Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 17 de octubre de 2021.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Uno es grande cuando sirve a la Comunidad” o, “¿Somos capaces de beber el cáliz?”
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. Hermanas y hermanos, nos reunimos en el nombre de Jesús que vino a servir y dar la vida como Redentor. Se alejó de todo falso orgullo y de toda ambición mala. Nunca buscó sobresalir como famoso y no quiso ningún tipo de poder o de prestigio vano. No vendió su dignidad por nada; al contrario, protagonizó un Evangelio admirable y chocante: “El que quiera ser grande, que se haga servidor de todos”, Así debe ser entre nosotros: no han de darse privilegios ni diferencias. Ante Dios somos semejantes y hermanos. Y si alguno sobresale, que sea por ser sencillo y por servir a los demás.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, alabemos juntos a Dios Padre por Jesús, que no ha venido a que le sirvan, sino a servir hasta dar la vida por todos.
Acto penitencial
Tú que te compadeces de nuestras debilidades, Señor, ten piedad.
Tú que has sido probado como nosotros, Cristo, ten piedad
Tú que inspiras conversión y santidad, Señor, ten piedad.
Gloria
Oración. Dios, Padre santo, te has revelado en Jesús, uno más entre nosotros, dejándonos un ejemplo supremo de cómo servir hasta dar la vida; inspíranos deseos y convicciones como las que admiramos en Él, Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.....
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. El siervo de Dios es fiel hasta la muerte. Su entrega no ha sido inútil. Su sufrimiento ha resultado salvador. Este siervo prefigura la suerte de Jesús.
El sacerdocio de Jesús ha sido muy diferente al que se practicaba en el Antiguo Testamento. Él no perteneció a ninguna casta sacerdotal ni de privilegio. Fue uno de tantos y sufrió en su propia carne tanto o más que cualquiera. Se ofreció a sí mismo. Su principal culto fue una vida obediente por completo a Dios Padre, y humanamente optó por servir, apurando el cáliz del sacrificio salvador. Algunos de sus discípulos son ambiciosos quieren puestos privilegiados. Jesús desde su experiencia les invita a ocupar los últimos puestos y a vivir en fidelidad hasta el final.
Lecturas. Is 53,10-11. Salmo o canto. Hb 4, 14-16. Aclamación. Mc 10, 35-45. (Breve silencio)
Comentario homilético. El Evangelio ha terminado con una frase que define, explica y testimonia quién y cómo es Jesús: “El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”
El punto de partida del comentario que Jesús hace a todos los discípulos, viene provocado por la solicitud interesada de los hermanos Santiago y Juan. No le debió hacer ninguna gracia que le hicieran aquella petición... Ni ellos, ni tampoco el resto, habían entendido la mentalidad de Jesús. No habían captado qué negativo es para un grupo andar con enchufes, diferencias y privilegios. Y, claro, surgió la desunión y la indignación.
Jesús, reúne de nuevo al grupo y trata de recomponer la unidad resquebrajada, corrige a todos, les quita de la cabeza los delirios de grandeza y les da una lección de espiritualidad... sus valores alternativos son la humildad, el despojo y el servicio radical. Y, para colmo de testimonio, Él mismo se pone como ejemplo y se ofrece de motivación, a ver si de esta manera le entienden mejor.
¡Qué lecciones tan estupendas y claras nos deja Jesús! Dichosa la Comunidad que entiende y vive su mensaje. Dichosa la Comunidad que enseña con la palabra y con el ejemplo, que no tiene más voluntad que la de servir, ni más poder que el amor. Ojalá todas las comunidades cristianas fuéramos como unos focos potentes de despojo, de servicio y de comunión. Hoy Jesús nos ha vuelto a recordar por dónde va la línea de nuestra vocación. Los seguidores del Maestro no hemos de correr a buscar primeros puestos. Seguir a Jesús no es compatible con el deseo de prestigio, ni con el afán de poder, ni con ninguna ambición que no sea servir. El poder, generalmente, corrompe, es fuente de tiranía y de opresión. Por eso, Jesús alerta: “Entre vosotros nada de eso: el que quiera ser grande que sea vuestro servidor”.
