El pasado 25 de enero, se celebró el Encuentro diocesano de Catequistas que llevó por título “Para que tengan vida”, y estuvo centrado en el tema: “Primer Anuncio y Catequesis. Pistas para una catequesis misionera”. Anunciar el Evangelio siempre y en todas partes... esa es la gran tarea que la Iglesia ha tenido desde sus inicios y que hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo un desafío. Clara Arza, delegada de Anuncio y Catequesis de la Diócesis de Bilbao, compartió su experiencia en esta misión en un contexto social cada vez más individualista, globalizado y cambiante.
Un mundo en constante transformación
Vivimos en una sociedad marcada por la individualización, donde la conexión con los demás se diluye y el sentido de comunidad parece desvanecerse. Sin embargo, este mismo individualismo trae consigo oportunidades: creatividad, innovación y mayor libertad para explorar la fe desde una perspectiva personal. La clave está en adaptarse a esta realidad sin perder el mensaje central del Evangelio.
La globalización también juega un papel determinante. Aunque ofrece múltiples posibilidades de conexión y aprendizaje, no está exenta de riesgos, como la pérdida de la diversidad cultural y la uniformización del pensamiento. En este contexto, la evangelización debe ser cercana, comprensible y sensible a los cambios constantes.
Las fracturas de la sociedad y el papel de la fe
Uno de los síntomas más preocupantes de nuestro tiempo es la crisis de sentido que afecta especialmente a los jóvenes. Las tasas de suicidio juvenil reflejan una profunda fractura en la búsqueda de propósito y esperanza. A esto se suman la falta de solidaridad, el desapego social y la precarización en el ámbito laboral y familiar.
Frente a estos desafíos, la fe tiene un papel fundamental como faro de esperanza y guía en la incertidumbre. Pero esta fe no puede ser presentada de manera impositiva o dogmática, sino como una invitación a descubrir algo más grande, algo que trasciende y da sentido a la existencia.
¿Transmitir o anunciar la fe?
En un mundo donde la transmisión de la fe ya no ocurre de generación en generación como antes, la pregunta es inevitable: ¿estamos en tiempo de transmitir o de anunciar la fe? Clara Arza lo tiene claro: es momento de anunciar, de salir al encuentro del otro, de presentar la fe de forma accesible y significativa.
Las sociedades laicas y plurales en las que vivimos no deben verse como un obstáculo, sino como una oportunidad. Muchas personas no tienen prejuicios hacia la fe, simplemente nunca han tenido contacto con ella. Este es el momento para provocar preguntas, para sembrar inquietudes espirituales en quienes nunca han oído hablar de Dios o lo han hecho desde una visión distorsionada.
Un cambio de paradigma en la catequesis
La catequesis tradicional, que partía de una fe ya consolidada, debe dar paso a un enfoque más misionero. Es hora de dejar de asumir que las personas llegan con un conocimiento previo sobre Dios y empezar desde el primer anuncio, desde la curiosidad y la apertura.
Aquí es donde entra la “Opción Francisco”, que nos invita a mirar el mundo con compasión y misericordia, a dejar de lamentarnos por lo que se ha perdido y a enfocarnos en cómo podemos anunciar el Evangelio de manera auténtica en este nuevo escenario.
El regalo de la fe
La fe es un don, un regalo que cada persona puede aceptar, explorar o rechazar. Pero para que alguien pueda decidir, primero necesita conocerlo. En este sentido, la evangelización no debe ser una imposición, sino una propuesta honesta y atractiva.
Las comunidades cristianas deben preguntarse cómo están comunicando este mensaje, si realmente están generando espacios donde las personas puedan descubrir a Dios en su vida cotidiana. No se trata solo de hablar de Dios, sino de hacer visible su presencia a través del testimonio y la acción.
Retos y oportunidades
Los desafíos son evidentes: la secularización, la caída en la práctica sacramental, la crisis vocacional y el envejecimiento de muchas comunidades. Pero a la vez, existen oportunidades: personas que buscan sentido, que necesitan esperanza, que desean pertenecer a algo más grande que ellas mismas.
Las claves para la acción pastoral en este contexto pasan por asumir la realidad cultural en la que nos encontramos, dejarse guiar por el Espíritu Santo y volver al centro del mensaje: Jesús de Nazaret. Es necesario construir comunidad, generar experiencias de Dios y ofrecer una espiritualidad que no se limite a lo doctrinal, sino que transforme vidas.
Ser catequista hoy
El catequista no es simplemente alguien que transmite conocimientos, sino alguien que anuncia la fe con pasión, confianza y conocimiento de la realidad actual. Su misión es generar espacios donde las personas puedan encontrarse con Dios, experimentar su amor y decidir qué hacer con ese descubrimiento.
Hoy más que nunca, es esencial agradecer a quienes dedican su tiempo y esfuerzo a esta tarea, reconocer que el Espíritu Santo sigue actuando en el mundo y aceptar el reto de evangelizar con autenticidad y valentía. La fe sigue siendo un faro de esperanza en un mundo que, aunque cambiante y desafiante, sigue sediento de sentido.