Un viaje para ser capaces de mirar bien, de escuchar bien con el corazón

Ayer 9 de junio, a las 12:30h en la Iglesia parroquial de Santa Marina se reanudaron en nuestra Diócesis la misas para las personas con discapacidad, que fueron suspendidas con motivo COVID-19. Nuestro obispo, Mons. Mikel Garciandía Goñi, fue quien presidió esta primera Eucaristía.

Las misas con personas con discapacidad se celebrarán una vez al mes, en una parroquia diferente en cada ocasión. Quieren apoyar el derecho a lo espiritual de las personas con discapacidad y promover su participación en las parroquias.

Estas celebraciones estarán diseñadas para ser participativas, con la colaboración activa de personas con discapacidad y la inclusión de servicios de lengua de signos, audiovisuales y música para que todos puedan seguir y entender la ceremonia.

 

 

En su homilía, D. Mikel comenzó afirmando que todos, en alguna medida, podríamos definirnos como personas con discapacidad y que en “el Evangelio se nos propone un camino que nos va haciendo poco a poco ser capaces de mirar bien, de ser capaces de escuchar bien con el corazón”.

Así, ya en el Genesis nos encontramos “que nuestros primeros padres tenían un problema a la hora de mirar a Dios” y que los que estaban junto a Jesús “tampoco eran del todo capaces de entender qué llevaba Jesús en su corazón”.

Por eso “Jesús nos invita a viajar con Él. Es un viaje espiritual, es un viaje que se da dentro de nosotros, y es también un viaje que se da entre nosotros y con todo el mundo”.

 

Viajar

Un primer viaje que iría “de un Dios que lo sentimos lejos” a un Dios “que lo tenemos muy cerca”. Un viaje en el que cada uno de nosotros tendría que preguntarse “¿Cómo es mi imagen de Dios?”. Jesús nos dice que ha venido porque quiere “hacerse uno con nosotros, quiere hacernos su familia” y por esto le pedimos al Espíritu que “queremos ver que Dios siempre está muy cerca”.

Un segundo viaje que va “desde el miedo hasta la confianza”. A veces Dios nos da miedo y nos escondemos de Él. Nos anima a preguntarnos dónde estamos cuando hay gente que nos necesita y no nos encuentra. Hoy Dios nos invita a confiar en Él y a vivir siempre en su presencia, pues “Dios está siempre con nosotros”.

Un tercer viaje podría ser el que va “desde la ignorancia hasta el conocimiento de Dios”. A veces, por desconocimiento o ignorancia, nuestro Dios nos parece “un Dios que no es del todo verdadero. Jesús sorprendía y escandalizaba porque presentaba a un Dios amigo de todos”. Un viaje para llegar a conocer a un “Dios que se encuentra con nosotros siempre, y que te necesita a ti y a mí”.

 

La familia

Para Jesús, “su familia no es sólo la familia de sangre, no son sus parientes de Nazaret” y nos dice algo maravilloso: “Él te quiere adoptar como su madre, como su hermana, o como su hermano”. La pregunta es si estamos dispuestos a “incorporar a Jesús en nuestra vida. Si estamos dispuestos a que Él esté en nuestra casa, en nuestro corazón, no solamente algunas veces de visita, cuando nos van las cosas mal, cuando tenemos algo que pedirle”. La pregunta es “si estamos dispuestos a ser su familia”.

Si estamos dispuestos y acogemos a Jesús en nuestra vida, en nuestro corazón, “eso nos convierte a todos nosotros en la familia de Dios. Nuestra vocación es cuidarnos y cuidar a los que tenemos cerca”. Por eso “ojalá esta Eucaristía que hemos reemprendido después de unos cuantos años signifique que tenemos que trabajar para vernos más a menudo. Si somos familia, y esto es verdad, esto quiere decir: cercanía, conocernos y cuidarnos”.

 

Atreverse a viajar

D. Mikel finalizó su homilía pidiendo que “nos atrevamos a viajar: de estar lejos, a estar cerca; de tener miedo, a tener confianza; de ignorar a Dios, a encontrarnos con Él siempre; de sentirnos separados a formar parte de la única familia de Dios”.