Nosotros seguimos a un Maestro que no ambicionó honores, ni privilegios, ni poder, ni riquezas. Nos encontraremos bien y disfrutaremos de su compañía y proyectos, si desterramos de nosotros todos esos deseos, Él fue probado en todo, como lo somos nosotros, pero vivió con dignidad, no se dejó llevar. Él, nuestro Redentor, nuestro guía, nuestro modelo...
Esta es nuestra espiritualidad... los mejores de entre nosotros son los más sencillos y los que más sirven. Jesús es la medida de cuánto y cómo hemos de servir. En realidad, el servicio, como el amor, no tiene límites. Por eso, en nuestra mentalidad han de entrar muy hondo el sacrificio por los demás, el servicio desinteresado, la humildad elegida y la comunión con todos.
Como final de nuestra reflexión, recordemos la respuesta chocante que dirige Jesús a los dos hermanos: “No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”. Y es que el Reino de Dios se logra con sacrificio y donación. (Silencio de interiorización)
Credo
Oración de los fieles
Oremos para que las personas seamos sencillas, serviciales y fraternas, roguemos al Señor.
Pidamos que en la Iglesia los cargos sean servicios, no poderes, y la autoridad se ejercité como vínculo de comunión, roguemos al Señor
Pidamos para todos sencillez, desprendimiento y testimonio frente a las nuevas idolatrías del tener, figurar y aparentar, roguemos al Señor
Oremos por cuantos entregan su vida al servicio de los demás, para que se sientan apoyados por nuestra oración, roguemos al Señor.
Oremos para que en nuestra Comunidad de fe crezcan cada día el servicio y la colaboración, roguemos al Señor
Y oremos también por todas nuestras intenciones y por las necesidades demuestro pueblo, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Jesús preguntó a Santiago y Juan: “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”. Si comulgamos con Jesús es para vivir radicalmente la vocación bautismal sirviendo a la fraternidad para la venida del Reino.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Dios, Padre bueno, estamos muy felices
porque Jesús ha venido a nuestro pueblo.
Está entre nosotros como un vecino más.
Es un sacramento tuyo y nuestro,
un provocador de valores humanos y divinos.
Está en el centro de nuestra Comunidad.
Ojalá fuera también el centro de nuestro pueblo.
Aunque muchos lo admiramos,
que difícil es seguirlo: asumir su mentalidad.
Él no ambicionó sobresalir,
no quiso fama, ni riquezas, ni poder;
sólo le preocupó y le ocupó tu voluntad:
servir hasta beber el cáliz de la redención,
hasta el compromiso extremo por fidelidad.
¡Cómo te agradecemos, Padre, su testimonio!
¡Cómo valoramos su sencillez, despojo y dignidad!
¡Qué bendición poder contar con un ideal
tan humano, coherente y sugestivo!
Animados por la fe que nos regalas
y deseosos de vivir como Jesús,
nos unimos en oración fraterna y te decimos: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión: canto
Acción de gracias (espontaneo)
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Desarrollar todo lo que podamos el dinamismo bautismal
Oración después de la comunión: se toma del misal
Bendición
Monición final. Hermanas y hermanos, hay quienes piensan que para servir mejor hay que ocupar los primeros puestos en la sociedad, e incluso en la Iglesia. Jesús nos ha recordado que lo fundamental es servir, y mejor desde los puestos últimos.
Está claro que Jesús no cree que desde el poder se sirva mejor al pueblo. Parece que es de la idea de que el poder corrompe. Él nos deja otra alternativa para ir transformando la sociedad: servir y movilizar al pueblo desde abajo.
Canto final y despedida