En la mañana de hoy -en el curso de la rueda de prensa de presentación del Día de la Caridad y la Memoria 2023 de Cáritas Diocesana- y una vez respondidas las preguntas referidas a este tema... la prensa palentina ha solicitado a Mons. Mikel Garciandía su opinión al respecto de la situación generada en el monasterio de clarisas de Belorado.
Compartimos las palabras íntegras de nuestro obispo y la transcripción de las mismas.
Como obispo de Palencia y tras unos meses aquí, ¿cómo ha vivido un poco el problema que ha surgido con las clarisas de Belorado?
Bueno, yo distinguiría dos cosas. A mí, por una parte, me duele el dolor de las monjas que en Palencia he podido hablar con ellas. Es una situación... en la que mujeres, sobre todo -también tenemos a la Trapa- que viven una vocación de entrega absolutamente radical y en una limpieza maravillosa, se ven metidas en un torbellino en el que, claro, a veces el tratamiento no es el más adecuado.
Entonces yo, por una parte, diría que me da la impresión de que lo que ha pasado en Belorado es un cúmulo de circunstancias que han confluido de una manera... catastrófica. Entonces no voy a entrar a valorar más allá de esto.
Se han dado una serie de circunstancias y este es el primer punto: el dolor de la vida monástica en Palencia por verse envueltas en un escándalo en el que nunca hubiéramos imaginado que iban a entrar estas mujeres.
Y luego, en segundo lugar, yendo más allá, a mí como obispo me preocupa... que la situación de los monasterios en general es muy volátil, es muy frágil, porque nos encontramos con colectivos ya muy disminuidos, muy entrados en edad, donde las pocas entradas que tenemos son personas de ámbitos culturales muy distintos, donde ese engarce y ese empaste es complicado.
Entonces yo me iría hacia el planteamiento preventivo. Cómo nosotros vamos a estar ahí apoyando a todas estas mujeres que están viviendo de una manera bastante extrema y muy heroica en todo caso. Y la reflexión que yo me hago es que tenemos que acogerlas, vincularlas, apoyarlas a nivel de lo que son las parroquias, los propios ayuntamientos -que hay que decir que algunos de ellos están trabajando de una manera maravillosa- y que hay muchísima gente que vela por ellas.
No estoy diciendo que no se las está cuidando y atendiendo, pero sí que este va a ser un tema en los próximos años muy importante. Cómo nos vamos a situar y cómo vamos a ir acompañando... y eso también implica una responsabilidad por parte de la Iglesia: mujeres que lo han dado absolutamente todo van a estar en una situación precaria y que van a requerir de la ayuda de todos nosotros.
Si lo hacemos así, casos como este que ha explotado se convertirán en algo absolutamente imposible. Porque a mí -ya concluyo- lo que más me choca de toda esta historia es que cuando una persona va a una institución eclesial diciendo que es sacerdote o diciendo que es obispo... la primera pregunta y la más obvia es de dónde y quién lo ordenó a usted.
Todos vosotros sabéis que yo estoy en Palencia porque pasó algo en la Catedral el día 20 de enero y es algo absolutamente público y notorio. En la Iglesia Católica justamente la jerarquía tiene un perfil muy público y muy social para evitar este tipo de problemas. Y aquí se ha dado una confluencia desgraciada de factores. Lo que a mí me lleva es, como os digo, a tener mucho cuidado y tener mucha cercanía... y esa “cultura del cuidado” que tenemos que tener -que Caritas la tiene muy clara- yo la haría extensiva a todo lo que son las facetas de la Iglesia.
¿Tenían noticia desde la Diócesis... de lo que estaba pasando en Alar, con ese “seminario de vocaciones adultas”?
Sí, por supuesto. Yo cuando llegué a la diócesis... bueno, y antes que esto, a mí ya don Manuel me informó que había ahí una pequeña comunidad que era ajena a la Iglesia Católica. Él para evitar ambigüedades, porque estas personas -con su indumentaria y su porte- justamente se hacen fuertes porque pretenden ser mucho más católicas que nadie.
Él emitió una nota en la que simplemente informaba, fundamentalmente, a la gente de la comarca y de los habitantes de Alar, de que estas personas no pertenecen a la Iglesia Católica. Con eso no estamos denigrando, sino simplemente describiendo que una cosa es la Iglesia Católica y otra cosa es colectivos con la pretensión que sea.
Entonces, en cuanto yo llegue también a la diócesis, el equipo de gobierno me volvió a recordar esto que me había dicho don Manuel, y yo confirme aquella nota simplemente diciendo que estas personas no pertenecen a la Iglesia Católica.