Palabras de Antonio España S.J. - Provincial de España, en la Eucaristía de Despedida de los PP. Jesuitas de Palencia.
He podido venir pocas veces a Palencia: de pequeño, de camino de Santiago, de paso al norte, o de visita por el románico palentino. El desconocimiento no quita el dolor de la despedida de hoy donde la Compañía de Jesús deja esta ciudad. He podido comprobar la tristeza de jesuitas por la partida. También he visto el cariño de tantas personas de Palencia al enviarme sus miles de firmas de agradecimiento y de sentir por lo que hoy acontece. La cercanía y la comprensión del obispo nos han ayudado a digerir mejor todo. ¡Muchas gracias!
Con todo, es momento de agradecer y no de añorar. Agradecer ensancha el corazón y nos hace grandes. Agradecer pone los dones ante los ojos y no las ausencias; nos hace mirar con esperanza. Agradecer hace brillar la gracia que permanece dentro y nos invita a recibir más a Dios. Agradecer nos acerca a Dios de forma misteriosa y nos pone ante el sentido último y primordial de la vida.
Pero ¿qué agradecemos? Agradecemos la permanencia de la Iglesia en estas tierras. La Compañía es mínima pero la Iglesia se mantiene. La Madre Iglesia es la que nos mantiene en la fe y en el amor. Aprovechemos para crecer en ese amor que nos une a Dios por Cristo en la Iglesia.
Además, agradecemos el tiempo de la Compañía en Palencia. Según el P. Revuelta, palentino de pro e historiador, los jesuitas han estado 208 años antes de la expulsión de 1767 y otros 164 años tras la restauración de la Compañía en 1814. La suma nos lleva a 372 años aquí con el Colegio de San Lorenzo (luego seminario diocesano), Colegio de Carrión de los Condes (monasterio de San Zoilo, 1854-1959) y el templo y la residencia en Palencia de 1868-2018.
Palencia ha dado jesuitas ilustres a la Compañía: el P. Nicolás de Bobadilla (uno de los primeros compañeros de San Ignacio), el P. Francisco Estrada (gran predicador del silgo XVI), el P. Sisinio Nevares (gran iniciador del apostolado social, 1878-1946), el P. Nazario Pérez o el P. Federico Melendro (arzobispo de Nanking), el P. Adolfo Nicolás (misionero y General de la Compañía) así como intelectuales, transmisores de la fe, maestros, ejercitadores sabios...
Han sido años de gracias por clases, confesiones, eucaristías, predicaciones, Ejercicios, congregaciones marianas, misiones populares, sede de provinciales de Castilla y León, oficina de Misiones y su revista Lotos (el P. Francisco de Castro) y El Promotor (llevado por los H.H. Rueda y Núñez, ahora en el Grupo de Comunicación Loyola).
Todo ello nos abruma. Tanto bien recibido de Dios, tanto cariño a personas concretas que se abrieron a consejos, a la llamada de Dios, a trabajar por causas evangélicas... En todo ello está el paso de Dios que es más profundo que nuestros afectos. Este Dios nos sigue convocando y nos sigue animando a crecer en la fe, esperanza y amor. Estamos invitados a ello ante un futuro donde debemos seguir pidiendo por el crecimiento de la fe cristiana y de las vocaciones cristianas en medio de una sociedad secular y fría ante lo religioso.
¡Gracias, Palencia por tanto dado a la Compañía! ¡Gracias a cada colaborador por su pasión y por su generosidad! ¡Gracias por seguir adelante y por continuar la obra de la Iglesia!