicación de experiencias y diálogo sobre el documento de trabajo

El documento de trabajo «Hacia octubre de 2024» está abierto. Por eso, en la segunda parte de la Asamblea se dedicó un tiempo para el diálogo sobre el texto. El obispo de Solsona, Mons. Francisco Conesa, padre sinodal, actuó de moderador para ir dando voz a todos los participantes que han querido hacer sus indicaciones para sumar a este texto.

Con estas aportaciones y sugerencias, como indicó Mons. Conesa, se va a enriquecer el documento. También se van a incluir las reflexiones que lleguen estos días al equipo sinodal. Una vez recopiladas, se incorporarán antes de su envío a la Secretaría General del Sínodo.

Pero antes de este diálogo, se presentaron distintas experiencias sinodales.

Miguel Ángel González Sáiz, de la diócesis de Coria-Cáceres, es párroco en un barrio marginal en Cáceres y también de un pueblo de 500 habitantes (Salorino). En esta Asamblea ha representado a los párrocos españoles que han participado en el Encuentro Internacional de Párrocos para el Sínodo que se ha celebrado en Sacrofano (Roma) del 28 de abril al 2 de mayo.

Miguel Ángel contó su vivencia. Una vivencia, confesó, que comenzó antes de ir, compartiendo con sus «parroquianos» el gozo del anuncio de haber sido elegido para representar a la CEE en este Encuentro.

De sus días en Roma destacó la vivencia profundamente espiritual, en la oración. Y la experiencia de universalidad y fraternidad con los sacerdotes de todas las partes del mundo. «La guinda», después de los días previos de trabajo, fue la audiencia con el papa Francisco, que firmó la carta en la que pide a todos los párrocos del mundo trabajar por la sinodalidad. También aprovechó su intervención para dejar otro llamamiento del Santo Padre, potenciar la sinodalidad en la Iglesia en España. Para ello propuso generar espacios para hablar y compartir, «para poner en común la vida».

Enélida Hernández fue sido la encargada de presentar la experiencia de buenas prácticas de la diócesis de Canarias, donde los objetivos de la Asamblea sinodal diocesana ya se recogían en el Plan diocesano de Pastoral: «crecer en sinodalidad para revitalizar la misión de la Iglesia».

El eje de la Asamblea giró en torno al interrogante: ¿Cómo estoy yo y mi comunidad en sinodalidad? Se trabajó, para empezar, con una preparación personal y luego, se pasó a nivel de comunidad. Un trabajo que permitió medir el termómetro de la sinodalidad en la diócesis. Como resultado, se concretó que la escucha y el diálogo son la base para caminar juntos. De hecho, en la escucha se centrará el trabajo del próximo año.

José Miguel Sopeña, hijo de la caridad y sacerdote de la parroquia San Miguel Arcángel de Getafe, contó en la Asamblea la experiencia de buenas prácticas parroquial.

El proceso sinodal, destacó, «ha entrado muy bien» en su parroquia porque llegó cuando ya trabajaban sobre cómo fortalecer nuestra fe. El trabajo se realizó desde tres aspectos centrales: tomar conciencia de revitalizar la experiencia comunitaria y misionera en la parroquia, participación comprometida entre las parroquias del arciprestazgo y apertura al barrio para crear tejido social.

Además, intervino la hermana Xiskya para contar la experiencia del Sínodo digital. Los datos de «escucha» en el ambiente digital, que ha llegado a ciento diez mil personas de 115 países, constatan la importancia de esta vivencia.

También señaló que «estamos perdiendo fieles» y que estos fieles «están conectados a la red». Por eso, destacó su importancia para llegar a los más alejados y para evangelizar a las personas «que no van hoy a la Iglesia». Y por eso, además, reclamó formación para los «misioneros digitales».

La importancia de la experiencia del Sínodo digital se plasmó en los cuatro grupos en los que se ha trabajado.

 

Eucaristía de clausura

La Asamblea concluyó con la celebración de la Eucaristía presidida por Mons. Luis Argüello, que en su homilía señaló que «la Eucaristía nos hace caer en la cuenta de que la Iglesia, en tanto Iglesia sinodal, no ha salido a dar una vuelta, sino a realizar una peregrinación hacia el Cielo. Una peregrinación en la que canta gloria a Dios y anuncia este cántico a quien quiera escucharlo».

El proceso sinodal «nos ha permitido sacar brillo a lo que significa nuestra común vocación bautismal». «El Sínodo en un coloquio entre camino -Bautismo- y mesa -Eucaristía-», matizó el presidente de la CEE. Un coloquio en el que aparecen los diversos lugares donde se sitúa cada uno, la responsabilidad diferenciada: los pastores, los hermanos de especial consagración y el pueblo de Dios.

«Somos un pueblo débil, pero estamos, sin duda, siendo agraciados por una siembra. Y queremos compartir y sembrar, porque la sinodalidad no es un tema, sino una forma de ser. Es la Iglesia que camina y se reúne, la Iglesia del Cenáculo y de la salida apostólica», concluyó Mons. Argüello.

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