Hablamos con la Hna. Mª Luz Saldaña, médico y carmelita misionera, nacida en Revenga de Campos, que ejerce su labor misionera en Costa de Marfil.
«La mano del Señor se hace siempre presente para salir adelante y salvar las vidas de muchos enfermos»
¿Como surgió tu vocación misionera?
Mi vocación misionera surgió de joven, cuando descubrí que quería dar mi vida por los demás... Jesús, me fue descubriendo que no era suficiente dar un poco de mi tiempo por los demás, ni incluso unos años de mi vida.
En mis primeros deseos estaba el ir de voluntaria a un país de misión como futura medico... pero me llamaba a dar mi vida entera por ÉL, porque me amaba, y eso suponía entregarme enteramente a ÉL y al servicio de los demás.
Mi llamada a ser religiosa-consagrada está íntimamente unida a mi vocación misionera, cuando a los 22 años vivo un discernimiento donde el Señor me quiere, sé que tiene que ser una congregación misionera, y ÉL me puso en el camino a las hermanas Carmelitas Misioneras, e así inicie mi camino a los 23 años.
¿Dónde estás? ¿Desde cuándo? ¿Qué te encuentras cuando llegas a Costa de Marfil?
Actualmente estoy en una misión rural al interior del país de Costa de Marfil (Sakassou), desde hace 10 años. Mi primera misión fue en 1998 en la República Democrática del Congo, otra misión rural, Bunkeya, donde viví otros 11 años. Y ahora, justo hace dos semanas estoy de nuevo destinada, a otra misión, una antigua leprosería en Douala-Camerún (donde me incorporare en octubre).
¿Qué me encuentro al llegar a Costa de Marfil? Me encuentro un pueblo abierto, acogedor, muy alegre y con un buen humor... me encuentro una comunidad con muchos deseos de acogerme donde hemos ido haciendo un camino de inserción. En el primer año éramos cuatro hermanas españolas... y después de 10 años somos dos hermanas españolas, una de Camerún y cuatro jóvenes africanas en su proceso de formación (dos de República Democrática del Congo, una de Camerún, y una de Burkina Faso)
¿Como es un día normal en un misionero de Costa de Marfil?
Os cuento, mi día normal... no el de todos los misioneros de Costa de Marfil.
Me levanto a las 5 h, ducha fría (no hay agua caliente) y de 5:30 a 6:15 laudes y oración personal en la capilla de la comunidad. A las 6:30h misa con la comunidad cristiana en la única parroquia e iglesia católica del pueblo (o pequeña ciudad, como está considerada). Sobre las 7:15h desayuno y a las 8h comenzamos el trabajo en un centro de salud-hospital de atención a los enfermos de Ulcera de Buruli, con un momento de oración y saludo con todos los enfermos hospitalizados y acompañantes.
Personalmente hago las funciones de directora-administradora... y como médico también me encargo de las consultas y seguimiento de enfermos de VIH/Sida, así como la parte medica de los enfermos ingresados por todo tipo de heridas.
Estamos hasta que se acaban los enfermos en la consulta general externa... y sobre las 13:30-14h volvemos a casa para comer en comunidad. Después un poco de descanso... y sobre las 15-15:30 continuo el trabajo… pero ya desde “casa”.
Administración, pastoral (reuniones o preparar catequesis), trabajo con las jóvenes en formación, reunión comunitaria... hasta las 18:30h que ya de noche, volvemos a la capilla hasta las 19:30h, para la vísperas y oración personal. A las 19:30 cenamos... y después hacemos la recreación en comunidad, hasta las 21:15h que nos retiramos a la habitación... Este es el ritmo de un día habitual.
¿Cuál ha sido la situación más dura a la que has tenido que enfrentarte? ¿Y la más gratificante?
Las situaciones más duras a las que he tenido que enfrentarme, las viví en mi primera misión en una zona rural, donde hace 21 años cuando yo llegue, no había medios de comunicación (ni teléfono, ni móvil...), solo por phonia… con el que comunicábamos todos los días con las otras comunidades del país.
Otra situación dura, es la atención a casos urgentes que había que operar en condiciones extremadamente difíciles y precarias... Pero la mano del Señor se hacía siempre presente para salir adelante y salvar las vidas de muchos enfermos. Y también un tiempo que vivimos de inseguridad, de controles y barreras de “militares” en los caminos y rutas hasta la ciudad.
Y las más gratificantes... han sido muchos. las sonrisas y la acogida de la gente, especialmente ¡de los niños! ¡La recuperación de un caso muy complicado de un niño que tuvimos que operarlo hasta tres veces! La sencillez y la alegría de la gente y el saber estar “despreocupado”... que te ayudan a relativizar “mis preocupaciones cotidianas”.
¿Qué crees que puede decirnos y enseñarnos una misionera en Costa de Marfil y esas comunidades a los cristianos de Palencia?
Enseñar personalmente… creo que no mucho... pero comunicar que el sentido gozoso-alegre de la vida, la actitud de acogida-hospitalidad y la dimensión creyente del pueblo marfileño pueden ayudarnos a descubrir el Dios vivo, fiel que siempre está presente en nuestras vidas y el sentido creyente y comprometido de nuestra Fe.