En vísperas del Día del Seminario, nuestro seminarista, Antonio Domínguez, es protagonista en las páginas de los semanarios Ecclesia y Alfa y Omega. Un Día del Seminario que se presenta con el lema “Padre y hermano, como San José”.
Así se forma el único seminarista de Palencia... en Salamanca
Tomado de Alfa y Omega
Antonio Domínguez es el único seminarista de la diócesis de Palencia. Tiene 46 años, pero no es una vocación tardía: «La recibí muy jovencito aunque a veces las condiciones familiares o económicas no son favorables para hacer un buen discernimiento». Por el camino conoció la vida monástica y religiosa hasta que «he podido volver al amor primero, que era ser sacerdote», explica en conversación con Alfa y Omega. Lleva dos años formándose en el Teologado de Ávila, que está en Salamanca. «De media podríamos decir que estoy en 4º curso», pero en realidad, gracias a la experiencia previa, hizo los tres primeros años en uno, el curso pasado, y ahora está con los otros tres. El día de la Inmaculada de 2020 fue admitido a órdenes aunque tendría que haber sido antes: «La COVID-19 nos ha desarmado y estamos avanzando al ritmo que marca la pandemia».
El suyo es lo más parecido a un seminario interdiocesano: allí vive junto a los tres formadores y otros 16 seminaristas –tres de Plasencia, siete de Ávila, dos de Salamanca, dos de Zamora y dos de Segovia–. Además, hay cinco jóvenes en el propedéutico. Una vida de comunidad que «es un regalo de Dios». «Los sacerdotes diocesanos no van por libre; si no tienes una comunidad de referencia, el ministerio se ve empobrecido», dice Antonio proyectándose al futuro. Como no puede ir a Palencia a su actividad pastoral por los cierres perimetrales, incide en que este tiempo que en el seminario están viviendo más para adentro «te hace valorar la comunidad».
A pesar de que son todos bastante más jóvenes que él, se encuentra «totalmente asimilado a ellos, rejuvenezco». Crecen juntos y, además de formarse, hacen deporte, actividades musicales… «Yo este año, por ejemplo, estoy aprendiendo a tocar el órgano». Reconoce que le gustaría tener algún otro seminarista de su diócesis, «un hermano pequeño», pero mantiene la esperanza. «Acaban de presentar un plan de jóvenes vocacional y se está acompañando a varios candidatos; de aquí a que me ordene, espero que haya relevo. Habrá que rezar».
Si no fuese por la comunidad, Antonio «llevaría bastante peor» estar tan separado de su diócesis. Una lejanía física que en Salamanca suplen con el uso de las redes sociales. «Desde el magisterio del Papa Francisco hay que evangelizar donde se puede, y las redes son idóneas en este tiempo». Así, para este Día del Seminario han editado unos vídeos centrados en los sueños de José. ¿Y cómo sueña él el sacerdocio? «Con un corazón de padre, muy amplio para incluir y acoger a todos. Y, desde ahí, puedes configurarte como Cristo pastor».
Begoña Aragoneses
«Dios me ha llevado al primer amor»
Tomado de Revista Ecclesia
Antonio Domínguez es el único seminarista de la diócesis de Palencia. Tiene 48 años y toda una vida en abundancia. El palentino realiza su formación junto a otros seminaristas de diócesis diferentes en el Teologado de Ávila que, a su vez, tiene su sede en Salamanca. Allí, en la Universidad Pontificia, Antonio va vaciándose de todo para llenarse del Dios que, cada día, sigue seduciendo su mirada. El pasado 8 de diciembre de 2020, coincidiendo con el Día del Seminario, recibió la Admisión a las Sagradas Órdenes en la iglesia parroquial de San Antonio. Hoy, su experiencia habla de una «invitación» que Dios le hizo a ser feliz: «Es una llamada que siempre me ha acompañado durante cuarenta años por el desierto, como Israel ante la promesa de la Tierra Prometida, y que al final se ha impuesto».
Domínguez ha conocido el monacato y la vida religiosa activa, «pero Dios, que se manifiesta en la historia personal, con nuestras circunstancias concretas, me ha llevado al primer amor», revela el palentino que colabora en las parroquias de San Antonio (en la ciudad) y de la Santa Cruz (en Grijota). «Ser cura no deja de ser un reto en el siglo XXI, siendo fiel a la Iglesia, configurado con Cristo e inculturado con nuestros signos de los tiempos». Una realidad, la suya, de una «desinstalación constante» que, como reconoce, «nuestra Iglesia asume con fortaleza institucional, concienciada de la urgencia de salir con el Evangelio de nuestras zonas de confort, como condición para poder llevar a los demás lo que es tan importante para nosotros: Cristo».
Con el Día del Seminario llamando a las puertas de cualquier corazón enamorado, Antonio descubre que «no hay respuesta si no hay propuesta». El palentino, acostumbrado a impartir catequesis de Primera Comunión y a acompañar grupos de Acción Católica General, de Confirmación y algunos encuentros diocesanos, reconoce que no solo se trata de «promover una cultura vocacional como culmen del proceso de catecumenado parroquial», sino que también «tiene que haber una propuesta a experimentar la vocación de Pastor misionero. Hay que mostrar lo que somos e invitar, directa y personalmente, a miembros de la comunidad».
Carlos González