Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del VI Domingo de Pascua. Ciclo B. 9 de mayo de 2021.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Dios no hace distinciones” o, “Dios nos amó primero”.
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. Hermanas y hermanos, nos reunimos en el nombre del Señor que nos quiere con un desinterés total. Él se ha hecho visible y palpable en Jesucristo para enseñarnos la manera de ser felices y, así lleguemos a gozar de alegría en plenitud y libertad plena.
Sin embargo, la realidad cotidiana es, a menudo, difícil y hasta traumática. No solo están presentes las enfermedades y las “pandemias” sino también los conflictos sociales: familiares, vecinales, relaciones de todo tipo que producen sufrimiento. También eso ocurría en las primeras comunidades cristianas... El ideal es vivir en fraternidad e igualdad, para ello se nos ha dado un consejo fundamental: que nos amemos como Dios y Jesús nos aman.
Con este deseo y compromiso, comenzamos esta celebración.
Canto
Saludo. Alegraos, Hermanas y hermanos. Dios es Amor. Bendigamos al Señor que nos amó primero.
Acto penitencial
Tú que nos quieres día y noche, Señor, ten piedad.
Tú que te entregaste por nosotros, Cristo, ten piedad.
Tú que nos socorres en nuestra debilidad, Señor, ten piedad.
Gloria
Oración
Dios Padre bondadoso, que nos acompañas y defiendes con el Espíritu de la Verdad y así reafirmas nuestra esperanza, ayúdanos a contagiar con la vida el impacto que nos proporciona la fe. Por J.N. S.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. La Palabra nos recuerda hoy que Dios nos ha amado desde el principio. Es generoso con todos, no hace distinciones. Su Espíritu se siente feliz habitando en el corazón de las personas...
La mejor muestra que tenemos del cariño de Dios Padre, es Jesús. Él resume todo su mensaje y testimonio en un solo consejo: “Amaos como yo os he amado y permaneced en mi amor”.
Lecturas. Hch19, 25-26. 34-35. 44-48. Salmo. 1Ju 4,7-10 Aclamación: ¡ALELUYA! Jn 15, 9-17. Breve silencio.
Comentario homilético. Reunidos en torno a Jesús que es sacramento de solidaridad de entendimiento y de comunión; lo vivimos con gran sentimiento de Paz. Él es nuestra paz. Así se revela resucitado.
Sin embargo, cómo nos han dicho en la monición de entrada, la vida, también la de los bautizados en Cristo, es compleja; los conflictos y debates los tenemos hoy como los tenían en la primitiva comunidad. Cuando queremos encarnar la fe en lo social y en la cultura, no faltan problemas y tensiones. Para proceder con equilibrio se nos ha dado el Espíritu Santo que nos enseña y recuerda el mensaje de Jesús. Su presencia resulta decisiva para la buena marcha de la Iglesia.
Ojalá que contemos siempre con el Espíritu Santo que vino a nosotros con el bautismo y permanece en nuestra vida para siempre; si nos dejamos conducir por Él, nos veremos libres de muchas normas y tendremos más convicciones asumidas con libertad... Como hombres y mujeres bautizados en la Pascua del Cordero, con una responsabilidad y unos derechos, en una Iglesia compuesta principalmente por laicos que viven de la Pascua y para la Pascua, y esa vida y confesión nos hace reconocer la participación en la unción del Espíritu de Cristo, concediendo a cada bautizado y bautizada, participar del único sacerdocio: el de Cristo. Él va mucho más lejos de lo que mandan las leyes o los mandamientos.
El Evangelio presenta mensajes de despedida. Jesús se va, pero garantiza su presencia por medio del Espíritu. Nos recuerda que somos seres habitados, morada de Dios. Y vuelve a mencionar la paz como un regalo. Y la paz que Él nos da es símbolo de su compañía, produce seguridad, aleja la cobardía y abre la esperanza. Por tanto, que no se encoja el corazón ni se acobarde.
