San Isidro 2021: Gratitud, como forma de vida

San Isidro 2021: Gratitud, como forma de vida

Desde el Secretariado de Pastoral Rural de nuestra Diócesis, convencidos de que el valor de la vecindad, de crecer como pueblo y comunidad tiene todo el sentido del mundo en estos tiempos... viviendo el gozo de ser pueblo, a la luz del Resucitado.... nos animan a celebrar a San Isidro.

 

PARA SITUARNOS...

 

Desde el año pasado todos hemos sufrido la pandemia de la Covid-19, que ha cambiado nuestras vidas, nuestras costumbres y nuestra forma de vivir, de relacionarnos y de convivencia. La mascarilla ha formado parte de nuestro atuendo cotidiano, y la distancia social física, el gel hidroalcohólico, el lavado de manos y los servicios vía telefónica o telemática han formado parte de nuestra vida, si no hemos sufrido la desgracia del fallecimiento de algún familiar o amigo a causa del virus que nos atenaza.

El sistema sanitario también se colapsó en el Mundo Rural y en muchas ocasiones la asistencia en centros especializados fue muy difícil. Los sistemas públicos (sanitario, educativo, social,...) cerraron y la conexión vía internet a muchas personas de los pueblos, en especial mayores, les resultó complicado.

Después de todo esto...¿estamos mirando a los pueblos desde toda su profundidad o estamos viendo en ellos una idealización que, aunque se aproxime a la realidad, dista de ella? No se ama lo que se desconoce, no se ama lo que se idealiza, porque cuando se idealiza no se deja margen para el error, para la imperfección. Y solo se ama desde el profundo conocimiento... Pongamos un ejemplo: puede que muchas personas se planteen una vida en el pueblo como “aislamiento”, como soledad, cuando la esencia del pueblo (siendo tranquilidad) es todo lo contrario, la vida en el pueblo es cercanía, es comunidad, es contacto. Porque “vivir en los pueblos, es vivir lo rural” no es lo mismo ir a merendar o tener casa en un pueblo, que estar impregnado de lo rural. Además, vivir en un pueblo conlleva un intento de traer dignidad al mismo y “el aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro” (FT 30).

Son tiempos difíciles, son tiempos ambiguos, tiempos en lo que se ha mostrado que solo es posible avanzar si lo hacemos unidos, en lo comunitario. Sin embargo, el riesgo del individualismo nos acecha continuamente sin darnos cuenta de que “no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común” (FT 105).

Los cristianos/as debemos estar vigilantes y activos, activos en la esperanza, para descubrir que estos tiempos son, además, tiempos de oportunidades.

“Invito a la esperanza, que ‘nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. [...] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna’. Caminemos en esperanza” (FT 55).

Tenemos tan asumida la globalización que, al final, nos hemos perdido en ella olvidando el valor de lo cercano. En el fondo, como nos dice el papa Francisco, “hay una falsa apertura a lo universal, que procede de la superficialidad vacía de quien no es capaz de penetrar hasta el fondo en su patria, o de quien sobrelleva un resentimiento no resuelto hacia su pueblo. En todo caso, ‘siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. [...] No es ni la esfera global que anula ni la parcialidad aislada que esteriliza’” (FT 145).

Había que “volver a la normalidad”. Pero, ¿qué normalidad?

La pregunta no es inocente.

La sociedad del bienestar y del consumismo nos había convencido de que la vida normal es la vida llena de placeres. No se ha de discutir la legitimidad y la conveniencia del placer en la vida humana. Son legítimas las vacaciones, el turismo, las playas, los bares, las terrazas, los gimnasios... Pero se le olvidó convencernos de que lo más importante en la vida no es la abundancia de placeres, sino concentrarse en todo aquello que da sentido a la vida. Y nada llena tanto de sentido la vida como el cultivo de la interioridad, el amor genuino, la comunicación personal, la vida familiar armoniosa, la justicia y la paz social...

Nada más ajeno a la felicidad que la soledad absoluta y la violencia.

La verdadera desescalada del coronavirus debe colocarnos en una normalidad nueva y distinta de aquella que teníamos antes de la pandemia. Porque el coronavirus debe dejar grabada esta cuestión. “Pero, ¿qué nos habíamos creído?”.

Podemos crecer desde el agradecimiento y la gratitud, yo creo que hay que intentarlo.

Se ha dicho que la gratitud moldea y da forma a la vida cristiana. Yo creo que nos acerca a lo mejor de la vida de los pueblos y al corazón del evangelio.

 

 

GUIÓN PARA LA CELEBRACIÓN

 

MONICIÓN DE ENTRADA- SALUDO

¡Qué alegría poder “ENCONTRARNOS” después de tanto “confinamiento”! “ENCONTRARNOS” en el campo o en casa con la tecnología que sigue haciendo posible EL ENCUENTRO, LA CERCANÍA, EL COMPARTIR.

Y como la EUCARISTÍA es ACCIÓN DE GRACIAS y CELEBRACIÓN vamos a hacerlo muy especialmente por todo lo que la vida en nuestros pueblos nos ha aportado y ayudado en este año largo de “anormalidad”

 

LITURGIA PENITENCIAL

Porque nos hemos dejado llevar por las dificultades y no hemos resaltado todo lo positivo de este tiempo. SEÑOR, TEN PIEDAD

Por las ocasiones que hemos desaprovechado de ayudar y compartir con otros. CRISTO TEN PIEDAD

Por Los momentos que hayamos dejado pasar para “ENCONTRARNOS” con Jesús en el silencio y en la convivencia con vecinos y grupo familiar. SEÑOR TEN PIEDAD.

