Los Santos palentinos: San Antolín

Los Santos palentinos: San Antolín

+ Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

El papa Francisco, en su Exhortación Gaudete et Exultate, cita textualmente a varios santos que han escrito, como san Agustín, santo Tomás, san Buenaventura, san Juan Pablo II, san Ignacio de Loyola, san Juan de la Cruz, san Juan Crisóstomo, san Francisco de Asís, santa Teresa de Calcuta, beato Pablo VI, etc., pero se refiere a otros santos.

Estos testimonios son útiles para estimularnos y motivarnos, no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Cada uno tiene su camino. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino. Y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. I Cor.12, 7), y no que se desgaste intentado imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio» (GE, 11).

El papa destaca el “genio femenino”, y menciona a santa Hildegarda de Bingen, santa Brígida, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila o santa Teresa de Lisieux. Pero me interesa recordar- dice- a tantas mujeres desconocidas u olvidadas, quienes, cada una a su modo, has sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio (GE, 12). También habla de los santos de la puerta de al lado (GE, 6).

Considero que es bueno que conozcamos las biografías de los santos. No para calcar sino para reconocer que nos alientan y nos acompañan. Yo considero que cada uno debemos conocer la vida y la espiritualidad del santo o santa cuyo nombre llevamos desde el día de nuestro bautismo. No por curiosidad, sino porque gratitud, porque ellos velan e interceden por nosotros, unidos al gran intercesor, Jesucristo, que está sentado a la derecha del Padre intercediendo por nosotros.

Además de los santos o beatos cuyo nombre llevamos o afines a nosotros por diversas razones, debemos conocer y amar los santos de nuestra Iglesia de Palencia. Me propongo ir presentando los más renombrados en nuestra comunidad como san Antolín, san Manuel, san Zoilo, etc. Debemos seguir lo que dice y hace el libro del Eclesiástico, cuando afirma: «Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones. Grandes glorias exhibió el Señor, desde siempre ha mostrado su grandeza... (El autor habla de Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, Aarón, Josué, Samuel, David, Salomón, Simón, - Ecclo 44-50, etc.); hubo también gentes de bien cuyos méritos no han quedado en el olvido. Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y gracias a ellos, también sus hijos. Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará. Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre vive por generaciones. Los pueblos hablarán de su sabiduría, y la asamblea proclamará su alabanza» (Ecclo 44, 1-15).

Comenzaremos por nuestro patrono, san Antolín. Nació san Antolín, por otro nombre, Antonino, en Apamea, en Siria, y padeció martirio en la persecución de Diocleciano, a principios del siglo IV. Sus restos mortales fueron llevados a Francia en el siglo VII, y depositados en la abadía cercana a Pamiers. Sus reliquias llegaron a Palencia tras la restauración de la Diócesis por Sancho el mayor de Navarra en el año 1035. Es el titular de la Catedral y muchos llevan su nombre como apellido. Su iconografía es elocuente. Murió bajo un hacha, con la ropa de diácono, representando a Jesucristo, el Servidor de todos, y con el libro del Evangelio que él hizo la clave de su vida y enseñanza. La palabra mártir, significa testigo. Pero no cualquier testimonio, sino el supremo, dar la vida, entregar la vida por amor. Así lo han hecho todos los mártires, comenzando por el gran mártir, testigo del amor del Padre a los hombres, Jesucristo, el que dijo: nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, que derramó su sangre en la cruz y entregó su vida incluso por sus enemigos. No tenemos más datos históricos, aunque si alguna leyenda como la que se recuerda grabada en un relieve de la bajada a la cripta.

Pedimos siempre: «Señor, tú que concediste al mártir san Antolín, pelear el combate de la fe hasta derramar su sangre, te rogamos que su intercesión nos ayude a soportar por tu amor la adversidad y a caminar con valentía hacia ti, fuente de toda vida. Por N. S. J. C.». Que así sea.