Rezar y trabajar por la Unidad de los Cristianos

Rezar y trabajar por la Unidad de los Cristianos

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Del 18 al 25 de enero se celebra, al menos en el hemisferio norte, el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Esta semana responde al deseo y oración de Jesús al Padre por sus discípulos, de que «todos sean uno como nosotros» (Jn 19, 11). También pide por todos los creyentes: «por los que crean en mi por la palabra de ellos -de los primeros discípulos- para que ellos sean uno como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos y tú en mí, para que ellos sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí» (Jn 19, 20-23).

La unidad que Jesucristo pide al Padre no es una unidad que se confunda con la uniformidad, sino una unidad que integra en ella las diversidades, que siempre serán riqueza, como en la Trinidad Santa, como en una familia, como pide también san Pablo en sus cartas, cuando habla de la Iglesia bajo la imagen del cuerpo con diversos miembros integrados todos en la unidad (I Cor 12 y 13).

Esta semana nos vuelve a interpelar, poniendo nuestra vida ante un espejo, por la falta de unidad que nos aqueja, restando así credibilidad a nuestra presencia en la sociedad.

El lema de este año, escogido por las comunidades cristianas del Próximo Oriente, es “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2, 2). Este texto bíblico nos recuerda el motivo que llevó a los Magos a dejar su casa, su tierra, su entorno familiar para salir en búsqueda del Rey que ha nacido en Belén de Judá, afrontando dificultades, dudas, oscuridades, trampas, un futuro ignoto, etc. En esta semana se nos invita, además de orar, a hacer un itinerario en la vida y para que cada uno realicemos la misma experiencia de los Magos, experiencia de observación de la realidad, de deseos, preguntas, de encuentro, adoración y de cambio.

Nos invita a alzar la vista y buscar la plenitud de la luz, superar fronteras, preguntar con humildad; darnos cuenta de que Jesús pone el mundo al revés, porque su Reino no es de este mundo, aunque sí está en este mundo; por eso Herodes y con él toda Jerusalén se inquietan; en el camino hay que prestar atención a los pequeños y humildes, a los insignificantes: «Y tú, Belén... no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá» (Mt 2, 6). Nos llama a dejarnos guiar por el único, Señor, que nos habla por el Espíritu Santo, por la estrella, por la Escritura Santa, por los profetas también de hoy, por la realidad y los signos de los tiempos.

¿Dónde encontrar al Señor que es la fuente de nuestra alegría? En brazos de María y con José, es decir, en la Iglesia, en la comunidad reunida para adorar, para escuchar la Palabra, para celebrar al Señor y su amor con el anhelo de vivir en comunión profunda, no únicamente sacramental con Él. En esta Iglesia palentina que está dando pasos sinodales, caminando juntos, tejiendo vida, tejiendo lazos, no únicamente entre los cristianos sino también en la sociedad. El encuentro con el Señor entraña darnos como dones al Señor y a los hermanos, particularmente a los pobres, descartados, enfermos, personas solas, enfermos... hacer de nuestra vida, de cuanto somos y tenemos, un regalo, no oro, ni incienso, ni mirra, pero sí reconociéndole nuestro Rey y Dios, y hermano nuestro. Y esto en la vida diaria, cambiando de caminos y estilos de vida que llevan a la violencia, a la división, enfrentamiento, a la muerte y al llanto, y construir fraternidad como nos recuerda permanentemente el papa Francisco.

Todos los días, sin duda rezamos, el Padre Nuestro; y ¿qué quieren los padres sino la unión de sus hijos e hijas? Y todos somos, hijos de Dios, creyentes y no creyentes. miembros de una confesión y de otras, todos hijos y hermanos.

Trabajemos por la unidad también en esta hora preelectoral de Castilla y León y de España. Dejémonos de enfrentamientos recordando o reviviendo el pasado, a no ser para no caer en los mismos errores, y construyamos juntos el futuro en justicia, igualdad y fraternidad. Tengamos en cuenta, además, lo dice el poema argentino “El gaucho Martín Fierro”, de José Hernández: “Los hermanos sean unidos, porque es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de fuera”.

Oremos por la unidad personal y comunitariamente. Nos pueden servir los materiales preparados por los cristianos del Próximo Oriente que se pueden encontrar en: www.conferenciaepiscopal.es/semana-oración-unidad-de-los-cristianos.2022