 

LECTURAS

Se proponen: Prov 2, 1-8 / Mt 13, 44-46, Mc 30, 34

Proverbios 2, 1-8

Hijo mío, si das acogida a mis palabras, y guardas en tu memoria mis mandatos, prestando tu oído a la sabiduría, inclinando tu corazón a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a voces a la prudencia; si la buscas como la plata y como un tesoro la rebuscas, entonces entenderás el temor de Yahveh y la ciencia de Dios encontrarás. Porque Yahveh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia. Reserva el éxito para los rectos, es escudo para quienes proceden con entereza, vigila las sendas de la equidad y guarda el camino de sus amigos. Entonces entenderás la justicia, la equidad y la rectitud: todos los senderos del bien. Cuando entre la sabiduría en tu corazón y la ciencia sea dulce para tu alma, velará sobre ti la reflexión y la prudencia te guardará, apartándote del mal camino,"

Salmo

Señor, haznos constructores de tu vida

Señor, danos la valentía de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante de gastarnos en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar
al paso de los hombres.

Entrega, Señor, entrega para «dar la vida»
desde la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida en el servicio a los débiles.

Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro de tu amor que salva.

Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco.

 

Mc 30, 34

También les dijo: «¿Con qué compararemos el reino de Dios o con qué parábola lo explicaremos? Es como un grano de mostaza, que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas de la tierra; pero, una vez sembrada, crece y se hace la más grande entre todas las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar a su sombra". Con muchas parábolas por el estilo les exponía la doctrina según ellos podían comprenderla, y no les hablaba sin parábolas; a sus discípulos se las explicaba a solas».

Mt 13, 44-46

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Pidamos y trabajemos para que sepamos.

Valorar las cosas pequeñas: preocupación por los mayores solos ... Una palabra de aliento, de complicidad, de preocupación por el familiar enfermo, es una inyección de ánimo en las vidas que están atenazadas por este virus.

Para salir de la crisis hay que optar por soluciones comunitarias, algo muy de nuestros pueblos y de las gentes del Mundo Rural.

Continuar con relaciones personales y/o de grupos para seguir trabajando por un Mundo Rural vivo.

Conocer y unirnos con otros colectivos que para seguir luchando con ellos.

Cuidar nuestra espiritualidad dedicando más tiempo a la oración como fuente de fortaleza personal y comunitaria.

Seguir cuidando la naturaleza como cuidadores de ella que hemos sido y somos.

Saber dar gracias, y vivir la vida con agradecimiento y gratitud.

 

OFRENDAS

Algún fruto del campo, unas espigas... un plato (la comida al vecino que lo necesita), unas medicinas (la ayuda en los momentos difíciles), el pan (que hace familia y pueblo, y comunidad entorno a Jesús).

 

ORACIÓN FINAL

Gracias, Padre, por todo lo que la naturaleza y la vida de los pueblos nos regala cada día.

Gracias porque, en un momento de la historia humana, llegó a cada rincón de nuestra tierra el proyecto de vida que Jesús, para comunicarnos tu AMOR, fue transmitiendo a lo largo de su tierra Palestina.

Gracias porque nos sigues llamando a nosotros hoy a seguir compartiéndolo con nuestras familias y vecinos.

Gracias porque cuentas con nosotros para trabajar por tu Reino en nuestros pueblos y en todo el mundo.

Gracias.......

 

GRATITUD

 

La gratitud es el sentimiento que se experimenta cuando una persona estima el favor recibido, el beneficio o el servicio que alguien le ha dado; solo surge de un corazón humilde y suele alcanzarse cuando hemos desarrollado la habilidad de observar, reconocer y apreciar.

Ser agradecido es un sentimiento que se traduce en una acción; se expresa con palabras, obsequios, detalles, amabilidad, afecto y de cualquier forma que nos permita hacer sentir valorada a la otra persona. La gratitud, nos convierte en personas más compasiva y bondadosas.

Un corazón agradecido no olvida ninguno de los beneficios que Dios le ha dado; el agradecimiento brota de un ser contemplativo que sabe apreciar el gesto amable de un extraño, la llamada de un amigo y la sonrisa de un niño. Una persona agradecida normalmente es alguien positiva, experimenta una profunda paz, no tiene altas expectativas de las personas, presenta sus necesidades delante de Dios, y aprende a apreciar hasta el más pequeño detalle.

La gratitud nos permite reconocer el amor, la bondad y los favores que vienen de la mano de Dios. Ser agradecido rejuvenece, renueva las fuerzas y arranca sonrisas.

Una persona agradecida ha aprendido a vivir con alegría en cualquier circunstancia. Sin embargo, esto no significa desconocimiento o insensibilidad a los momentos difíciles, de dolor o sufrimiento que puedan experimentar las personas y familias.

Normalmente una persona agradecida ha enfrentado dificultades que le permiten ver la vida desde otra óptica y desprende de su interior la más noble de las emociones humanas. Esta virtud hace que lo pequeño sea grande, y que lo que haya sea suficiente.

Presta atención a las cosas que le ocurren. contemplar, apreciar y valorar lo que nos rodea, las personas y los detalles, tomar un momento para reflexionar sobre lo que estamos experimentando

Encuentra razones para ser agradecido. Elabore una lista de por qué ser agradecido, lleva un diario de gratitud. Escribe diariamente por lo menos cinco cosas por las cuales se siente agradecido

Ve oportunidades en lugar de obstáculos. Las dificultades pueden convertirse en posibilidades.

Mira a Dios a los ojos y dale gracias, mira a los ojos al vecino y veras a Dios, así se hace pueblo, y comunidad.