Como en otras ocasiones, la Diócesis de Palencia, nos ofrece un itinerario que puede ayudar a vivir con más intensidad este Tiempo de Cuaresma. En este Primer Domingo se nos llama a aprovechar este TIEMPO OPORTUNO… para REORIENTAR LA VIDA.
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Miramos lo que está pasando
Nuestro mundo, nuestra sociedad es un vergel de opulencia para unos pocos. Por el contrario, para muchísimos, es un árido desierto, carente de las mínimas condiciones para vivir dignamente. Una mirada cristiana a la realidad nos lleva a centrar la atención en la situación de quienes peor lo están pasando, a superar las tentaciones y reclamos de la cultura ambiental del consumismo, el individualismo y la indiferencia hacia los demás, y a encarnarnos con ellos en su desierto y en su lucha por la justicia y contra la pobreza y la desigualdad.
“Los últimos cinco años de mi vida se han convertido en un horroroso desierto.
Soy una “ocupa” de un piso deshabitado. Era eso, o la calle, para mí y mi familia. Ahora me ha llegado la orden de desahucio. Soy una persona separada, sin empleo, sin vivienda y sin recursos, con dos niñas en edad escolar.
Mi mundo se hizo un desierto cuando, con cuarenta y tres años, me quedé sin empleo, poco después de romper con mi pareja. Quedarme en paro fue traumático, aunque, cuando pasa, no esperas lo que se te viene encima. Soñaba con que algo saldría. Pero se va agotando el paro, los ahorros te los vas comiendo. Y llega un momento en que no sabes qué hacer ni a dónde ir. Es un desierto demasiado duro.”
Acogemos la Palabra
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Marcos 1,12-15
Marcos narra con brevedad el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Nada se dice sobre su contenido. El Espíritu que lleva a Jesús al desierto sirve de unión entre el relato anterior, el bautismo en el Jordán, y éste de las tentaciones. En el río se ha puesto de manifiesto la filiación de Jesús, «el Hijo amado»; en el desierto el tentador quiere apartar a Jesús del camino de fidelidad al Padre.
La tentación va a la raíz del ser y la misión de Jesús: construir su vida al margen de Dios y vivir según su “propia” voluntad.
A veces es más fácil orientar nuestra vida desde nuestros criterios y proyectos que desde lo que Dios nos propone; la sociedad camina lejos del plan de fraternidad inaugurado con Jesús, el Hermano que da la vida.
Cuaresma: oportunidad para reorientar la vida, volver nuestro corazón hacia el corazón de Dios, aprender a mirar como mira Él. La salida al momento de dolor que estamos sufriendo puede pasar por renovar nuestra vida personal, social, eclesial, poniendo en el centro el proyecto de Dios.
Piensa y actúa
• Entra con Jesús en el desierto. Escúchale llamar a tu puerta Te habla hoy desde el desierto en el que vive tanta pobre gente: paro, precariedad, enfermedad, soledad…
• Háblale de los sentimientos que te inspira ese duro desierto. ¿Experimentamos también nosotros la tentación de orientar nuestra vida de espaldas a Dios?
• ¿Qué tienes que cambiar, insistir, profundizar para dar respuesta y acompañar a quienes más están sufriendo las consecuencias de estos desiertos?
• Dile lo que vas a hacer tú…, y hazlo:
vivir el mandamiento del amor en la entrega a los empobrecidos
intentar cambiar las estructuras que no favorecen la necesaria fraternidad
buscar el Reino de Dios y su justicia,
hacer del Evangelio tu proyecto de vida…
Oramos juntos
Dios y Padre nuestro:
Empujaste al desierto a Jesús,
donde estuvo cuarenta días,
pendiente de ti, de los pobres
que sufren por la injusticia,
y de orientar su vida
al servicio de tu Plan de fraternidad.
Y, al volver, gritó con fuerza:
¡El plazo se ha cumplido!
¡El Reino está llegando
¡Hay que cambiar los cimientos del mundo!
Así haces tú a los profetas:
hombres y mujeres que luchan y esperan;
personas entregadas que crean;
grupos que cambian la historia;
empobrecidos que abren caminos;
jóvenes que buscan lo nuevo,
más allá de los caminos ya andados,
como Jesús.
Como llevaste a Jesús,
llévame al desierto
que viven los empobrecidos,
para superar con ellos la injusticia,
y abrir caminos a la esperanza
de una sociedad nueva.
Para ver y escuchar
• No te rindas, de Mario Benedetti (recita: María Escámez)