La fiesta del Corpus nos trae a la memoria la solemne procesión con el Santísimo, las calles alfombradas de flores y altares primorosamente dispuestos en el recorrido de la procesión para adorar a Cristo en la custodia y recibir la bendición entre cantos e incienso. Todo este contexto nos sitúa en un ambiente muy especial de nuestra celebración. Expresión todo ello de devoción, de respeto, de adoración y admiración al Señor que amamos y dueño de nuestra vida.
Pan
Pan de los ángeles, maná celestial y pan vivo bajado del cielo son expresiones que la liturgia nos ofrece hoy para hablarnos de Dios. Palabras todas que se refieren a la Eucaristía, centro de esta fiesta. Sin el pan no podemos vivir, sin la Eucaristía, pan de Dios, no hay vida creyente.
Queremos recordarnos el mensaje central de este día del Corpus Christi que no es otro que vivir la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Recordamos con especial ahínco que el pan y el vino se convierte en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, alimento para la vida eterna. Hoy expresamos con toda solemnidad que la Eucaristía nos une a Cristo quien nos alimenta y fortalece la fe. Toda nuestra celebración nos invita a comer el pan celestial con nuestros hermanos para recorrer juntos el camino de la salvación.
Viático
En la secuencia antes del evangelio leemos que el pan de los ángeles se hace viático para nosotros. Conviene refrescar el significado de esta palabra que ha restringido su uso para expresar la comunión llevada a los enfermos. Pero en su primera acepción el término viático hace referencia al conjunto de provisiones o dinero que se le da a una persona, especialmente a un funcionario, para realizar un viaje. Se entiende que no podría llevar a cabo ese viaje sin ese sustento, sin esas provisiones y dineros. Recuperemos este significado para expresar la fiesta del Corpus. Nos recuerda que el Pan de Dios, el pan eucarístico es nuestro viático, sustento necesario para hacer el viaje hasta el encuentro definitivo con Dios. Por ello, el Cuerpo de Cristo, viático para la vida eterna, lo procesionamos, de modo que todos sepan qué lo necesitamos para caminar hasta el cielo.
Comensales en la mesa celestial
Hablar de pan y de vino es hablar de comida. Y el Señor hoy especialmente nos invita a comer su carne y beber su sangre. Si queremos tener vida y vida para siempre tenemos que comer de ese pan nos pide el Señor. A esa mesa de amor, de pan sabroso y vino generoso, el Señor quiere vernos sentados para enseñarnos a compartirlo y repartirlo. Ese banquete es signo por tanto de caridad y de amor entre nosotros. Por ello la Iglesia nos invita a vivir la Caridad con los más necesitados. No podemos comer solos. Nos apremia el compromiso de compartir el pan de Dios con los hermanos. No seremos comensales de la mesa celestial si antes no hemos sentado a nuestra mesa a nuestros hermanos, y hemos compartido y repartido nuestro pan de amor, de servicio, de generosidad y entrega con ellos. Así descubrimos que no podemos separar la Eucaristía de la Caridad. Esta será la manera de hacer de la Eucaristía, el sacramento más grande y el mayor regalo que Dios nos hace.
Descubramos hoy que nuestro Dios nos alimenta, nos nutre y fortalece con su Cuerpo y Sangre. Hecho pan, alimento y bebida sostiene nuestro caminar. Que hoy fiesta del Corpus Christi sigamos gritando al mundo en que vivimos: contemplad y adorad a nuestro Dios que se nos da como PAN DE VIDA. Que la presencia del Señor, hecho sacramento de vida, llegue a todos los hombres y a todos los lugares de nuestras calles, de nuestras casas, de nuestras ciudades y pueblos.
Comentario al Evangelio del 11 de junio de 2023, por José María de Valles, delegado diocesano de Liturgia. Emitido en “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Palencia.