Personas con discapacidad, el regalo de Dios y de los hermanos

Personas con discapacidad, el regalo de Dios y de los hermanos

Ya estamos en el mes de diciembre y la publicidad y demás “redes” nos abruman un poco para meternos en la vorágine del consumo, que si el “puente”, que la lotería, que si la navidad, así con minúsculas... Pero al comienzo del mes, el 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y el 5, el Día del Voluntariado, ambas instituidas por la ONU; fechas cercanas entre sí, que nos pueden invitar a ver la vida concreta con otra mirada y desde otros puntos de vista, el de las personas con discapacidad y el de la solidaridad.

A la vuelta de la esquina, la Navidad, con mayúsculas, la celebración del Nacimiento de Jesús, la que aconteció en la historia, sin edulcorantes, que no podemos desligar de su vida que, como dijeron sus testigos, pasó por ella haciendo el bien, liberando a los hombres y mujeres que estaban bajo todo tipo de opresión. Él miraba y trataba a las personas desde su dignidad de hijos de Dios, promoviendo la compasión y solidaridad.

El Evangelio de Marcos (2, 1-12), nos narra cómo una persona con parálisis fue llevada ante Jesús, por cuatro amigos, que no desistieron ante las dificultades que encontraron: Jesús estaba dentro de una casa y mucha gente impedía su paso, entonces se las ingeniaron y los cuatro amigos metieron al paralítico por el techo hasta llegar a Jesús. Y el encuentro entre el paralítico y Jesús tuvo lugar, y viendo la fe de los cuatro amigos, sanó a aquella persona, que se sintió acogida y liberada. Y por su propio pie comenzó una vida nueva alabando a Dios.

Varios aspectos importantes podemos señalar en ese texto:

- El poder de Jesús que se manifiesta en su acogida y su cercanía a todos, especialmente a los que sufren, que aportaba dignidad, sanación y una vida nueva.

- La necesidad del paralítico de encontrarse con Jesús.

- Jesús aprecia la solidaridad, la fe y la creatividad de los cuatro amigos (hoy podríamos hablar también de voluntarias o voluntarios) que comparten su vida con el paralítico.

Con respeto, podemos decir que todos somos un poco paralíticos, cada uno con sus carencias, pero también somos, todas las personas, por supuesto también las personas con discapacidad, como esos cuatro amigos/voluntarios que queremos, acompañándonos, favorecer el encuentro con Jesús, que nos da la vida, y con los hermanos. Esta es la experiencia, que compartimos desde la pastoral de la Discapacidad de la diócesis, que se enmarca en la Pastoral Caritativa y Social.

En época de regalos, podemos decir que el cariño y los apoyos técnicos y humanos que nos podemos ofrecer son de los más grandes, pero, favoreciendo también la alegría del encuentro con Jesús. Él, desde su fragilidad de niño, es el regalo de Dios. Ojalá que lo sepamos acoger y a su vez regalar.

Las personas con discapacidad, y las personas con discapacidad intelectual, desde su vulnerabilidad y humanidad, desde su solidaridad y desde su fe, nos humanizan y nos ayudan al encuentro con Dios. Ellas y ellos nos ayudan a descubrir el regalo de Dios y de los hermanos y el de la solidaridad.

Pastoral de la Discapacidad

Francisco J. Altuna, guaneliano