Acabamos el año litúrgico. Cada domingo hemos celebrado el día del Señor y este último domingo lo dedicamos especialmente al Señor bajo el título de Rey, como homenaje a lo que es para nosotros. Título que cada vez empleamos menos para referirnos a Cristo porque parece no estar en sintonía con los tiempos actuales.
JESÚS ES REY
La primera petición que hacemos al rezar el Padrenuestro es pedir que venga a nosotros tu reino. Pedimos que el reino de Dios forme parte de nuestra vida y, por tanto, damos por supuesto que queremos que Jesús sea rey. El mismo Jesús dará esa respuesta a Pilatos: tú lo dices, yo soy rey, para esto he venido. A pesar de que nuestra sociedad tiene alergia a la autoridad, seguimos queriendo construir un reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, amor y paz. Y de ese reino sólo puede ser rey, Cristo. Ante la tentación de vivir sin someternos a nadie, en aras de una nueva libertad, seguimos apostando porque Jesucristo sea Señor y Rey de nuestras vidas y personas. ¿Qué miedos y qué dudas nos surgen para reconocer a Cristo como rey? ¿Nos avergonzamos de que reine en nuestro corazón y en nuestra sociedad? ¿No nos sentimos parte de su reino?
GLORIA Y HONOR, A TI SEÑOR JESÚS
La fiesta de Jesucristo Rey del Universo nos invita a hacer realidad esta respuesta que hacemos después de la lectura del evangelio y hoy hemos leído en la segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis. A nuestros Dios hoy queremos darle gloria, rendirle honores y que, en lenguaje creyente, decimos adorarlo. Fiesta para aprovechar la oportunidad de adorar y agradecer a ese Rey que en la cruz nos dio la vida.
No presumimos de un rey poderoso en riquezas y armas. Nuestro rey es el rey del amor y de la paz. A ese Dios, que no viste más que un manto sencillo y una corona de espinas, le damos gloria, le rendimos pleitesía y nos ponemos a su servicio. Queremos decirle que siga reinando en nosotros. Que el siga proponiéndonos vivir en la verdad, con justicia y sirviendo a los demás. Este rey es objeto de nuestro orgullo y queremos seguirle y serle fieles.
PROTECCIÓN
Conscientes de la dificultad de construir un mundo de paz y de justicia, conscientes de que no siempre reina la verdad entre nosotros nuestro mundo nos lleva a acudir y recurrir a Cristo para que gobierne, dirija, proteja, defienda y aliente en la consecución de un reino nuevo. Con la misma intensidad queremos también pedirle que no sirvamos a reyes que buscan riquezas, poderes y placeres.
Acabamos con un último deseo: expresar, en esta fiesta del Cristo Rey, nuestro ofrecimiento a colaborar con Él en la construcción de un reino nuevo. Dejar que dirija nuestras vidas para que valores como la verdad, el servicio, la justicia, la paz y el amor formen parte de nuestra vida de seguidores de este Rey.
José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia