Palabra y Vida - “Invitados a subir”

En el segundo domingo de Cuaresma se nos invita a subir al monte Tabor. El Señor, como entonces a sus discípulos, nos propone esta ascensión para que, dejando la llanura del ajetreo diario, tengamos un tiempo especial para estar junto a Él. Jesús tuvo un especial interés en invitar a Pedro, Santiago y Juan y tiene hoy ese mismo interés en invitarnos a nosotros como discípulos suyos a iniciar un camino hacia las alturas para contemplar su gloria. Privilegio que concede a unos pocos, a sus amigos. No olvidemos que la Cuaresma es un camino hacia el monte santo de la Pascua. Por eso, en este tiempo de gracia, necesitamos momentos de contemplación, de admiración, de experimentar la gloria de Dios. Se nos propone un tiempo y un espacio de dejar nuestras cosas para oír la palabra de Dios y saborear su presencia.

 

Invitados a caminar

El papa Francisco ha comentado este texto de la Transfiguración en el mensaje cuaresmal de este año. Explica cómo en la Cuaresma se nos propone un camino a recorrer con el Señor que debemos hacer y vivir en clave de sinodalidad, en clave de caminar juntos. Este proceso sinodal, que estamos celebrando, necesita de estos momentos de escuchar al Señor, de estar junto a él, de sorprendernos y emocionarnos al ver su gloria. Experiencia en la que sepamos disfrutar y sea gratificante para nuestra vida. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios que acentúe que Jesús, el Señor, es el Hijo predilecto del Padre. Esta invitación nos descubre el aspecto profundo y trascedente de la persona de Jesús: su divinidad.

Pedro quiere quedarse arriba, le agrada el lugar y está a gusto. Jesús no le permite hacer tiendas y descansar, sino que le propone de nuevo seguir el camino, un camino que tiene como meta y destino Jerusalén. Los discípulos aceptan. La experiencia vivida junto al Señor tiene como razón darles fuerzas para caminar.

 

Razón de la transfiguración

Una semana antes de la subida al Tabor, Jesús en una conversación con sus discípulos en el camino les había insinuado su muerte en Jerusalén. Los discípulos reaccionaron mal. No querían aceptar esa realidad del Señor. No entraba en sus planes que todo su proyecto se viniera abajo.

El papa san León Magno decía que “la razón de la transfiguración era entender el escándalo de la cruz, preparar el corazón de sus discípulos para que al verlo morir en la cruz recordaran su gloria”. Jesús al mostrarse ante ellos como Hijo de Dios les hacía entender que su muerte no era por debilidad sino por su grandeza de dar su vida por ellos. La débil fe de sus discípulos se fortalecería y no se escandalizarían. Si no queremos escandalizarnos de Dios, de su tantas veces inexplicable actuar tenemos que habernos empapado muchas veces de su gloria. Tenemos que haberle contemplado en las alturas. Debemos haber experimentado, como Pedro, la sensación de bienestar a su lado. Solo después de esa experiencia, cuando las cosas vayan mal, no nos escandalizaremos, seguiremos fieles al Señor. De hecho, los tres discípulos que tuvieron la suerte de vivir la experiencia del Tabor adquirieron un especial compromiso a la hora de vivir su seguimiento al Maestro.

A Pedro, el propio Señor le constituyó como el jefe de los apóstoles. A Juan, el discípulo a quien Jesús amó con especial afecto, lo sentó a su costado en la última cena y su hermano Santiago fue el primero de los doce que sufrió el martirio, el año 62 d.C.

En esta cuaresma aceptemos la invitación del Señor de contemplar su gloria. Tengamos tiempo para estar con él y saborear su presencia. Descubramos la necesidad de vivir esta experiencia de gloria. Hagamos el esfuerzo de subir al tabor de la Eucaristía, de la oración y gustar de la gloria de Dios.

 

Comentario al Evangelio del 5 de marzo de 2023, por José María de Valles, delegado diocesano de Liturgia. Emitido en “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Palencia.

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