“Anuncio e Iniciación Cristiana hoy”

Hoy miércoles, 12 de marzo, se celebra en la Casa de la Iglesia la tercera sesión del curso “Comunicar hoy la alegría del Evangelio”, organizado por el Centro Diocesano de Formación. En esta ocasión, para hablar del “Anuncio e Iniciación Cristiana hoy”, contamos con Jesús Rojano Martínez, salesiano y profesor de Teología en el Instituto Superior de Pastoral de Madrid.

Además de presencialmente podrá seguirse, a través del canal de YouTube de la Diócesis.

 

DIFICULTADES Y OPORTUNIDADES ACTUALES PARA EL ANUNCIO E INICIACIÓN CRISTIANA

 

- Confusión y lagunas en los procesos de iniciación cristiana. Además de la acción de Dios, la iniciación cristiana requiere un proceso de apropiación personal de la fe recibida. En el catecumenado cristiano de los primeros siglos tenía mucha importancia la redditio o acogida de la fe. Ejemplo: El escritor francés Emmanuel Carrere cuenta en su libro El Reino (2024) su conversión al catolicismo tras ser acompañado por una mujer católica muy carismática. Pero unos meses después abandona la fe y se pregunta por qué estaba tan convencido de su conversión y, unos meses después, de lo contrario. ¿Qué grado de certeza, de adhesión convencida a la fe hubo durante sus meses de católico convencido? Esa conversión superficial, con abandono posterior por falta de consolidación del proceso, se repite con frecuencia.

- Quiebra de la transmisión: la instantaneidad, la superficialidad y el prescindir de la sana tradición matan la capacidad de escuchar y transmitir buenas historias_ Eso casi imposibilita la transmisión de la fe, que según San Pablo “llega por el oído”.

- Una «cultura de ausencia de Dios». Habitamos una situación de indiferencia generalizada, donde “lo normal es no creer” (Ch Taylor). Lo vio bien Juan Martín Velasco. “En esta situación, para bien y para mal, la transmisión de la fe, si se opera, será a través de cauces propios, independientes de los que actúan generalmente en los procesos de socialización y de transmisión de la cultura”.

- Vivimos en una era de “ética de la autenticidad” (Charles Taylor). Nadie acepta una creencia o modo de vida si no se convence por sí mismo. Eso, que de entrada es positivo, suele ser olvidado en muchos procesos pastorales “ambientales”: no se personaliza la fe.

- Instalación en lo superficial. Decía San Juan de la Cruz que “Dios está en el más profundo centro del alma”. Es imposible acceder hasta ahí en un clima de superficialidad y de vida acelerada. Coincido con el teólogo jesuita Gabino Uríbarri cuando escribe que “la única manera de que fragüe positivamente la iniciación cristiana es una socialización cristiana que toque a fondo a la persona, de manera que llegue a moldear las capas profundas de su identidad... El desafío consiste en socializar en cristiano llegando a las capas hondas de la persona, al subsuelo donde se construye la identidad profunda”. La mayoría de las veces nuestros procesos pastorales, sobre todo con jóvenes, resbalan y no tocan las capas profundas de la persona, como si llevaran puesto un chubasquero.

- Cambios en la familia respecto a la fe. Es evidente que los padres y madres actuales apenas trasmiten la fe. Ellos la conocieron y quizá la recibieron, pero la han rechazado.

- Evangelizadores poco evangelizados. La mayor dificultad no la encontramos fuera sino dentro, de nosotros, los agentes pastorales. Del conjunto de la Iglesia puede decirse, como K. Rahner dijo de la de su país, que somos una Iglesia pobre en espiritualidad evangélica. Nadie da lo que apenas tiene… o ha descuidado

 

PROPUESTAS U OPORTUNIDADES PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE HOY

 

- Jesús en el centro. En tiempos de crisis, hay que volver a esencial, Jesús y su Evangelio, como hicieron Francisco de Asís, Ignacio de Loyola o Teresa de Jesús. En Evangelii gaudium 33-39 el papa Francisco invita a centrar la pastoral en el “corazón del Evangelio”.

- Regla de los tres D. El jesuita irlandés Gallagher propone la regla del triángulo de las tres “d”:

- preparar la disposición: ayudar a desbloquear el prejuicio frente a toda trascendencia de le cultura actual. Desde fuera, las vidrieras de una catedral parecen sucias y feas, solo el verlas desde dentro parecen bellas. Se necesita un trabajo previo para despejar prejuicios y “entrar”.

- favorecer la decisión de seguir a Jesús con madurez.

- dar herramientas para tener el coraje de ser diferente en un ambiente ajeno u hostil a la fe, pero sin dramatizar (“nos persiguen todos”).

- Dimensión mistagógica y experiencial. “La «transmisión de le fe» consiste en ayudar el sujeto a prestar atención a le Presencia originante de Dios en él. Se trata de posibilitar esa experiencia y suscitar le adhesión de toda la persona a la Presencia de Dios” (Juan Martín Velasco). «Dios no está lejos, cerca de ti está la palabra, en tus labios y en tu corazón» (Hch 17, 27; Rm 10. 8)...; pero hay que experimentarlo.

Para el teólogo checo Tomás Halík el principal reto de la Iglesia europea es el creciente interés por la espiritualidad, y dar respuesta a esa sed con una presentación viva y experiencial del Evangelio.

- Facilitar experiencias de trascendencia y ayudar o interpretarlas. A veces entramos en contacto con algo que nos supera de forma absoluta, y vislumbramos un más allá del mundo cotidiano “plano”. Son experiencias que se dan en contacto con la naturaleza, la belleza, experiencias éticas de descubrimiento del rostro del otro, pérdidas, nacimiento del primer hijo... “La conexión de las experiencias religiosas con las experiencias humanas fundamentales manifiesta un primer «lugar» hacia el que orientar la propuesta de la fe” (Martín Velasco).

- Amor al prójimo y a los pobres: más que una opción. Afirma Francisco que “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social” (EG 201), “no debe faltar jamás la opción por los últimos” (EG 195). La experiencia cristiana requiere vivir la vida humana a la luz de la fe en Dios. La fe auténtica implica en un mismo movimiento la apertura al Padre y el amor el prójimo. Es una advertencia importante para algunas metodologías evangelizadoras de moda que descuidan el compromiso por los pobres y necesitados.

- El lenguaje del testimonio. El testimonio es el lenguaje por excelencia para transmitir le fe hoy. Por algo llama el Apocalipsis a Jesús “el Testigo Fiel”. Pablo VI afirmó en Evangelli nuntiandi 41 que la gente solo escucha a los que dan testimonio con sus obras. En Francia ha hecho pensar a muchos el testimonio del gendarme francés Arnauld Beltrame, converso ya de adulto al catolicismo, que sacrificó su vida para salvar a una rehén en marzo de 2018.

- Las comunidades cristianas, sujeto primero de la transmisión. La fe ha de ser transmitida por comunidades cristianas coherentes, consistentes y habitables. La creación de un tejido comunitario atractivo es una tarea prioritaria. Afirma el Documento Final del Sínodo sobre los Jóvenes: “En las relaciones -con Cristo, con los demás, en la comunidad- es donde se transmite la fe” (DF 122). “Lo que evangeliza es la calidad de tales relaciones” (DF 128).

- Facilitar al sujeto un sistema significativo y coherente de mediaciones. “Trasmitir la fe supone el trabajo -añadido al del testimonio- de expresar la realidad en la que cree, en representaciones, imágenes, nociones, símbolos y formas de vida en los que nuestros contemporáneos puedan percibir el valor, la belleza y la verdad última que los creyentes veneramos como Dios” (Martin Velasco).

- Una fe hermenéutica. La persona creyente hoy ha de ser capaz de interpretar y explicar lo esencial de su fe elegida, consciente, madura... y saber “dar razón de su esperanza” (1Pe 3,15). Como decía Paul Ricoeur: “Mi cristianismo es un azar transformado en destino por una opción continuada”.