Comenzamos hoy con una curiosidad sobre la palabra oración. Comienza con ora y continúa con acción. La última letra de la primera palabra es a su vez la primera letra de la segunda formando un todo inseparable. Así podemos resumir la enseñanza de este domingo. Orar y trabajar no son dos cosas diferentes sino la misma para los seguidores de Jesús.
Dos espacios, dos tiempos
En el mensaje de Marcos de presentar a Jesús como el Mesías hoy se nos descubren algunas claves de la actuación salvífica del Señor.
El texto se inicia con la salida de Jesús y los apóstoles de la sinagoga. Un tiempo de oración. Un espacio de encuentro con Dios y la comunidad. Y acaba con el mismo gesto de retirarse a orar ahora a un lugar solitario, a un espacio de soledad y silencio. En medio, otro tiempo de acción para la curación de la suegra de Pedro y de muchos otros enfermos que le llevan. Un tiempo para obrar el bien, para sanar el dolor y la enfermedad. Nuestra vida cristiana también debe contar con espacios y tiempos para el encuentro con Dios y los hermanos, y momentos y lugares para actuar y trabajar en favor de los demás.
Oración y acción forman parte de la vida de Jesús. De la oración sale la acción, y esta acción a favor de los hombres devuelve a la oración con el Padre.
Una acción
La construcción del Reino de Dios exige seguir el mismo proceso del Señor. Partir de la oración para ir a la acción y de nuevo volver a la oración para seguir con el anuncio y la predicación.
Los dos platillos de la balanza se deben equilibrar para no perder el auténtico estilo de vida de Jesús. Perderemos el sabor genuino del Maestro si eliminamos uno de ellos. Seguirá siendo una constante tentación en nuestro seguimiento de fe querer conformarnos con una sola cosa. Ya en el siglo V san Benito lo proponía a sus monjes al redactar su ´regla de vida para que unieran la oración con la acción. Ora et labora les propone como camino de seguir con fidelidad al Señor. Trabajar para orar y orar para trabajar es una misma cosa, una misma acción y si queremos imitar al Maestro no podemos separarlas.
José María de Valles – Delegado diocesano de Liturgia