+ Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
¡Bienvenidos y bien hallados todos! ¡La paz esté con vosotros! Con este saludo deseo, en nombre de la Iglesia de Palencia y en el mío propio, saludaros a todos y desearos una buena y feliz estancia entre nosotros, los palentinos de las ciudades, villas y de los pueblos. Que disfrutéis, es decir, que gocéis, que descanséis, que os renovéis, que recuperéis fuerzas y energías para seguir afrontando la vida y sus vicisitudes.
El descanso y la vacación es un derecho del hombre. Necesitamos física, psicológica y espiritualmente descansar de los trabajos, fatigas y preocupaciones de los meses y los días. Dios así lo quiere y por eso inventó el sábado. Jesús también buscó el descanso para él y los suyos: «Les dijo: venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto» (Mc 6, 31-32). Es verdad que el descanso duró poco, porque, al llegar a la otra orilla, vio a una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas (cfr. Mc 34).
Podemos y debemos descansar ocupándonos de dormir un poco más, convivir más con la familia, con el esposo, la esposa, los hijos, los padres, los hermanos, los familiares, comiendo justos, dialogando, estando juntos. También podemos descansar paseando, encontrándonos con los amigos, los antiguos y los nuevos, con los compañeros de escuela o colegio y de travesuras, con los vecinos. Podemos descansar ocupándonos en cuidar el jardín, la huerta, los tiestos, participando en las fiestas de los pueblos, esas fiestas que rompen la monotonía de cada día y nos afirman en las relaciones que regeneran la existencia. Los seres humanos somos como los árboles; sí, vivimos de nuestro trabajo y esfuerzo, pero necesitamos revivir y reavivar nuestras raíces, las familiares, las del pueblo que nos vio nacer, crecer, jugar y madurar. Sin ellas estaremos desarraigados, llevados y a merced de los vientos, de las modas; no seremos nosotros, seremos el fruto de lo que otros piensen, digan y proyecten. Aprendamos de la sabiduría de nuestros pueblos y sus gentes. Acordémonos de los que hace mucho tiempo no tienen vacaciones ni pueden salir de los pueblos, y también de los que no tienen trabajo.
Para descansar psicológica y espiritualmente necesitamos un tiempo de silencio para pensar, meditar, para reflexionar; necesitamos, como agua en mayo, estar a solas para centrar nuestra vida, a veces descentrada. Pueden ser diez minutos, un cuarto de hora, lo que podamos, pero lo necesitamos para nuestra salud integral. También podemos hacerlo leyendo unos buenos libros, escuchando música, viendo unas buenas películas, etc.
También podemos descansar haciendo alguna salida para ver otros pueblos, disfrutar del arte, de la historia. En Palencia somos ricos en historia y arte. Tenemos arquitectura, pintura, escultura, cuevas y espacios naturales, montañas, campos, cerros, etc.
Os sugiero visitar la Exposición Mons Dei -el Monte de Dios-, que se desarrolla hasta el 14 de noviembre en las Iglesias de Santa Cecilia y San Miguel de Aguilar de Campoo. Merece la pena; los juicios de los entendidos en cultura son muy positivos, y también la impresión de la gente sencilla. Es toda una grana catequesis cristiana sobre Alguien fundamental. Y, si podéis completad la visita a las Edades del Hombre acercándoos a una o varias de los dieciocho templos románicos de los alrededores de Aguilar. Son una continuación o extensión de Mons Dei. Si Mons Dei nos habla de las montañas en la que el hombre experimenta la cercanía de Dios en la búsqueda de la trascendencia, de la felicidad y la alegría plenas, esos templos nos recuerdan que Dios viene a nuestro encuentro, que está entre las casas de sus hijos, en las iglesias, qué está con nosotros, no nos abandona, nos acompaña, nos perdona, etc., porque nos ama y quiere, porque nos ha hecho sus hijos, porque somos hermanos en Jesucristo. Que Dios y su iglesia es como la fuente del pueblo que ofrece gratis su agua clara y fresca a todo el que pasa y está sediento.
También podemos y debemos descansar dedicando un rato para orar, para hablar con Dios, para escucharle a Él leyendo la Sagrada Escritura, sobre todo el Evangelio de cada día. Orar no es perder el tiempo, es ganar tiempo y perspectiva porque se ven las cosas con la luz de Jesús y con la fuerza de su Espíritu. Quien lo ha probado lo puede corroborar. No dejemos de encontrarnos con Dios y con los demás cristianos participando activamente en la Eucaristía de los domingos y fiestas. Jesús nos invita a ir a Él cuando nos dice: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». (Mt 11, 28-30). Encontrarnos con Jesús, es sabernos y sentirnos hijos del Padre que tiene entrañas de madre, que es compasivo y misericordioso, es reforzar nuestro ser de hermanos.
¡Bienvenidos, felices vacaciones ente nosotros!