Llegamos al final del camino del Adviento, que en este Domingo nos propone “Acoger al que viene y está con nosotros”.
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Mirar, Crear Caminos Nuevos, Acompañar... Este ha sido nuestro adviento. Llegados al final, nuestra actitud es ACOGER. Acoger al que vino, viene cada día y está con nosotros. Afortunadamente no estamos solos.
Acoger, actitud humana necesaria. Vivir es compartir y, por lo tanto, dar y recibir, ofrecer y acoger. La primera verdad de nuestro ser es la acogida: hemos sido queridos y acogidos. Vivir con otros, convivir, tiene la misma dinámica de la acogida: damos, recibimos, intercambiamos, ofrecemos y acogemos. La acogida, por lo tanto, constituye el signo y la marca de nuestro ser.
Pero también es posible rechazar. Rechazarnos a nosotros mismos, rechazar a otros, rechazar la vida o lo que esta nos depara, rechazar a Dios. Y caben posturas intermedias: pasar de largo, ser inconscientes, indiferentes, insensibles, ingratos, incrédulos...
Las lecturas de este cuarto domingo de Adviento nos presentan dos figuras -el Rey DAVID y MARÍA‐, dos actitudes -recompensar a Dios o acogerlo‐ y una promesa, que se hace a DAVID y se cumple en MARÍA.
Ante Dios no se trata tanto de recompensarle u ofrecerle, cuanto de ACOGERLE a Él mismo y el DON que Él nos hace.
- DIOS no se deja encerrar en un templo; tampoco en una ofrenda; menos aún en las estrategias interesadas y chantajistas, que, a veces, le presentamos.
- DIOS quiere establecer una relación de amistad con nosotros, habitar en nosotros y, si le acogemos, darnos vida.
Navidad, misterio de don y acogida. El diálogo entre Dios y el ser humano (cada uno) es un intercambio de don y acogida, de amor y respuesta, de confianza y agradecimiento. Y un momento cumbre de este diálogo es la encarnación de Dios en el hombre Jesús.
Navidad no es imposición de Dios, sino misterio de don y de acogida: es oferta, invitación, asombro, agradecimiento, fe. Se realizó la promesa que Dios, por medio del ángel, había hecho; se realizó porque una mujer la acogió en su corazón y en su vida. Y no sólo ella: “a cuantos lo recibieron, les hace capaces de ser hijos/as de Dios” (Jn 1,12).
Contemplar al “Dios con nosotros”. Nuestra Navidad es memoria actual del acontecimiento que transformó la vida. El Dios, que los humanos piensan lejano y grande, se hace cercano y pequeño. La señal de su presencia es “un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12). Es la sorpresa de un Dios niño, de un Dios pobre, de un Dios débil, de un Dios que abandona su grandeza para hacerse cercano a cada uno de nosotros. Es la maravilla de la Navidad ante la que solo cabe contemplación y asombro. Viendo a este Niño los pequeños del mundo pueden alegrarse porque saben que Dios cumple su promesa.
Dar rostro a Dios. Acoger no es impuesto ni pasivo; implica desear y amar lo que se recibe, alegrarse y, en consecuencia, extenderlo. Por eso Navidad es también misión. Si acogemos, estamos llamados, como María, a dar humanidad y rostro a Dios. En realidad, es dejarnos llenar para transparentar; dejarnos llenar de todo eso que pone Dios -gracia, amor, valentía, entrega, sencillez...‐, y ser como cristal transparente que refleja su rostro en gestos sencillos y en compromisos grandes. Es la llamada de la Navidad: Mostrar el rostro vivo de Jesús en nuestra humanidad. Vivir la encarnación.
Adviento 2020: Tiempo de Cuidar y Crear
Cuarto Domingo: Acoger
• DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.»
• ENCENDEMOS LA CUARTA VELA
Al encender esta cuarta vela, queremos presentarte, Señor, la alegría que sentimos cuando se acerca tu nacimiento.
Sabemos que vienes a compartir nuestra vida, nuestros gozos, nuestros dolores... Te haces carne de nuestra carne para llenar de sentido todas las realidades.
En medio de los avatares de la vida, nos invitas a confiar en ti, descubriendo tu presencia en las cosas pequeñas de cada día.
Ayúdanos a cuidar estas navidades a todas las personas que necesitan una palabra de esperanza.
Unidos a todas las comunidades te decimos: ¡Ven Señor, Jesús!
