Discernir es hacer el ejercicio de analizar la realidad, sopesar los valores y los caminos, lo positivo y lo que no lo es, para elegir lo auténtico, lo que conviene, lo que aporta vida, positividad... Discernir para decidir, para optar. Buena parte de lo que somos es el resultado de las decisiones que hemos tomado.
Jesús vivió esta tensión no sólo en la experiencia del desierto, sino a lo largo de toda su vida, como aparece en la escena de Getsemaní y en el mismo Calvario.
En nuestra sociedad de la cultura líquida, los valores efímeros, lo subjetivo y lo relativo... es fundamental discernir bien y elegir lo mejor. “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”, dice San Pablo. (1 Tes 5, 21)
Para discernir bien no es suficiente la cabeza, porque la mente nos proporciona ideas, razones, que con frecuencia nos distancian y dividen. Es necesario el corazón, que pone en juego la compasión, la misericordia, el amor, y es capaz de unirnos más allá de otras diferencias.
En este contexto, la comunidad cristiana puede y debe ofrecer a la sociedad lo que ella tiene: El discernimiento de la fe, la alegría del Evangelio y los valores que aportan luz, vida, comunión y fraternidad.
• Optar por el valor del ser frente a la seguridad del tener.
• Optar por el Dios vivo y verdadero, el que guía a Jesús, frente a los dioses mundanos del dinero, la apariencia o el poder en cualquiera de sus formas (Cf. Evangelio del día)
• Optar por construir una sociedad democrática, de personas iguales en dignidad y derechos, de convivencia y diálogo, integradora de las diferencias, solidaria con los más débiles, acogedora y fraterna.
• Optar por ser comunidad en salida, que evangeliza y se mancha con el barro de la realidad, en vez de Iglesia autorreferencial, que se cierra y protege (EG 49).
DEL EVANGELIO SEGÚN S. LUCAS
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”».
Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor
UNA HISTORIA…
La sabiduría del abuelo
Un abuelo estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Les decía: “Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí... Es entre dos lobos. Uno de los lobos es el egoísmo, el rencor, la violencia, el temor, la tristeza, la venganza, la envidia, el desprecio, el abuso, el engaño, la desgana… El otro es la bondad, la amistad, la alegría, la comprensión, la ilusión, la tolerancia, la generosidad, la paz, la verdad, la compasión, la colaboración, la superación…”.
Y después de una pausa añadió: “Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros… y dentro de todos los seres humanos”.
Los jóvenes pensaron por unos instantes y uno de ellos preguntó: “Abuelo, ¿y cuál de los dos lobos crees que ganará?”
El anciano respondió diciendo simplemente: “El que alimentes”.
Todos, sabiéndolo o sin saberlo, consciente o inconscientemente, alimentamos a uno de estos lobos. Quizás nos ayude a saber cómo somos y cómo nos gustaría ser, el pararnos a pensar y preguntarnos: con lo que escuchamos y hacemos nuestro, con lo que decimos y hacemos, con la manera de tratar y relacionarnos con los demás, con las decisiones y actitudes que tomamos, ¿qué “lobo” está creciendo en nuestro interior?
EN COMUNIDAD REZAMOS…
Huir del odio, de la violencia, del terror,
huir de la envidia, de la mentira,
de la falsedad,
huir de la injusticia, de la calumnia,
del favoritismo...
Huir de la tristeza, de la desconfianza,
de la pereza,
huir de la indiferencia, del tedio,
de la rutina,
huir del miedo, de la cobardía,
del aburrimiento...
Huir del orgullo, de la vanidad,
de la hipocresía,
huir del consumo, del despilfarro,
de la superficialidad,
huir de las drogas, de las modas,
de los complejos...
Huir del fanatismo, del fariseísmo,
del legalismo,
huir del ritualismo, del dogmatismo,
del egoísmo,
huir de todos los «ismos»...
Escuchar la voz de Dios,
dejarse llevar por el Espíritu,
discernir acontecimientos...
no es poner kilómetros por medio;
es tomar postura
y desmarcarse del mal,
dar oportunidad a la vida
y adorar sólo a Dios.