Palabra y Vida - Esforzarnos en seguirle

Palabra y Vida - Esforzarnos en seguirle

Al comenzar un nuevo año pastoral, dejado atrás el verano y el descanso estival, reiniciamos el camino del seguimiento que Jesús de nuevo nos propone. El evangelio de este domingo nos viene como anillo al dedo para centrar nuestro seguimiento al Señor y encontrar respuesta a ese seguimiento.

 

CAMINAR CON EL SEÑOR

Jesús establece un diálogo con sus discípulos según van de camino. Ejemplo maravilloso en el que descubrimos la pedagogía de Dios que quiere establecer un permanente diálogo con nosotros. Las preguntas del Señor no son superficiales sobre el tiempo o en torno a los acontecimientos diarios, sino que se dirigen a lo profundo del corazón y del ser del hombre: ¿qué dice la gente de Dios?, ¿quién es Dios para ti? Preguntas que ya no nos hacemos e incluso nos da vergüenza y reparo responder.

A primera vista la respuesta no tiene mucha complicación. Entre esas respuestas incluiríamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo y podríamos añadir respuestas actuales como un desconocido, un personaje histórico o un hombre extraordinario. Será Pedro quien atine con la mejor respuesta, Tú eres el Mesías esperado. Respuesta que aplaude Jesús y que pide que no lo haga público. ¿Es también esa mi respuesta?

 

PENSAR COMO DIOS

Pedro que da la respuesta buena luego se escandaliza cuando el Señor explica la misión del Mesías, cuando le cuenta qué debe hacer el Mesías para salvar a la humanidad. Pedro se resiste a aceptar que la entrega, el sacrificio y la cruz formen parte del plan de Dios para salvarnos. Pedro piensa como los hombres y no acepta otra idea que no sea la del poder para su Mesías. Jesús insiste en que debemos pensar al estilo de Dios y no al de los hombres al que continuamente damos un valor extraordinario. Debemos fortalecer la idea de que nuestro Dios para salvarnos no duda en dar la vida.

Seguir a ese Mesías, Jesús, además de un deseo, supone configurar nuestra vida a lo que Él nos propone. Tantas veces acomodamos nuestro seguimiento de acuerdo con lo que nos gusta y satisface y lo que el mundo y la sociedad nos propone. Nos ponemos las gafas del mundo para ver la vida y las personas, e igualmente para ver a Dios, al que nos gustaría despojar de su entrega sacrificio y cruz.

 

VENIR CONMIGO

El evangelio de hoy acaba con la invitación de Jesús a seguirle. Descubrimos aquí el compromiso para este nuevo tramo del camino. Debe resonar con entusiasmo en nuestros corazones esa invitación que se nos hace a querer caminar en la senda del Señor y junto al Señor. En ese camino descubriremos al Mesías. Será en el camino donde nos desvelará su vida, su entrega por los hombres y mujeres y nos mostrará su cruz donde nos alcance la salvación. Junto a Él y con Él aprenderemos a ver las cosas con sus ojos, a pensar como Dios y entender que la cruz forma parte innegociable de ese acompañamiento. Cómo Pedro podremos resistirnos y escandalizarnos que ésta sea la opción que el Señor nos propone. Seguimos, como Pedro, pensando a la manera humana y nos resistimos a creer que el peso de la cruz llegue a salvarnos. Los planes de Dios, tantas veces, no siguen los mismos criterios que los nuestros. Pedro y cada uno de nosotros pensamos que evitar el sufrimiento a toda costa es la manera fácil y sencilla de seguir al Señor. Pero ser discípulo del crucificado supone cruz y esto no parece ser negociable e implica llevar la cruz detrás del Crucificado.

Quién nos pide el esfuerzo de seguirle, nos dará fuerza para recorrer el camino junto a Él. Confiemos en el Señor.

 

José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia