Palabra y Vida - Responder al Amor y a la Amistad

Palabra y Vida - Responder al Amor y a la Amistad

Después de habernos propuesto permanecer junto a Jesús con la imagen de la vid el domingo pasado, hoy, san Juan nos lleva al cenáculo, la tarde del jueves santo, a escuchar el discurso de despedida del Señor. El amor centra el mensaje de sus palabras. Estamos ante el discurso y las palabras más importante que Jesús quiere dejarles a sus discípulos.

 

Amor

El discurso circular de Juan que hoy leemos comienza y acaba con el mandato del amor. Se inicia con el amor de Dios Padre a todos, para concluir con el amor que debemos tenernos todos nosotros y en el medio el amor de Jesús a su Padre y a nosotros, sus amigos. Queda así cerrado el círculo del amor. Dios ama, nos ama en su Hijo y nosotros debemos amar de la misma manera. Sobre el amor y del amor hablamos tanto y de tan diferente manera que apenas nos ponemos de acuerdo ni para vivirlo ni para explicarlo. Es una palabra desgastada y que ha perdido contenido. Supongo que les sucedía lo mismo a los discípulos. Por ello Jesús quiere darles esta lección de amor, explicándoles cómo hay que amar. La enseñanza sobre el amor comienza explicando Dios nos ama. El amor de Dios a Cristo se convierte en modelo, el amor de padre, el amor en plenitud del que da la vida. Este amor propone Jesús a sus discípulos. Lo valioso del discurso de Jesús radica en concretizar la forma de amar y, por tanto, de manifestar el amor. La referencia válida para amar está en Dios. Como Él nos ama debemos amar nosotros.

 

Amistad

De ese amor, entendido al estilo de Dios y por lo tanto de Jesús, emana una nueva relación entre Él y sus discípulos, que significa una nueva relación entre Dios y nosotros. Ya no será en adelante una relación de servidumbre sino de amistad. Para Dios no somos siervos, sino amigos. Eleva la categoría de relación entre Jesús y nosotros al de la amistad y una amistad especial, capaz de darnos todo, hasta su vida. “Vosotros sois mis amigos” con esta frase, Jesús nos regala su amistad. Los discípulos necesitan asumir una nueva relación con Jesús, no sólo en ese momento, sino después de su resurrección. Sorprenderá este concepto novedoso de ser amigos de Dios. Nunca lo hubieran imaginado. Su seguimiento a Jesús requería a partir de ahora una nueva comprensión. Jesús les admite como amigos y amigos a los que les da todo su amor y toda su vida. Lo entenderán un poco después cuando comprendan que su amor a ellos le ha llevado a dar su vida. Sabrán, en adelante, sentirse amigos y por lo tanto también responder a esa amistad con el mismo amor. Amistad que nos exige compartir la vida, el tiempo, las ilusiones y esperanzas con el Amigo. Amistad que nos brinda ayuda y en la que podemos encontrar aliento y ánimo en momentos de decaimiento. Necesitamos de la amistad de Dios para superar la soledad, para afrontar la vida y para encontrar la razón de nuestra fe. ¿Vivimos esta amistad?

 

Os he elegido yo

De toda esta lección sobre el amor, Jesús quiere dejar claro que la iniciativa parte de Él, que todo nace y tiene su origen en el amor que Dios nos tiene que se adelanta a proponernos su amor y la forma de amarnos. Cuando a uno le gustaría ser protagonista de las decisiones que tomamos y especialmente del deseo de seguir y amar a Dios, nos sorprende que la iniciativa la tome Dios. Dios que es quien dirige y propone la vida y, por lo tanto, la forma de vivirla. Concretiza así el origen del amor que debemos a Dios. Ha sido Él quien nos ha elegido, el que se ha adelantado a amarnos, Él quiere contarnos entre sus amigos. Radica aquí el valor de su mensaje de amor mostrándonos confianza y seguridad. Todo depende de Dios. Desde esta perspectiva sentiremos que somos mimados por Dios que nos lleva en su corazón de Padre. Pidamos por tanto vivir el compromiso de responder a ese amor de Dios con nuestra amistad.

 

José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia