En memoria agradecida al P. Teodoro Becerril O.C.D

Desde el otro lado del Atlántico nos llega un vídeo muy especial. Un homenaje al Padre Teodoro Becerril O.C.D -hermano de nuestro sacerdote diocesano y misionero en Tailandia, Ángel Becerril- en el décimo aniversario de su fallecimiento.

El P. Teodoro fue durante más de 50 años párroco de la Parroquia del Carmen de la Habana. Un sacerdote entregado a su comunidad la cuál siempre lo recuerda con amor.

 

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El Padre Teodoro: siempre sacerdote, siempre vivo

 

La Habana, 26 de febrero de 2011 / Fray Teodoro Becerril, el padre Clemente en los primeros años, llegó a la parroquia de El Carmen de La Habana para asentarse para siempre. El joven fraile español inició en 1958 su «vida-misión» en su nuevo terruño ‹parroquia-barrio-familias-diócesis-Cuba›.

El 25 de febrero del 2011 el Señor le pidió dejara este terruño y su fructífera vida-misión, esta fue su razón de ser y hacer su sacerdocio, para acogerle en un nuevo estado de felicidad junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Sus cincuenta y tres años dedicado en cuerpo, alma y mucho corazón a sus tareas diarias, todo día y en todo momento dieron frutos. Considero su vivencia de la liturgia católica del postconcilio como un ejercicio virtuoso, sin cacareo, único en nuestro país. Una religiosa me dijo: cuando deseo participar en una buena misa voy al Carmen cuando Teodoro oficia. Supo darle el énfasis religioso y cultual a cada misa. Sus grandes celebraciones: Navidad, Semana Santa, la novena y fiesta de la Virgen del Carmen y una especial, el Niño Jesús de Praga. La misa de los sábados por la tarde y el canto de la Salve eran un momento religioso inolvidable.

Relatar acontecimientos, obras, anécdotas no es el momento, sí recordar su tesón en la fabricación de la escuela parroquial ‘Carmelo y Praga’ la cual dirigió hasta su intervención.

Conviene decirle a los jóvenes y nuevos en la comunidad Clemente se convirtió en ‘el cura orquesta’ en parte de la década de los 60. Ninguna de las iglesias de los carmelitas incluyendo la capilla de las monjas se quedó sin misa el fin de semana. Supo hacer de su convento una casa parroquial donde todo era posible, donde todos éramos bien acogidos, atendidos y puestos a trabajar. El sello de este modo de ser y hacer la vida comunitaria es un logro del modelo propuesto por el Vaticano II con el ardor de su carisma.

Los católicos que hemos convivido y participado junto a este buen cura conocemos su aporte, su dedicación, su cariño a los niños y sus familias, sentíamos su impulso, en ocasiones, presionando para hacer las cosas, su genio cuando no salían bien, su gratitud a sus colaboradores. Una anécdota impresionante de un momento especial. Un 16 de julio a última hora negaron el permiso para la procesión por el barrio. Sacó la imagen de la Virgen a la entrada, megáfono en mano cantaba y dirigía la oración. Una mujer con una expresión de dolor en su rostro tocó el manto de la Madre de Dios, su cara se iluminó.

Ahora intercede más cerca de Dios y María por su gente: esta es su nueva vida-misión.

Sigamos junto a él teniéndole presente siempre vivo.

 

Por: José Enrique Collazo

Noticia publicada en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba