Normalmente, cuando uno acude a un espectáculo espera a que se apaguen las luces para que se llene el escenario. Pero el musical ‘Si Jesús hubiera tenido Instagram’ no es un espectáculo al uso, sino la culminación de un proyecto educativo que requiere de varios minutos antes de que comience la función para colocar en el escenario y en las tribunas que se levantan sobre el escenario del auditorio más grande de Valladolid, el del Centro Cultural Miguel Delibes, al gran coro que forman más de 300 niños por pase.
En este proyecto participan 453 escolares palentinos, acompañados de 14 profesores de los centros Don Bosco (Villamuriel de Cerrato), CEIP Gómez Manrique (Villamuriel de Cerrato), CEIP Pradera de La Aguilera (Villamuriel), Santa Clara de Asís (Palencia), CEIP Juan Mena (Palencia), CEIP Pan y Guindas (Palencia), Santa Rita (Palencia), CEIP Ángel Abia (Venta de Baños), San José (Palencia) y Santo Ángel (Palencia).
Minutos en los que se percibe la ilusión en las caras sonrientes de los niños —para muchos será la primera experiencia en un gran escenario; y para otros, tal vez, la primera y la última— y en el cruce de saludos nerviosos entre el escenario y el patio de butacas, entre los escolares y sus padres, madres, hermanos, hermanas, tíos y abuelos que podrán comprobar lo que han aprendido sus hijos, hermanos, sobrinos y nietos a lo largo del curso, principalmente, en la asignatura de Religión.
Probablemente, sea ese el mayor mérito de este proyecto que lleva el sello de Cantamor, la emergente productora de Goyo Casado (sacerdote de la Archidiócesis de Valladolid) y Sergio Merino (laico comprometido): haber logrado sumar fuerzas y esfuerzos para propiciar un signo de comunión entre todos los miembros de la comunidad educativa de distintos colegios e institutos, tanto de la ciudad como de los pueblos, tanto de la escuela pública como de la concertada, para poner en escena un musical en el que sus verdaderos protagonistas, el gran coro de niños con edades comprendidas entre los ocho y los 14 años, aprenden y, al mismo tiempo, enseñan cantando.
La línea argumental, muy sencilla pero efectiva, los prepara para cuando llegue el momento, si es que para alguno no ha llegado ya, de enfrentar y encajar las críticas en las redes sociales, donde una vez compartan sus contenidos difícilmente podrán controlar qué harán los demás con ellos, por eso hay que tener “cuidado”.
Algo así le ocurre a Juan, el protagonista, cuando le regalan su primer teléfono móvil en su 16 cumpleaños. Una herramienta “maravillosa”, como canta el propio Juan, que, sin embargo, lo alejará de su amiga, Vera, encarnada con dulzura por Amanda García, que recurrirá a su profesora de Religión, una divertidísima Maite Hernández, que les ayudará a descubrir que hay una “luz” que brilla más que la de las pantallas de los dispositivos electrónicos, la de un Dios que se reivindica para invitar a los escolares a inundar del “amor” que predicó Jesús las redes sociales, a ser, como diría San Francisco de Asís, instrumentos de su paz entre el mal que abunda también en la Red y que no se les oculta a los alumnos en este musical.
A medida que, a ritmo de pop, rock, swing e, incluso, reguetón avanza el musical, con la duración justa —aproximadamente, una hora— para mantener el pulso y la atención del coro y el público, el proyecto se confirma como una suerte de parábola del sembrador que, con humor, pero también con mensaje en sus canciones y en las coreografías del coro, apela a actuar como lo haría Jesús si hubiera tenido Instagram y a un uso responsable del teléfono móvil. También entre los padres que, en algunos momentos del musical, sacan sus dispositivos del bolsillo, a pesar de haberse pedido al inicio su desconexión, para inmortalizar, entre muchos otros momentos, el reproche de Juan y Vera cuando subrayan que quienes les piden no abusar del móvil abusan a menudo también de él.
La familia es un “pilar” en la educación de los hijos y así queda también dicho, como lo son los profesores, a los que se les brinda un merecido reconocimiento en este musical divertido, valiente y comprometido, con algunos momentos de gran calidad vocal por boca de Amanda (Vera) y Laureano Ramírez (Juan), con experiencia este último en musicales como ‘33’, ‘Peter Pan’ o ‘El Médico’, entre otros, y como corista de Isabel Pantoja. Un musical que arranca el aplauso del público y la esperanza de dar fruto, incluso, en los terrenos más pedregosos de internet.
Un musical que mira ya al del próximo curso, sobre la Inteligencia Artificial, según avanzan desde Producciones Cantamor, después de haber permitido subir al escenario a más de 3.500 niños de centros educativos de Valladolid y Palencia en los 10 pases programados del 26 al 30 de mayo en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Miguel Delibes y para los que aún quedan algunas (pocas) entradas.