Carta de nuestro obispo a los presbíteros en la Cuaresma 2022

Carta de nuestro obispo a los presbíteros en la Cuaresma 2022

Queridos hermanos presbíteros:

Estamos entrando en la Cuaresma, tiempo para vivir “el amor, la ternura y la entrega”, mirando a Jesucristo, el que nos amó con ternura y se entregó hasta la muerte y muerte de cruz y vive resucitado para darnos su Santo Espíritu, Señor y Dador de vida.

La Liturgia de la Iglesia de la cuaresma, comenzando por la del Miércoles de Ceniza, nos llama a la Conversión: «Convertíos y creed en el evangelio». También todos los días y especialmente los domingos, que, de la mano de san Lucas, el Evangelista de la Misericordia nos llama a ser discípulos y misioneros siguiendo a Jesús.

«La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios que da y perdona sobreabundantemente» (Papa Francisco, GE, 80 y 81)

Os invito a aprovechar este tiempo para volvernos más al Señor juntamente con nuestro pueblo, escuchando más y mejor su palabra, orando más, practicando la misericordia y siendo testigos de la misericordia de Cristo en el sacramento del Perdón y la reconciliación.

Sabemos que a lo largo de los siglos las formas del sacramento han experimentado transformaciones… y ha sido recomendado por muchos santos, el magisterio y los pastores de la Iglesia. Es verdad que hoy está en grave crisis… Para el futuro de la Iglesia será esencial la elaborar un nuevo orden penitencial y llevar a cabo la renovación del sacramento de la penitencia (Kasper, W. La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae, Santander, 2014, 160-174).

Las formas de la penitencia son diversas: unas son ordinarias, otra es eminente. Las ordinarias, entre otras, son la oración, sobre todo el Padre Nuestro, las obras de misericordia, el diálogo fraternal o corrección fraterna, la renuncia al consumo, etc.; también la Eucaristía que comienza con un acto penitencial y una impetradora oración de absolución. Todas estas formas poseen su valor e importancia. Su razón de ser es preparar, acompañar y prolongar el sacramento de la penitencia, que es la eminente; no pretenden ni pueden sustituirlo. También el diálogo espiritual y el asesoramiento psicológico tienen su valor. (Kasper, W op. cit, pag. 161-162.), Las formas oficiales de celebración sacramental las conocemos todos y no hace falta que os la recuerde; pero no pueden convertirse a escondidas en fines absolutos. El Único Absoluto es Dios y su Misericordia. Aunque siempre hemos de estar dispuestos, con horarios claros, para la celebración individual del sacramento de la Penitencia, pero también para la celebración comunitaria, preparándola bien ya que es muy apropiada para el tiempo de cuaresma; este tipo de celebración expresa claramente la naturaleza eclesial de la Penitencia, (RP,22) que es esencialmente una acción de Cristo y de la Iglesia (RP,49).

No se trata de hacer la “gracia barata” de la que hablaba Bonhoeffer, sino en tomarse en serio la misericordia y el perdón de Dios. Es más: Tenemos que aplicar los principios generales a la situación particular, y esto se llama prudencia. No olvidemos que atrae más moscas una gota de miel que un barril de vinagre y tenemos que tratar a los demás con amor humilde y comprensivo.

No olvidemos lo fundamental: ser misericordiosos como el Padre (Lc 6, 36). «La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios que da y perdona sobreabundantemente» (Papa Francisco, GE, 80 y 81). El Papa nos invita a cuidar este ministerio y nos invita a ser acogedores, testigos de la ternura, solícitos en ayudar a reflexionar sobre el mal cometido; claros a la hora de presentar los principios morales y disponibles para acompañar a los fieles en el camino penitencial, siguiendo el paso de cada uno con paciencia; prudentes en el discernimiento concreto y generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios, con un corazón magnánimo, recordando que cada penitente nos remite a nuestra propia condición personal: pecador, pero ministro de la misericordia (Papa Francisco, Misericordia et mísera,10 y 11).

Os pediría, hermanos, que os pusierais de acuerdo en las zonas o arciprestazgos para colaborar y facilitar la celebración del sacramento al Pueblo de Dios. Será una manera de expresar también la unidad práctica de los pastores y la fraternidad presbiteral.

Perdonad esta larga carta, pero la he considerado necesario en estos tiempos por la paz y la fraternidad también entre nosotros.

Un fuerte abrazo.

Palencia, 2 de marzo de 2022

+ Manuel. Obispo de Palencia.