El evangelio que hoy leemos nos traslada al Monte Calvario para contemplar a Cristo, Rey de Universo que reina y debe reinar en todos nosotros. Al final del año litúrgico se nos ofrece como resumen de la misión de Cristo, su realeza.
Objeto de burlas
San Lucas nos descubre un rey muy diferente al que tenemos en la cabeza y vemos en nuestro mundo. En primer lugar, nos lo presenta en un trono muy especial y nada convencional, la cruz. Además, lo ofrece en el acto supremo de su realeza que, sorprendentemente, es su pasión y muerte. Y su obrar se nos muestra como perdón, entrega total y misericordia. En el Calvarlo, se revela, en plenitud, que Cristo es Rey de todo el Universo. Entonces para los judíos y hoy para nosotros esa imagen de Cristo Rey no nos atrae, ha perdido actualidad y significado. Arrastrados por el pensamiento de nuestro entorno social no suscita en nosotros entusiasmo y admiración. Antes bien, como en el texto del evangelio, ese rey nos produce burla y risa. Cristo no es aceptado como Rey. El texto de san Lucas nos muestra cómo se mofan y ríen del Crucificado los soldados y los magistrados que allí estaban. El objeto de su burla era su condición de rey de los judíos, título que colgaba en la tablilla sobre la cruz. Le insultan y se ríen de él por haberse presentado y atribuido la condición de rey y Mesías. No reconocen a Jesús como rey y menos aún en la cruz.
No necesitamos Rey
Nuestro deseo de libertad no aguanta la imagen de un Rey, de un Mesías y de un Señor que organice y gobierne nuestra persona. Nuestro mundo no necesita de reyes a quien obedecer y seguir. No nos creemos que Cristo sea Rey del Universo, rey de mi vida y de mi persona, de mi iglesia y comunidad creyente. La imagen del crucificado en la cruz, coronado de espinas y desposeído de todo no nos remite al concepto de rey. Por ello tantas veces los ignoramos y nos mofamos de que un rey pueda ser quien ha dado todo y muera como un criminal en la cruz. Acaso no llegamos a la burla, pero no aceptamos que el Señor de la Cruz sea mi rey, sea quien me gobierne y sepa obedecerle. Unos y otros le invitan a bajar de la cruz, a salvarse él y salvar a los crucificados con él, a elegir otra vocación asumiendo un tipo diferente de rey a la manera de los reyes del mundo.
Acuérdate de mí...
Sólo el buen ladrón reconoció a Cristo como Rey. Así, con humilde suplica a Cristo que se acuerde de él en su reino. En su desgracia y en su dolor el buen ladrón reconoce en Cristo a su rey. No hay en él ni burla, ni risa sino admiración y respeto. No espera que le salve como le increpa el otro ladrón. Acepta su destino, pero aspira a conseguir el mejor final a través de Rey de los Judíos. No siempre resulta sencillo y fácil reconocer a Jesús como Rey. Asociamos esa condición para pedir favores y encontrar soluciones a nuestros problemas de aquí abajo. El buen ladrón busca su solución en el reino de Dios. Descubre en el Señor de la cruz su salvación. En él se nos descubre que necesitamos un reino nuevo, un tiempo mejor y solo nos lo alcanzará Cristo en la Cruz. Descubrir al Rey en la cruz nos sitúa en el camino correcto para la salvación.
Un reino nuevo
Pero nuestra reflexión quedaría incompleta si detrás del Rey no descubrimos su reino. Serviría de poco admirar al Rey de la Cruz y no seguirle. Este es nuestro compromiso de hoy, de todo el año y de toda la vida, seguir a Cristo Rey para construir su reino. Seguir a Cristo Rey será ponernos a construir su reinado de paz, de amor, de servicio, de perdón, de acogida, de fe. Para ello está en la cruz para llevarnos a ese reino, para alentar nuestra tarea en que todos lleguemos un día al Reino de los Cielos. Pidamos a ese Rey de la Cruz que hoy celebramos que nuestro cristianismo recupere la emoción y el entusiasmo de seguirle con valentía. Que el Señor instaure en nosotros su reino, el reino del amor, de la verdad y de la vida. Que Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestras familias, en la sociedad y en la Iglesia.
Oración final
Cristo Rey...
Reinas desde la cruz, derramando tu sangre por nosotros...
reinas en la verdad y la justicia...
reinas en amor total hasta dar la vida por los demás...
reinas en la sencillez y humildad de la fidelidad...
reinas en el amor incondicional...
reinas en el amor gratuito y desinteresado...
reinas en el perdón y la misericordia...
reinas en la sencillez y confianza de un niño...
reinas en la entrega desinteresada a los demás...
reinas en los que son perseguidos por causa del bien...
reinas en los que te dan a conocer y anuncian tu Buena Nueva...
reinas en los que saben esperar contra toda esperanza...
reinas en los que hacen de tu Palabra su estilo de vida...
reinas en los que buscan el reinado de Dios...
reinas en los que tienen a Dios como Padre...
reinas en los que viven como hijos de Dios...
reinas en los que muestran tu proyecto de amor en sus vidas...
reinas en los que viven por y para ti. Amén
Comentario al Evangelio del 20 de noviembre de 2022, por José María de Valles, delegado diocesano de Liturgia. Emitido en “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Palencia