Ante las próximas elecciones

Ante las próximas elecciones

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Por segunda vez en el año todos los españoles estamos llamados a expresarnos votando en las urnas. El día 7 de julio comenzó, si es que estuvo interrumpida alguna vez, la campaña electoral con la pegada de carteles -aunque quedaban algunos en las farolas de las elecciones mayo- los mítines, las concentraciones, las listas de candidatos, los posibles pactos o los pactos posibles, las diatribas y peleas dialécticas en televisión, los insultos y descalificaciones personales, etc.; es decir, lo que estamos viviendo casi todos los días, porque considero que los políticos no tienen tiempo para descansar ellos y dejarnos descansar a los ciudadanos porque siempre están en campaña.

La participación política es un derecho, y me atrevo a decir que es una obligación de todos porque a todos, tarde o temprano, de una manera u otras nos afecta. Es verdad que si no participamos nos queda el derecho al pataleo, pero ese derecho no conduce a nada. Hablar de política es hablar del bien común, que afecta a toda persona y a todas las personas que habitamos no sólo en una ciudad sino en una nación. El voto, personal, libre y secreto, es una forma de participar políticamente. Los partidos políticos son medios o instrumentos para lograr el bien común. Tienen la tarea de favorecer una amplia participación y el acceso de todos a las responsabilidades públicas. Están llamados a interpretar las aspiraciones de la sociedad civil orientándolas al bien común (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 75).

¿Qué postura tomar como ciudadanos creyentes? Vaya por delante que la fe cristiana no está unida a ninguna ideología partidista, ni de derechas, ni de izquierdas, ni extremas ni de centro. Jesús de Nazaret no presentó ninguna ideología. Su proyecto va más allá de todo: es el REINO DE DIOS, que presupone que Dios quiere reinar para que reine y viva el hombre y la mujer, y sólo pueden vivir si hay justicia, paz, amor, verdad, santidad y libertad; una sociedad fraterna, en la que vivamos como hermanos e hijos siguiendo a Jesús, el Cristo. En el plano de las dinámicas históricas concretas, la llegada del Reino de Dios no se puede captar desde la perspectiva de una organización social, económica o política definida y definitiva. Nadie puede decir que el Reino de Dios se realiza plenamente aquí o en Nicaragua. El Reino de Dios se manifiesta más bien, en el desarrollo de una sociabilidad humana que sea para los hombres levadura de realización integral, de justicia y solidaridad, abierta al Trascendente, como término de referencia para el propio y definitivo cumplimiento personal.

¿Qué ideología recoge plenamente todos los valores del evangelio? Considero que ninguna; que todos recogen algunos valores, pero postergan otros. Y cada uno debe votar responsablemente; es decir, en conciencia. Para ello invito a que leamos los programas en los que proponen los principios que los animan y lo que se proponen hacer en el futuro; esto se puede hacer acudiendo a las páginas web de cada partido si no nos lo facilitan en la propaganda.

No debemos guiarnos sólo por lo que nos interesa a nosotros, sino a toda la sociedad española en su conjunto, particularmente a los que tienen menos posibilidades tanto económicas como sociales.

También es bueno que miremos al pasado y al presente: qué es lo que han hecho y hacen, y con todos esos datos reflexionar y decidir el voto. Quizás, al final, estamos un poco perplejos, ante la pregunta a quién votar y tengamos que decidirnos por el mal menor, sabiendo que ningún partido va a responder a todos nuestros anhelos.

La Biblia no da pautas, pero sí apunta a qué tipo de intervenciones se esperan de las autoridades, aunque en otros contextos históricos y sociales distintos de los nuestros. Recogiendo lo que dice J. R. Flecha en el Diario de León, del día 1 de julio, serían siete intervenciones.

- Habría que garantizar la seguridad del pueblo frente a las amenazas exteriores como lo hicieron los jueces y el rey David frente a los filisteos y otros enemigos.

- El gobernante debe consolidar la unidad de la comunidad social y política, articulando instituciones que favorezcan el buen funcionamiento de reino.

- La autoridad política tendría que promover siempre el bienestar material del pueblo.

- Para ello, debería proyectar las defensas de las ciudades, las obras públicas oportunas, como el canal de agua abierto por el rey Ezequías, y promover la industria y el comercio.

- Junto a la prosperidad material, el gobernante debe promover los valores del espíritu como la educación, la tutela de los ideales morales y el comportamiento recto.

- A las autoridades civiles les correspondía preservar la identidad religiosa, construyendo lugares de culto, manteniéndoles con decoro, y procurando la fidelidad religiosa a la alianza con Dios.

- Y, por último, el cometido peculiar era administrar justicia y defender a las personas socialmente débiles.

Estas siete iniciativas constituyen buenas lecciones para nuestro tiempo, tiempo en el que la autoridad política suscita tantas y tan violentas pasiones, a favor o en contra. La memoria del pasado puede y debe orientar las visiones y proyectos del futuro.