+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
El pasado martes, 29, recibí una carta el P. Provincial de los P.P. Dominicos en la que me comunicaba que el próximo día 18 de junio, a las 11 de la mañana, serán proclamados beatos en la Catedral de Sevilla, 25 frailes más un laico y una monja dominicos que en el verano de 1936 murieron por su fe en Cristo Jesús, en Almagro, en Almería y en Huéscar (Granada). Veinte de estos mártires eran sacerdotes, estudiantes, novicios y hermanos dominicos del convento de Almagro; otros cinco eran frailes del convento de Almería y el laico de Almería también, y la monja fue martirizada en Huéscar.
Me lo comunicaba porque en ese grupo de frailes hay 6 que nacieron en la Diócesis de Palencia y que, sin duda tienen todavía familia en sus pueblos. Son: Natalio Camazón Junquera, de Castromocho; Antonio Trancho Andrés, de Becerril de Campos; Ovidio Bravo Porras, de Fuente Andrino; Santiago Aparicio López, de Revilla de Collazos; José Garrido Francés, de Villaherreros; y Juan Aguilar Donis, de Amusco de Campos.
Esta beatificación que supone que el Papa nos los presenta como ejemplo de vida cristiana, y esto es motivo de alegría para las comunidades de P.P. Dominicos y M.M. Dominicas de Palencia que ven como unos hermanos suyos y nuestros son reconocidos como beatos por la Iglesia, pero también para toda la Diócesis de Palencia. Ellos nacieron aquí, fueron bautizados aquí, vivieron en una familia cristiana donde aprendieron el ABC de la fe de los labios y los ejemplos de sus padres, familia y comunidad parroquial; ellos sintieron la vocación a vivir la vida religiosa siguiendo el ejemplo de Santo Domingo de Guzmán; ellos son un ejemplo para todos nosotros y para todos los católicos españoles como modelos de vida cristiana, signos de amor, de perdón y de paz.
¿Quiénes son los mártires? Hombres y mujeres como nosotros que, profundamente enamorados de Cristo, le amaron más que la propia vida; por eso se la arrebataron. Los mártires son testigos de la fe, confesores de la fe por excelencia que les lleva a morir por la verdadera fe en la unidad de la caridad, en la Iglesia. Murieron no por defender ideas políticas de ningún tipo, ni por fanatismo o masoquismo; ellos amaron la vida de tal manera que no temieron la muerte. Ellos son signo de reconciliación pues murieron perdonando. Ellos al morir, viven; al perder sus vidas, la ganan; al negarse a sí mismos, se encuentran a sí mismos. Amaron a Cristo con el amor más grande, que es dar la vida por los amigos (Jn 15, 13), un amor más fuerte que la misma muerte. No eran superhombres o mujeres, eran débiles como nosotros, pero el Señor les dio su gracia para aguantar los tormentos. Él les dio la victoria y en ellos corona sus propios dones. Mediante la unidad con Dios, la voluntad de los mártires se fortaleció para la lucha. Es más: es Dios quien actúa dentro del mártir; Cristo transforma a los mártires convirtiéndoles en él mismo. Ellos son amigos de Cristo y nuestros amigos, por eso interceden por nosotros.
Los mártires nos retan a nosotros. Ellos tuvieron que dar testimonio de fe en circunstancias difíciles, de persecución religiosa, de guerra fratricida; pero ellos, con grandeza de alma, proclamaron que el Evangelio de Jesucristo es el camino para tener auténtica vida, vida feliz, vida fraterna, vida eterna. Porque Jesús nos muestra qué valores son los llenan el corazón del hombre y de la mujer, y qué valores fomentan una auténtica convivencia humana, basada en la vida, la justicia, la verdad, el amor, la reconciliación y la paz. Nosotros tenemos nuestras dificultades y pruebas, las conocemos todos porque las vivimos y las padecemos todos. ¿Quién nos ayudará? ¿Quién nos dará fuerzas para no caer? Sólo Jesús, el Cristo y su Santo Espíritu. Dios nos ayuda a superar las tribulaciones, las cosas duras de la vida con la paciencia, humildad, para seguir las huellas de Cristo con la esperanza de compartir su victoria, su vida nueva y resucitada.
Las personas que tengan alguna vinculación familiar o de amistad con los mártires o estén interesadas en participar en la celebración en la Catedral de Sevilla, o desean saber más de la vida estos nuevos beatos mártires, pueden ponerse en contacto con los P.P. Dominicos de Palencia, en el Convento de San Pablo.