+ Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres» (Cervantes, El Quijote, segunda parte, capítulo VIII).
Las Iglesia, a lo largo de los siglos, siempre ha proclamado la libertad de la persona. Jesucristo ha venido a liberarnos del mal y del pecado y de la misma muerte con el amor hasta el fin. San Pablo, en una pequeña carta a Filemón, expresa la razón para acabar con la esclavitud: la condición de hermano de Onésimo, un esclavo. La libertad auténtica se funda en la verdad y esta nos señala el bien verdadero, el que hace posible la felicidad y plenitud el ser humano.
La libertad, tanto interior como exterior, es uno de los derechos humanos, como expresión de la dignidad humana. Según la doctrina de la Iglesia toda persona tiene no solo «el derecho a la vida, también el derecho a crecer bajo el corazón de la madre después de haber sido concebido, el derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral, favorable al desarrollo de la propia personalidad; el derecho a madurar la propia inteligencia y la propia libertad a través de la búsqueda y el conocimiento de la verdad; el derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y recabar del mismo el sustento propio y de los seres queridos; el derecho a fundar libremente una familia, a acoger y educar a los hijos, haciendo un uso responsable de la propia sexualidad. Fuente y síntesis de estos derechos es, en cierto modo, la libertad religiosa, entendiendo como derecho a viviré en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la propia persona» (Juan Pablo II, Centesimus annus, 47).
La Constitución Española, en su artículo 27, recoge la libertad de enseñanza o de educación, que engloba la libertad de creación de centros, de elección del modelo educativo, de elección de formación religiosa y moral de los hijos de acuerdo con las convicciones de los padres.
Lógicamente, inseparablemente unido al tema de los derechos, se encuentra el relativo a los deberes del hombre, son correlativos.
Últimamente, en España, se está cuestionando el derecho a la libertad de educación, como su este derecho lo tuviera el Estado, -alguno ha dicho que los hijos no son de sus padres y que sólo al Estado le corresponde la educación, pretendiendo que solo hay que permitir la enseñanza pública, no a la de iniciativa social, sea esta privada o concertada- cuando la intervención del Estado en este campo como en muchos otros es en razón del principio de subsidiariedad, que no supone invadir el derecho de las personas, ni suplantarlas, si hacerlos posibles conjugando los principio de subsidiariedad y solidaridad; lo opuesto sería el totalitarismo.
La Iglesia defiende que el derecho y el deber de educar a los hijos es de los padres; que la primera escuela es la propia familia, que los padres pueden elegir qué tipo de educación desean para sus hijos según sus convicciones y valores; que pueden libremente encomendar esta tarea a otras personas e instituciones de su confianza y que el Estado no debe invadir ni anular ese derecho, sino apoyarlo y posibilitarlo, incluso económicamente; imponer un tipo de enseñanza desde el estado sería algo injusto, sectario e ideológico y no democrático. La enseñanza privada y la concertada también tienen una dimensión social, no son elitistas, y también los padres que escogen este modelo de educación son ciudadanos que contribuyen con su trabajo y sus impuestos al bien de todos.
En la Diócesis de Palencia, gracias a Dios, tenemos varios centros de enseñanza concertada desde hace años; algunos han cerrado hace años por falta de alumnos o dificultades de la institución titular. Hoy tenemos: Colegio San Gregorio, en Aguilar, Colegio Sagrado Corazón, en Venta de Baños, Centro D. Bosco, en Villamuriel; Centro Educativo La Salle Managua, Colegio Divino Maestro, el Colegio santa Clara de Asís, Colegio de Filipenses, Colegio de santo Domingo de Guzmán, Centro de F.P. López Vicuña, Colegio del Santo Ángel, Colegio San José, Colegio de Santa Rita, Colegio Corazón de María , Colegio Blanca de Castilla, Colegio la Salle, Colegio Ntra. Sra. de la Providencia, en Palencia Capital; y hasta hace poco las Teresianas en Dueñas, las Franciscanas de Dillingen Danubio en Saldaña, los “Alemanes” en Cervera, los Maristas en Carrión, las Angélicas de san Pablo, los Salesianos en Astudillo, etc...
Considero que hoy hay que defender este derecho de los padres, que es defender el derecho de libertad de Enseñanza y agradecer la tarea educativa que realizan estos centros que son de Iglesia, que no buscan el lucro, sino servir a la sociedad con sus luces y sus sombras, con sus aciertos y fallos que hay que situarlos en el tiempo, desde la visión educativa que dimana del Evangelio, colaborando para “buenos ciudadanos y buenos cristianos” como decía San Juan Bosco.