El contexto del texto evangélico nos lleva a un ambiente festivo. Una boda, expresión gozosa del amor y de la vida, enmarca el primer acontecimiento o signo de la actuación de Jesús. Descubramos, en primer lugar, que la actuación de Dios con nosotros, sus hijos, acontece en la fiesta, en la alegría, en el aspecto festivo de la vida. No siempre tenemos esta percepción de la presencia de Dios. A veces se nos oculta que su actuación en nosotros es acontecimiento gozoso, alegre y por tanto maravilloso. No olvidemos que este escenario vital es el que nos regala el Señor.
INVITADOS
No será por tanto exagerado decir que nuestra vida es una boda, un tiempo de vivir con alegría el amor a Dios y a los demás. Y más importante aún será saber que a estas bodas está invitado Jesús. Junto a Él acuden su madre y sus discípulos, representando a la Iglesia. Tener esta concepción de la vida equivale a saber y querer que Dios forme parte de nuestra vida y esté presente en todos nuestros acontecimientos. Preguntémonos si están invitados Jesús y la Iglesia a mi vida cristiana y creyente. No deben faltar. Su presencia en aquellas bodas de Caná no pasó desapercibida. Gracias a su invitación aquellos novios encontraron la solución al problema de la falta de vino. La presencia de Dios y de la iglesia no será indiferente a nuestro vivir la fe, sino que será respuesta y solución a los problemas que nos enfrentemos.
¿NOS QUEDA VINO?
Porque, es posible, que muchas veces, a lo largo de la vida, nos falta el “vino” de la ilusión, de la alegría, del amor y nos veamos ante la carencia de todo ello y, como los novios de Caná, convertir la fiesta en un funeral. Está entre lo posible que se acabe la fiesta en nuestra vida y necesitemos el milagro de llenar nuestras vasijas de excelente vino. Pero antes de llegar a ello, debemos preguntarnos si nos queda vino que es tanto como preguntarnos si en nuestra vida hay suficiente alegría, vida, amor y servicio que dar a nuestros invitados a quienes con nosotros comparte la experiencia gozosa de la vida. Cuando vivimos con tristeza, cuando nos falta esperanza, cuando nos cuesta compartir y dar, estamos cerca de haber agotado el vino.
HACED LO QUE ÉL OS DIGA
Entonces puede suceder el milagro de Caná. Milagro que comienza cuando María descubra de forma callada nuestra necesidad y pida a su hijo que solucione el problema. Y junto a la petición a su hijo también nos dirá a nosotros que pongamos en práctica lo que Jesús nos dice. Descubrimos el poder intercesor de María ante nuestras necesidades. Signo de éxito será que María esté en nuestra vida. Y condición inapelable que, siguiendo sus palabras, hagamos lo que “Él nos diga”. Concluimos sabiendo que el gran milagro sucede siempre después hacer lo que el Señor nos propone y dice. Siguiendo sus palabras volverá la alegría a nuestra vida. Sin su presencia y sin acoger sus palabras nos faltará la fiesta.
José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia