En este nuevo año que comienza el Santo Padre nos propone un nuevo desafío: ser más fraternos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”. ¿Te animas a cultivar el diálogo y darte el espacio para conocer mejor a los demás?
Al rezar a Dios siguiendo a Jesús nos unimos como hermanos con los que rezan siguiendo otras culturas, otras tradiciones y otras creencias.
Somos hermanos que oramos.
La fraternidad nos lleva a abrirnos al Padre de todos y a ver en el otro un hermano, una hermana para compartir la vida o para sostenerse mutuamente, para amar, para conocer.
La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones, sin olvidar que para nosotros cristianos la fuente de la dignidad humana y de la fraternidad, está en el Evangelio de Jesucristo.
Los creyentes debemos volver a nuestras fuentes y concentrarnos en lo que es esencial. Lo que es esencial de nuestra fe, la adoración a Dios y el amor al prójimo.
Recemos para que el Señor nos dé la gracia de vivir en plena fraternidad con los hermanos y hermanas de otra religión y no andar peleando, y rezando unos por otros, abriéndonos a todos.