El descanso y las vacaciones

El descanso y las vacaciones

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Cuando oímos las palabras “descanso” o “vacaciones” parece que nos sentimos aliviados. Es como si despertara algo en nosotros mismos que nos dijera “eso es bueno, me conviene y nos conviene”. Y esto desde la edad temprana, desde que íbamos o vamos a la escuela o al colegio. ¿Por qué será? No lo sé, pero en la Biblia se dice que Dios, al séptimo día descansó de la obra de la creación, (Gen 2,3) descansó, y eso que Dios no se cansa ni se fatiga; quizá, como estamos hechos a imagen y semejanza de Dios o como muchas veces queremos ser como Dios (Gen 3,5), por eso resuena esta palabra de una manera especial en nosotros. Jesús también invita a sus discípulos a descansar después de una larga y dura misión (Mc 6, 30-31).

Es más: lo entendemos como un derecho. Igual que tenemos derecho al trabajo, tenemos derecho al descanso porque el trabajo cansa, debilita nuestras fuerzas físicas, psíquicas y espirituales; no está hecho el ser humano sólo para el trabajo, sino también para el descanso.

El descanso debe ser diario, pero también semanal y anual. La Biblia habla incluso del año sabático, cada siete años, y del descanso jubilar, cada 50 años, donde incluso la tierra debe descansar; este descanso tenía un sentido social: la tierra seguiría dando el fruto natural, pero para los pobres y los animales salvajes (Ex 23, 10-11); el año 50 incluso los esclavos recobrarían la libertad, se perdonarían las deudas y otros beneficios sociales (Deut 25).

¿Qué debe suponer el descanso, las vacaciones? ¿Sólo no trabajar, hacer el vago o el holgazán, estar “muy ocupados en no hacer nada y metiéndose en todo” (II Tes. 3,11)? No. Deben servir para recuperar fuerzas, ilusiones, esperanzas, proyectos, planes, para crecer en humanidad...; las vacaciones y el descaso deben ser tiempos para el encuentro.

Primero con uno mismo. Necesitamos pararnos un tiempo y ver que rumbo lleva nuestra vida, qué sentido tiene nuestra existencia, si somos felices con lo que hacemos; necesitamos recuperar las relaciones con uno mismo, qué anhelamos, qué nos angustia, qué nos alegra, qué debemos cambiar en nuestra vida, etc. Podemos dedicar `parte de nuestro descanso a leer un libro, oír música, ver una buena película, escuchar un concierto, etc. También debemos aprovechar estos tiempos de descanso o vacaciones para encontrarnos en y con la familia. Generalmente, durante el curso ordinario, no tenemos tanto tiempo para dialogar en la familia con la esposa o el esposo, los hijos, los abuelos, los parientes o vecinos porque siempre tenemos prisa, haya algo en qué ocuparnos o alguna obligación; tiempo para visitar a algún familiar que está enfermo o sólo, o con el que hace tiempo no tenemos noticias ni trato. Y si hay distancias, rencillas o problemas por herencias u otros asuntos poder dialogar con reposo, paciencia y paz y así restablecer las relaciones rotas.

También tenemos aprovechar esos días para encontrarnos con los amigos, porque quien tiene un amigo tiene un tesoro. Un amigo fiel es un refugio seguro; un amigo fiel no tiene precio y su valore es incalculable; un amigo fiel es medicina de vida (Eclo 6,14-17; 12, 8-12; 22,1926; 37,1-6;).

No dejemos en el tiempo de descanso o de vacaciones de encontrarnos con la naturaleza; formamos parte de ella; gocemos con los paisajes, con los animales, con las plantas, las flores, las montañas, con el agua del río o del mar, con el aire, con los árboles, etc. Y respetemos la naturaleza. El Papa Francisco insiste una y otra vez en este tema, particularmente en su Encíclica Laudato Si. que nos humaniza y nos entronca con nuestros hermanos, como diría san Francisco en su célebre canto a las criaturas.

Propongo también aprovechar las vacaciones para asomarnos y participar en las fiestas de nuestros pueblos y ciudades; quizás allí estén nuestras raíces; abrámonos a la cultura popular, a la sabiduría secular de nuestros pueblos de esta España nuestra, incluso la vaciada, para amar más nuestra historia común, crear lazos fraternos, nuevas amistades.

No podemos dejar de aprovechar nuestros descansos y vacaciones para encontrarnos, si somos creyentes, con otras comunidades de creyentes; participar en la misa dominical, en las tradiciones, valorar sus templos y patrimonio cultural, su historia, su cultura religiosa, su sensibilidad, visitar los monasterios de otras diócesis o los de la nuestra propia, sus santuarios, etc.

Y por descontado y principal, aprovechemos nuestras vacaciones o tiempos de descanso para encontrarnos con Dios, en la oración, en la lectura de la Palabra de Dios, en la práctica de las obras de misericordia, etc. Jesús nos dice: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11, 28-29).

Feliz verano, feliz descanso, felices vacaciones, hermanos y hermanas palentinos.