No siempre en la vida tenemos todo. A veces nos faltan cosas importantes y otras veces perdemos cosas valiosas. Llega un tiempo en que nos falta la salud. En otro momento carecemos de trabajo. A veces carecemos de afectos y perdemos los cariños de los que queremos. La vida siempre nos propone dificultades. ¿Cómo solucionarlas? ¿Qué remedio encontrar ante tales problemas? ¿A quién recurrir para encontrar respuesta? Sobre esto nos habla hoy el evangelio.
Acercarse a Jesús
Dos personajes protagonizan hoy el evangelio. Los dos sufren y buscan solución a sus problemas. Los dos igualmente están llenos de fe en Jesús. Uno es humilde y el otro es importante. Pertenecen a dos clases sociales diferentes. Uno es mujer y el otro, hombre. A los dos les une el deseo de acercarse a Jesús para encontrar en Él la respuesta y solución a su problema.
La mujer lleva años queriendo recuperar la salud. El hombre tiene enferma también a su hija y busca para ella remedio y solución. Los dos buscan a Jesús para encontrar la curación. Cada uno con un estilo diferente. Los dos confían en que Jesús es la respuesta. Los dos acuden a Él. La mujer de una forma anónima, sin querer que nadie se entere. Con temor, en silencio y queriendo pasar desapercibida. Como esperaba y deseaba al tocar su manto recobra la salud. El otro personaje se acerca a Jesús de un modo totalmente diferente. Va de cara, le pide el favor abiertamente ante los demás y cuando cree que ya no hay razón para la solución se retira. Pero haberse acercado a Jesús no quedará sin recompensa. Cuando ya no puede solicitar la salud porque le dicen que su hija a muerto, Jesús le insiste en que tenga fe.
Dos propuestas que pueden ser referencia para todos nosotros. Sea cual sea nuestra condición, sea cual sea nuestro problema si tenemos fe para acercarnos a Dios estamos en el buen camino de encontrar la solución. Preguntémonos si contamos con esa fe de creer que Dios es quien solucionará nuestros problemas, sean los que sean.
Contigo hablo
Pero el personaje central del evangelio es Jesús. No sólo porque sea la solución a los problemas que le presentan sino por su forma de actuar. En los dos casos no se limita a hacer las curaciones. Necesita hablar, dirigirse a ellos, entablar ese diálogo con ellos y expresar que la solución está siempre en sus palabras. A la mujer que quería pasar desapercibida Jesús la busca entre la multitud y se acerca a él. “Tu fe te ha salvado, vete en paz” la dice y con estas palabras la recupera ante los demás poniéndola como ejemplo de fe. Y quien venía asustada y temblorosa vuelve fortalecida y orgullosa de su obrar. En el segundo caso, al llegar a casa del jefe de la sinagoga se dirige a su hija para hablar con ella. “Contigo hablo, levántate” son las palabras de las que emana el poder de la curación.
Todo el relato, por tanto, nos presenta el modo de actuar Dios con nosotros. Si con fe acudimos a él encontraremos la solución a nuestra vida en sus palabras. Nos pedirá que dialoguemos con él para que encontremos la paz y podamos levantarnos de tantas situaciones de muerte, de enfermedad, de dolor y de sufrimiento en las que vivamos. El compromiso de hoy es acrecentar nuestra confianza en la Palabra de Dios, darla nuevo valor y creer que de ella emana el remedio y la solución a nuestros problemas.
José María de Valles - Delegado diocesano de Liturgia