En este domingo de Pascua, nuestra Iglesia recuerda de un modo especial a los enfermos, “Pascua del enfermo”. En este momento de la historia, creo que muchos, la gran mayoría de los seres humanos, hemos tomado conciencia de nuestra vulnerabilidad, de la fragilidad de la vida, lo fácil que es perder la salud, y con ella todos los proyectos. ¿Quién no ha sufrido alguna enfermedad en su familia o en uno mismo? ¿Quién no ha sentido durante todo este tiempo de pandemia, el golpe del sufrimiento de tantos hermanos y hermanas atropellados por el virus? Nadie estamos libres de padecer enfermedad. Los enfermos merecen toda nuestra atención: sanitaria, social familiar y espiritual. Ellos fueron uno de los colectivos preferidos del Jesús. En los enfermos desbordó especialmente su sensibilidad y sus signos de salvación. Silencio de interiorización
Credo
Oración de los fieles
Por la Iglesia, para que testimonie el amor de Dios en todas las culturas, roguemos al Señor
Para que la gente llegue a descubrir el mensaje de amor y de alegría que encierra el Evangelio, roguemos al Señor.
Por los enfermos y por todos los que sufren el aprieto del dolor y el sufrimiento que nos ha dejado esta pandemia, para que encontremos una salida digna a todos los retos que nos plantea el futuro inmediato, roguemos al Señor
Por todos los que disfrutan de salud, para que la sepan apreciar como un don, cuidarla de forma responsable, cuidando a los demás, roguemos al Señor.
Por todos los que gastan su salud al servicio de los demás, para que su ejemplo sirva de estimulo a todos, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Jesús nos ha elegido, se ha fijado en cada uno de nosotros, nos ama y nos alimenta para que demos frutos abundantes. Acerquémonos a la comunión para practicar el amor cómo Él.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Te alabamos, Dios nuestro,
con todos los pueblos y criaturas de la tierra.
Te cantamos con todos los creyentes
porque riges el mundo con justicia y santidad
y nos orientas con rectitud y amor.
Esta comunidad te agradece que estés con nosotros,
que nos habites y nos eduques con tu Espíritu Santo.
Por Él nos enseñas y recuerdas lo fundamental,
nos purificas y haces digna la vida.
Hoy te damos gracias por la invitación a ser templos tuyos,
a ser, juntos, el altar vivo de la comunidad y del pueblo.
Recibe el culto de nuestra fraternidad trabajada,
el sacrificio de la entrega mantenida
y con ganas de avanzar a ritmo de Evangelio.
Enséñanos a ser libres
a dejarnos habitar por Ti,
siguiendo a Jesús, llenos del Espíritu,
Acogiendo la luz y regalando claridad
en nuestro vivir cotidiano.
Ayúdanos a vivir como Él,
a ser amigos por convicción y por generosidad.
como quien firma un cheque en blanco.
Poniendo en los labios nuestros mejores sentimientos,
te decimos con Jesús: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión: canto
Acción de gracias.
Gracias, Dios alfarero, porque hiciste la amistad
y la cociste con el calor de tus manos.
Gracias porque pusiste a mi lado
la presencia afable del amigo.
Está junto a mí
haciendo de ribera a mis risas y a mis amarguras.
Él aprieta entre sus manos mis cinco dedos,
vacíos de abundancia y llenos de necesidad.
Con mi amigo vienes Tú, Señor,
convertido en vagabundo, en soñador, en hombre dolorido.
Sus párpados palmotean mis triunfos
y comprenden mis pecados.
Su voz arrulla mis lágrimas
y censura cariñosamente mis descuidos.
Sin él, Señor, sin el amigo,
Tú te vas como quien no ha venido,
y el tiempo se queda sin agujas
y las madres sin corazón y las flores descoloridas.
Gracias, Dios del beso y de la carta,
del abrazo y de la presencia.
del secreto y de la confianza.
Porque Tú eres así, tenemos agua para nuestra sed,
pan para el hambre de todos,
pies para nuestros deseos.
Gracias, Señor, porque creaste el aliento del amigo
que da vida a nuestro barro de hombres...
E. Mazariegos
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Amor cristiano con hechos concretos.
Bendición
Monición final. La gran señal de que seguimos a Jesús y el gran testimonio creíble es que amamos como Dios nos aconseja. En este sentido, una obra, un gesto vale más que mil palabras. Éstos son los que verdaderamente convencen y arrastran. Salgamos a la vida dispuestos a derramar amor y servicio. Que los más desfavorecidos estén entre nuestros preferidos. El Señor nos ayuda.
Canto final y despedida.