Un nuevo Sínodo

Un nuevo Sínodo

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Este nuevo curso estará marcado en la Iglesia Diocesana de Palencia y en las demás Iglesias del mundo entero por la palabra Sinodalidad.

No es una palabra o realidad nueva en la historia de la Iglesia, sino más bien antigua, pero siempre nueva. En esta Diócesis nuestra ha habido varios a lo largo de la historia, el último fue convocado por Mons. Nicolás Castellanos; todavía estamos viviendo algunas de sus iniciativas y conclusiones. Hablar de sinodalidad es hablar de la esencia misma de la Iglesia. “Sínodo” es una palabra griega que significa caminar juntos; y esta es una realidad, es un tema decisivo para la vida y la misión de la Iglesia. Dice el papa Francisco que este camino es el camino que Dios espera de la Iglesia en este tercer milenio.

Siguiendo la senda de la renovación de la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II, este camino común es un don y una tarea. «Al reflexionar sobre el camino recorrido hasta ahora, los distintos miembros de la Iglesia podremos aprender de las experiencias y perspectivas de los demás, guiados por el Espíritu Santo, iluminados por la Palabra de Dios y unidos en la oración podremos discernir los procesos para buscar la voluntad de Dios y seguir por los caminos a los que Dios nos llama» (Vademecum, 1.2).

El papa Francisco ha propuesto este lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. La sinodalidad de la Iglesia se asienta en estos tres pilares. Este sínodo tiene sus peculiaridades. Es universal, pero a la vez local; no es solo de los obispos, sino de todo el pueblo de Dios y va a durar desde este mismo mes de octubre, en que se abrirá, hasta octubre de 2023, en que se celebrará la fase final en Roma. Este itinerario se ha concebido como un dinamismo de escucha mutua, realizado en todos los niveles de la Iglesia e involucrando a todo el Pueblo de Dios. Los obispos debemos escucharnos, los sacerdotes deben escucharse, los religiosos deben escucharse unos a otros, los laicos deben escucharse unos a otros y así, todo el mundo escucha. Comienza por escucharse uno a sí mismo, hablar y escucharnos. No se trata de recabar opiniones, ni de un parlamento al uso; no se trata de hacer una encuesta o un estudio sociológico al uso, Se trata de escuchar todos al Espíritu Santo, como dice el Apocalipsis: «El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (2,6 y varios). Este es el primer compromiso o tarea: escuchar la voz de Dios, captar su presencia, interceptar su paso y su aliento de vida.

La primera parte de este proceso se tendrá en las iglesias diocesanas. Todos los cristianos de nuestra Diócesis están llamados a participar, a ponerse en plan de escucha y ser altavoces de lo que el Espíritu nos dice, para nuestro bien; escuchar al Espíritu es escucharse a sí mismo, escuchar la Palabra de Dios y orar, escuchar a los demás, a todos, especialmente a los más humildes y pobres, escuchar a la sociedad y a los signos de los tiempos, los gozos las alegrías, las tristezas, las inquietudes y las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo porque nada verdaderamente humano debe ser ajeno a nuestro corazón, como no lo es al corazón de Jesucristo, el hijo de dios que se hizo hombre y compartió toda nuestra historia para manifestar el amor de Dios Padre por cada uno de las personas.

Para el desarrollo de esta primera fase se ha constituido en Palencia una comisión al frente de la cual está una laica y un sacerdote; se ha elaborado un material para que todos puedan participar, respetando siempre la libertad personal y se desea que todas las comunidades se impliquen en la medida de sus posibilidades. Esta etapa se tendrá hasta marzo de 2022; en marzo se recogerán todas las aportaciones, se hará una síntesis y se enviará a la Conferencia Episcopal como aportación de nuestra Diócesis. Posteriormente todo se entregará a Roma.

Desde aquí invito a todos a participar con buen ánimo e ilusión y en clima de oración y fraternidad. Estamos colaborando con Dios y con los hermanos para rastrear los caminos de Dios y andarlos juntos. Que nadie se quede rezagado o atrás; que no nos “entre la pájara”. Participemos con confianza, con la confianza puesta en Dios y en los hermanos.

Ánimo y adelante; todos a escuchar al Espíritu Santo y secundar sus iniciativas.