Palabra y Vida - Un corazón fortalecido para dar buenos frutos

Palabra y Vida - Un corazón fortalecido para dar buenos frutos

El próximo miércoles con la imposición de la ceniza iniciaremos la Cuaresma. Cerramos hoy este primer ciclo del tiempo ordinario que retomaremos después del tiempo pascual. El mensaje que la liturgia nos propone para orar y reflexionar en este domingo se dirige a nuestro corazón donde radica la bondad de nuestro ser.

 

Una parábola con tres aplicaciones

El ciego que quiere guiar a otro ciego, el discípulo que se considera más que el maestro y quien se fija en los defectos de los demás ignorando los propios dibujan un comportamiento frecuente en nosotros. Comportamiento que expresa lo que en el corazón tenemos. El deseo de ser superior, el querer saber más y conocer los defectos de los otros son anhelos que salen de nuestro corazón. Y todos ellos censurables y que no hablan bien de nosotros. No son frutos buenos que podamos ofrecer a los demás. Jesús se lo explicó así a sus discípulos y, hoy, lo hace con nosotros porque seguramente todo ello demuestre que nuestro corazón necesita ser curado y fortalecido para dar buenos frutos, para que de él salga la bondad de nuestro comportamiento.

 

Revisa tu mirada

Con el paso del tiempo puede que tengamos que acudir a la óptica a revisar nuestros ojos. La miopía, las cataratas o la vista cansada suele aparecer a lo largo de nuestra vida. En el evangelio de hoy Jesús nos invita a revisar nuestros ojos. Puede que no veamos correctamente a los demás y a Dios. Tal vez y sin darnos cuenta vayamos perdiendo vista y quedándonos ciegos para no ver y creer. Jesús nos invita a recuperar la mirada y corregir nuestra visión para no caer en el hoyo, para no ver en los demás los defectos que en nosotros ignoramos y para evitar la hipocresía como conducta. Jesús curó a muchos ciegos, devolvió la vista a otros, hizo ver a sus discípulos el camino de la salvación. Dejemos hoy que él revise nuestros ojos y podamos verlo con claridad.

 

Atesora bondad en tu corazón

La perícopa evangélica de san Lucas, continuación de los Consejos evangélicos del domingo pasado, nos invita, por tanto, a tener un corazón sano y bueno. Con el paso de los años nuestros corazones sufren, adquieren cardiopatías y pierden la fortaleza de los primeros años. Esta imagen física y médica también podemos aplicarla al plano espiritual y analizar y chequear nuestro corazón. La razón del bien y del mal está en el corazón. Atesora en tu corazón mucha bondad para que de ella hable tu lengua es el consejo que hoy aprendemos en la liturgia. Lo necesitamos cada vez más porque el mal, sin querer, sigue saliendo de nuestros corazones. Rechacemos la hipocresía que se asienta en el corazón y no nos deja ser buenos árboles y dar frutos buenos.

 

José María de Valles - Delegado diocesano de Liturgia