"Re-vitalizar la comunidad” – III Domingo de Adviento

"Re-vitalizar la comunidad” – III Domingo de Adviento

El Sínodo. No podía faltar. Es nuestro deseo de llevar a esa cuna vacía y poner todo nuestro trabajo y expectativas en manos del Señor para que Él nos ayude a RE-VITALIZAR NUESTRAS COMUNIDADES caminando todos juntos.

 

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La Buena Noticia

 

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Entonces, ¿qué debemos hacer?».

Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacemos nosotros?»

Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer nosotros?».

Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».

Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que

yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

Lucas 3, 10-18

 

Comentario

 

Sofonías, nos sitúa en un periodo de reformas políticas y religiosas en la historia de Israel. Buscaban ampliar las fronteras nacionales y lograr una mayor justicia social. Por eso rebosa de alegría. Se habla de

Jerusalén y del pueblo en tono muy positivo: Dios está en medio, se alegra y goza con nosotros y nos renueva con su amor.

San Pablo, aún en circunstancias difíciles: preso en la cárcel, habla de la alegría en medio del sufrimiento, es Jesús quien completa nuestras alegrías de cada día.

En el evangelio la gente acudía a Juan con deseos de transformación, respondiendo a la llamada a dar frutos de conversión, “Maestro: ¿qué debemos hacer? ... Vivir de un modo nuevo, hace ver que creer en

Dios tiene que ver con la vida y con las actitudes hacia el otro: ayudar a quien lo necesite, no explotar a los demás ni acusar en falso para obtener beneficio.

La alegría de Dios nos contagia. Nadie convence a otro estando triste y preocupado. Acaso corremos el peligro de confundir la alegría de la navidad con algunas victorias de nuestras causas (mis ideas, mi pueblo,

mi grupo, la iglesia). La alegría y la paz venideros apuntan a la llegada efectiva del señorío de Dios en la historia y en nuestras historias. Vivamos la alegría porque así vamos tejiendo Vida y revitalizando nuestras comunidades, pueblos, grupos, familia y la iglesia.

 

Una experiencia: Uca

 

UCA (San Cebrián de Campos). Para mí este domingo de adviento, domingo de la “ALEGRÍA”, significa buscar estar

MÁS ALEGRE. El domingo me da fuerza y energía para cambiar, desde mi casa y mi trabajo, esas limitaciones y necesidades que me encuentro y hacer que las personas sean y se sientan más felices y alegres.

“El Señor se alegra contigo”, “el Señor está cerca”, "¿nosotros que debemos hacer?” son Palabra de Dios que me interroga y a la vez me llenan de fuerza y RE-vitalizan mi compromiso para vivir el día a día sin

que pese sobre mí el pesimismo.

Es tan fácil preguntar y tan difícil dar una respuesta. Yo busco esa respuesta en MARÍA. Me fijo en su HUMILDAD y SENCILLEZ para ponerme cada jornada en camino y estar alegre; para sentirme miembro en mi comunidad que a veces parece aletargada.

Voy y vamos a continuar o en su caso comenzar haciendo ruido, o desde el silencio, pero intento aportar según mi forma de ser, de sab

er y de vivir, pero siempre dando lo mejor que soy y tengo.

Las palabras CONMUEVEN pero que nuestras obras MUEVAN.

¡ANIMO!

Seguiremos tejiendo y dando Vida para así REVITALIZAR nuestras comunidades, por muy pequeños, débiles e insignificantes que nos creamos.

Plantemos nuestra semilla en todos los lugares donde nos encontremos.

Hoy quiero decir como María “un SÍ a la vida”, “aquí estoy”. Cuando demos lo mejor de nosotros a nuestro prójimo y a nuestras comunidades, entonces “el Señor se alegrará con nosotros y estará más cerca”.

 

Pensamos

 

Pensemos en los motivos para estar y vivir la alegría, ponlos nombre, apellidos, rostros, situaciones, acontecimientos... seguro que descubriremos que estamos en el camino de revitalizar todo lo que tenemos a nuestro alrededor, empezando por nuestro corazón.

¿Qué debemos hacer? Sabiendo que no somos ni la gente, ni los publicanos, ni los soldados del evangelio, sino yo en mi situación concreta personal, familiar, como vecino de un pueblo, como

miembro de una comunidad cristiana...

¿Por qué nos alegra más el intercambio familiar de los días navideños y el intercambio de regalos que el amor encarnado del Hijo de Dios en la sencillez de un pueblo desconocido del imperio romano?

 

Oramos

 

MI ALEGRIA ERES TU, SEÑOR

Vienes en silencio y tus pasos, Señor,

producen en mí, calma, seguridad y paz.
Necesito, Señor, un poco de tu mundo:
de tu gozo, para mi corazón triste
de tu alegría, para mi alma esquiva
de tu mano, en mis caminos inciertos.

¡VEN, SEÑOR!

Y hazme recuperar la alegría perdida

el gusto por vivir, despertando cada mañana
la esperanza en tanta hora triste
porque Tú, Señor, eres alegría
haz que mis dos ojos brillen
con el resplandor de la felicidad
con el encanto de la fe
con la virtud de la caridad.

MI ALEGRIA ERES TU, SEÑOR

Porque vienes y te sientas a mi lado

porque compartes mi condición humana
sabiendo lo frío, que tantas veces,
se encuentra mi corazón y mi pensamiento.
porque, siendo Dios, apuestas fuerte por mí
porque, estando en el cielo,
plantas tu tienda
en medio de tanta incertidumbre y viento
que sacude a nuestro viejo mundo.

MI ALEGRIA ERES TU, SEÑOR

Por eso te doy gracias y bendigo tu nombre

espero tu llegada y preparo mi interior
anhelo la Noche Santa de la Navidad
y afino las cuerdas de mi alma,
con la verdad, la espera, el silencio,
la humildad o la vigilancia.
Sólo sé, mi Señor, que mi alegría
con tu llegada y por tu Nacimiento
eres Tú, Señor. AMEN