Homilía de nuestro obispo y retransmisión de la Ordenación Diaconal de Carlos Cerezo y Juan Antonio Eleno

En la tarde de hoy, domingo 30 de abril, la Catedral de Palencia acoge un acontecimiento de alegría para nuestra Diócesis. Carlos Cerezo y Juan Antonio Eleno (viudo y casado respectivamente), son ordenados diáconos permanentes en una ceremonia presidida por nuestro obispo.

 

HOMILÍA DE NUESTRO OBISPO EN LA ORDENACIÓN DE DIÁCONOS

 

1.- Saludos.

2.- Seguimos celebrando la pascua, la resurrección del Señor. Nos lo recordaba San Pedro en la primera lectura de hoy: Conozca toda la casa de Israel que el mismo Jesús, al que vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.

Pero Él sigue relacionándose con nosotros. Dos imágenes se nos ofrecen hoy en la Palabra de Dios: Jesús es la puerta y el buen pastor.

Jesús es la única puerta que da acceso al Padre, a la salvación, esta no viene de lo que somos, tenemos o fabricamos; es un don gratuito que se nos da por la fe. La verdadera puerta no es la ley de Moisés, ni las ideologías, ni personas, ni grupos que nieguen la libertad, la dignidad del ser humano. Jesús es la puerta que nos abre la posibilidad de la paz, la justicia, la belleza, la bondad, la verdad y la felicidad, es la puerta al auténtico progreso humano; una puerta que protege a la familia, pero nos libera del encierro en nosotros mismos. Nos hace libres, hijos y hermanos libres, para poder entrar o salir. Entrar para experimentar amor, perdón, ternura, salir para llevarlo a los demás.

La otra imagen es Jesús, el Buen Pastor. El salmo nos invitaba a reconocer su amor por las ovejas, nos cuida, nos guarda, nos lleva a fuentes que reparan, nos protege en las dificultades, en las cañadas oscuras de la vida, nos prepara una mesa, su misericordia nos acompaña siempre. No ser ladrón que roba, saquea, da muerte y destruye, que roba el espacio en la Iglesia a los laicos, que roba la libertad con despotismo. No quita nada, lo da todo.

Tenemos que descubrir la entrada a la puerta; es la conversión a Jesús, el vivir como bautizados, no sólo de nombre y acción sino con la vida, ser personas inundadas del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu y que lo manifiestan en sus obras; la puerta es el hombre, el servicio al hombre. Como ovejas de su rebaño tenemos que reconocerle, oír su voz, vivir con Él, convivir, comunión de vida con Él, y como nos dice san Pedro en la II Lectura seguirle, seguir sus huellas, aunque cueste sufrimiento por hacer el bien.

Esto es válido para todos; todos tenemos que seguir sus huellas; desde nuestro bautismo cada uno tenemos este don de ser amados, pero también esta tarea, una vocación: ser testigos de Jesús, de su vida nueva. Cada uno tiene que vivirlo en su vida y circunstancias como casados, solteros, religiosos, religiosas, presbíteros y yo como obispo. Ser de puertas abiertas, no cerradas por el egoísmo, el individualismo, la indiferencia frente al dolor, al sufrimiento, a la injusticia. Seamos hombres y mujeres de puertas abiertas, de las puertas de nuestras casas abiertas a los vecinos, a los emigrantes y refugiados; las puertas del corazón abiertas a todos. Y vosotros, Carlos y Juan Antonio como diáconos.

La palabra diácono significa servidor. Es lo que hizo Jesús; no vino a ser servido sino a servir. Lo expresó a lo largo de su existencia; no vivió para sí, sino para los demás hasta dar la vida en la cruz. Pero antes de morir lo expresó en el lavatorio de los pies. Servir a los demás; servir como Cristo, por amor, porque el amor es lo que eleva el servicio y dignifica al que sirve. Servir a todos la palabra de Cristo, el Cuerpo de Cristo, el amor de Cristo. Servir sabiendo que lo que debe marcar nuestro servicio no es nuestro parecer, sino la necesidad del otro, al débil al necesitado, al que sufre, al que tiene hambre, o sed, aunque en ocasiones abusen de nosotros; servir para que tengan vida y la tengan en abundancia.

En este día quiero hacer una petición: Orad por las vocaciones, al matrimonio, a testimonio cristiano de laico, a la vida consagrada, al ministerio ordenado, particularmente al presbiterado. Tenemos seminario, pero no hay nadie. Y necesitamos sacerdotes. Miro al futuro y me preocupa nuestra situación. Hoy somos pocos presbíteros y mayores, pero ¿y mañana? Oremos al Señor, pidamos y cansemos al Señor Es su Iglesia, esta Iglesia de Palencia que en otros tiempos ha tenido muchos misioneros, muchos ministros y servidores de la comunidad, muchos pastores y hoy…

Este pastor bueno, el Buen Pastor, nos prepara una mesa, la Eucaristía, la de su servicio y amor. Aquí nos sirve, aquí se da a si mismo como alimento, aquí repara nuestras débiles fuerzas, aquí nos guía, aquí nos unge, nos persona, nos cura, nos reúne; que comamos la eucaristía, que seamos lo que comemos, otros Cristo que se dan, se entregan, que sirven por amor.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA

Obispo de Palencia