• DAR HUMANIDAD Y ROSTRO A DIOS…
Vivir es compartir y, por lo tanto, dar y recibir, ofrecer y acoger. La primera verdad de nuestro ser es la acogida: hemos sido queridos y acogidos. Vivir con otros, convivir, tiene la misma dinámica de la acogida: damos, recibimos, intercambiamos, ofrecemos y acogemos. La acogida, por lo tanto, constituye el signo y la marca de nuestro ser.
El diálogo entre Dios y el ser humano (cada uno) es un intercambio de don y acogida, de amor y respuesta, de confianza y agradecimiento. Y un momento cumbre de este diálogo es la encarnación de Dios en el hombre Jesús. Navidad no es imposición de Dios, sino misterio de don y de acogida: es oferta, invitación, asombro, agradecimiento, fe. Se realizó la promesa que Dios, por medio del ángel, había hecho; se realizó porque una mujer. La acogió en su corazón y en su vida. Y no sólo ella: “a cuantos lo recibieron, les hace capaces de ser hijos/as de Dios” (Jn 1,12).
Acoger no es impuesto ni pasivo; implica desear y amar lo que se recibe, alegrarse y, en consecuencia, extenderlo. Por eso Navidad es también misión. Si acogemos, estamos llamados, como María, a dar humanidad y rostro a Dios. En realidad es dejarnos llenar para transparentar; dejarnos llenar de todo eso que pone Dios - gracia, amor, valentía, entrega, sencillez…-, y ser como cristal transparente que refleja su rostro en gestos sencillos y en compromisos grandes. Es la llamada de la Navidad: Mostrar el rostro vivo de Jesús en nuestra humanidad. Vivir la encarnación.
• PARA PENSAR
- En estas fechas que se acercan, ¿soy capaz de recibir el Abrazo del Dios, Padre y Madre?
- ¿Cómo podemos acoger al otro en esta época de restricciones sociales?
- ¿Dónde descubro la presencia del Niño-Dios que va a nacer en mi vida en la sociedad, en mi familia, pueblo, barrio, comunidad…?
• “NO ESTÁIS SOLOS”
Hola. Me llamo Boni. Soy una persona mayor y pertenezco al movimiento de Acción Católica General desde hace muchos años.
Allí me he formado espiritual y socialmente, descubriendo cada día más a Jesús en mi vida. He visto que la fe es para llevarla a la vida y en ese campo es donde he trabajado.
Hoy estamos viviendo momentos difíciles, la pandemia. ¿Cómo vivo yo esta situación? Tengo hermanos, familiares y muchos amigos. Me gusta besar y abrazar, crear lazos de amor y me cuesta mucho no poder hacerlo. Ante esta situación hoy está el teléfono, la tecnología para vencerla a base de llamadas, mensajes… con palabras de ánimo y amor con todos los nuestros.
Es bueno llevar a cabo todo lo que nos dicen y recomiendan las autoridades sanitarias; porque esta pandemia la venceremos entre todos siendo responsables. Es cuestión de solidaridad.
Y ante esta situación acudo y escucho la Palabra de Dios que nos dice: “no estáis solos, yo estoy con vosotros”. Y su Palabra me da esperanza, fuerza e ilusión para pensar que un día volveremos a sentir y vivir todo esto y juntos saldremos adelante.
Recuerdo con mucha tristeza a todos los que han perdido a sus seres queridos y ruego a Dios por ellos.
Con mucho cariño, Boni., Militante ACG
EN COMUNIDAD REZAMOS…
Acoger
Acoger dándonos, no reclamando.
Acoger en silencio, no alborotando.
Acoger compartiendo y disfrutando.
Acoger con mucha paz,
pero pellizcados por los hermanos.
Acoger anhelando, pero mecidos en su regazo.
Acoger mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Acoger refrescándonos
en tus manantiales vivos y claros.
Acoger encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Acoger en este tiempo de crisis y recortes.
Acoger con el Evangelio en la mano.
Acoger con los que vienen y con los que se van.
Acoger disfrutando lo que se nos ha dado.
Acoger viviendo y amándonos.
Acoger trabajando y profetizando.
Acoger sufriendo, pero enamorándonos.
Acoger pregonando lo que nos has dado.
Acoger con las entrañas listas para la acogida.
Acoger, para que no pases de largo.
Acoger con mucho gozo y osadía.
Acoger con humildad atentos a toda brisa.
Acoger que el Espíritu fecunde nuestra vida.
Acoger el milagro de tu presencia viva.
Acoger tu encarnación definitiva en esta tierra.
• UNA CANCIÓN PARA ESCUCHAR
Quién de Luis Guitarra
• UN VÍDEO PARA VER EN FAMILIA
Él es la Luz del Mundo. Nosotros somos la Luz del Mundo
• UNA CANCIÓN PARA LOS NIÑOS