Celebrando la Palabra - XI Domingo del Tiempo Ordinario - (16 de junio)

Celebrando la Palabra - XI Domingo del Tiempo Ordinario - (16 de junio)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del XI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16 de junio de 2024.

Descargar

 

 

1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar delante del altar una de estas frases: “El Reino de Dios crece” o, “Dios está en la raíz de la Vida”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Bienvenidos, hermanos y hermanas, a celebrar la vida. Dios, que bendice y anima todo lo bueno, quiere disfrutar con nuestro agradecimiento.

Puede que casi no nos demos cuenta, pero Él se preocupa tanto de cada uno de nosotros que refuerza desde dentro la confianza en nosotros mismos, impulsa nuestras mejores capacidades y actúa invisiblemente para que desarrollemos la vida con generosidad. Entender la existencia desde Dios, es encontrarla sembrada de esperanza y de proyectos.

Con estos convencimientos en nuestro corazón, comenzamos nuestro encuentro fraterno.

Saludo. Hermanos y hermanas, alabemos juntos al Señor que da colorido y fecundidad a todo lo que somos y hacemos.

Acto penitencial. Hemos pecado. Alguna vez hemos tenido el corazón endurecido. Pidamos perdón personal y comunitariamente. (breve silencio) Yo confieso...

Gloria

Oración. Padre bueno, Tú eres la fuerza de todos los que en Ti esperamos, escucha nuestra oración confiada; pues sin Ti no podemos nada, ayúdanos con tu gracia para poder seguirte con fidelidad y que nuestras acciones sean siempre según tus deseos. Por J. N. S. Amén.

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición las lecturas. Gracias a Dios, nuestra suerte no depende sólo de nosotros. Ciertamente somos protagonistas de muestras vidas, responsables de nuestros proyectos. Pero Dios también está. Y, tal como escucharemos en la Palabra, Dios siembra, planta, hace florecer..., colabora incansablemente con nosotros. A veces nuestro trabajo es mediocre, falto de entusiasmo, pero nos llevamos la sorpresa de que la cosecha ha sido un éxito inesperado. Cuando le dejamos actuar a Él el fruto final es siempre bueno.

Lecturas. Ez 17,22-24Salmo o canto. 2Co 5.6-10. Aclamación. Mc 4,26-34. Breve silencio

Comentario homilético. Las parábolas son recursos de comunicación, que Jesús utilizaba muy a menudo para que el mensaje sea más fácil de comprender y asimilar. En el relato de hoy Jesús se centra en el Reino de Dios. Su gran pasión y el objetivo principal de toda su vida. Lo compara con unas semillas que van que poco a poco van desarrollando su potencial impresionante de vida y de fecundidad que llevan en su interior, en su ADN. Y se trata de un desarrollo silencioso, nada espectacular, pero que se hace visible y constatable, como se pude apreciar en el desarrollo de cualquier planta.

Jesús se da por satisfecho si llegamos a entender lo que significa el Reino Dios y entramos con libertad en su dinámica. Hoy nos dice, entre otras muchas cosas, que este Reino no lo construyen los ambiciosos ni los soberbios, sino los sencillos, los desprendidos y los solidarios, los que trabajan la fraternidad desde la limpieza de corazón.

Todos estamos llamados a colaborar en el Reino de Dios y a apoyarlo con todas nuestras fuerzas, pero tenemos que tener siempre presente que no depende exclusivamente de nosotros; es un regalo. La semilla, dice Jesús, germina y va creciendo sin que nosotros que la sembramos sepamos como se produce ese crecimiento. Por tanto, siguiendo a San Pablo, tenemos que reconocer que ni el que planta ni el que riega son los principales, sino Dios mismo que hace crecer y conduce misteriosamente hacia la fecundidad.

Lo que debemos de tener siempre en cuenta es que ese Reino comienza por uno mismo. Es decir: nuestra principal responsabilidad es favorecer que su semilla se desarrolle al máximo en nuestro campo personal, nuestro corazón: generosidad, amabilidad, responsabilidad etc. Y, como nadie pude dar lo que no tiene, lo primero que tiene que hacer el testigo es abrirse de par en par a esta semilla de tan impresionante capacidad, Un camino seguro es la oración personal y comunitaria: comunión con Dios y con los hermanos. Y así iremos creciendo sin saber cómo; la fuerza del Espíritu de Jesús nos acompaña siempre. (silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Por la Iglesia, para que testimonie con entusiasmo el Evangelio, roguemos al Señor.

Para que el Evangelio arraigue y de fruto abundante en los pueblos y les ayude en su desarrollo, roguemos al Señor

Para que los cristianos y cristianas nos ayudemos unos a otros en el seguimiento de Jesús, roguemos al Señor

Por los profetas de nuestro tiempo, para que no cedan ante la dificultad, la incomprensión o el desaliento, roguemos al Señor.

Para que esta Comunidad presente con valentía el Evangelio y descarte modos de ser y de pesar que no van con el estilo de Jesús, roguemos al Señor

Por todas nuestras intenciones particulares y por las necesidades de todo el pueblo, roguemos al Señor.

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. Uno no es cristiano porque se asombre ante Jesús, sino porque se abre a su Espíritu y es testigo de la fe. Comulgamos con Jesús porque creemos profundamente en Él y porque queremos ser testigos de su Evangelio.

Canto

Introducción al Padre nuestro.

¡Cómo entras, Padre, en la vida de los creyentes
si te dejamos la puerta abierta...!
¡Cómo fortaleces el espíritu
para que seamos testigos y profetas!

Todo lo que hacemos por tu Reino se debe a tu gracia.
Nosotros, solos, no sabríamos evangelizar.

Anunciar tu mensaje es un don apasionante,
una responsabilidad que pocos reconocen con aprecio.

Padre, por el amor que nos tienes,
suscita testigos y profetas en la Comunidad,
dispuestos a librar con valentía el combate de la fe.
Ilumínanos para saber decir la verdad del Evangelio
con gestos y palabras que contagien experiencia.

Te damos gracias entrañablemente por Jesús,
el más grande de los testigos y profetas,
la persona convertida en comunión
y, en el fondo, poco comprendida.
Gracias por sus signos y gestos de redención.

Estamos experimentando el milagro de tu Reino,
y queremos extenderlo y vivirlo en plenitud,
unimos nuestro empeño y testimonio

Y, animados por el ejemplo de Jesús,
te alabamos diciendo juntos su oración: Padre nuestro...

Distribución de la comunión

Acción de gracias: Cantar o rezar la canción: Anunciaremos tu Reino, Señor.

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Evangelizar confiados en la eficacia silenciosa de Dios.

Oración después de la comunión. se toma del misal

Bendición

Monición final. Normalmente se precisa mucha confianza para esperar la cosecha cuando se hace la siembra. En el campo de la vida humana el resultado tampoco depende solo de nosotros; depende también de Dios que actúa día y noche en nuestro favor.

Él no quiere ni puede forzar nuestra libertad. Nos ha jurado respeto, y solamente pude apoyarnos si nos empeñamos en la siembra y en el cultivo de valores auténticamente humanos. Por tanto, no utilicemos mal nuestra libertad. Contemos siempre con la presencia de Dios que actúa silenciosamente.

Canto final y despedida.