El “síndrome de la cabaña”… y cómo superarlo

El “síndrome de la cabaña”… y cómo superarlo

Desde que se declaró el estado de alarma en todo el país por la crisis sanitaria del COVID-19, el confinamiento en casa ha sido parte de nuestras vidas. Este periodo de encierro ha generado diversas consecuencias negativas a nivel psicológico en buena parte de la población: sentimientos de ansiedad, tristeza, aislamiento social, alteración en los hábitos de sueño… Ante esta situación, Miguel Ruiz, sacerdote y psicólogo del Centro de Orientación Familiar de la Diócesis nos aporta una serie de pautas que a todos nos pueden venir bien.

 

EL “SÍNDROME DE LA CABAÑA”… Y CÓMO SUPERARLO

 

Durante las primeras semanas del estado de alarma por el coronavirus, muchas personas experimentaron intensos niveles de ansiedad y malestar al verse confinados.

Sin embargo, a medida que se prolongó la situación, buena parte de la población ha desarrollado “el síndrome de la cabaña”. La cabaña es una metáfora del hogar entendido como lugar de seguridad y confort, mientras que el exterior se convierte en un espacio lleno de incertidumbre.

Tenemos miedo a contactar con otras personas, temor a retomar actividades cotidianas como ir a trabajar, coger medios de transporte... Tenemos, por supuesto, miedo a contagiarnos, pero también experimentamos de nuevo el fastidio de los conflictos o la exigencia de retomar horarios y rutinas.

Cinco claves que nos pueden ayudar a superar este síndrome de la cabaña son las siguientes:

1. Asumir la desconfianza inicial. Tras meses de prevención y de noticias alarmantes, será normal experimentar intranquilidad al entrar en lugares donde haya gente. Sin embargo, nos iremos adaptando a medida que repitamos estas acciones cotidianas.

2. Recuperar paulatinamente las relaciones personales. Al principio nos resultará extraño no dar un abrazo al amigo que hace tanto tiempo que no vemos, pero aun así será agradable charlar sin pantallas de por medio.

3. Rebajar las expectativas. Las personas no seremos mucho mejores ni peores que antes del confinamiento. Todos seguiremos mostrando virtudes y limitaciones, fortalezas y debilidades, como antes.

4. Mantener los buenos hábitos adquiridos. Quizá durante el confinamiento hemos comenzado a hacer más ejercicio, a leer un poco más, a estar en silencio con nosotros mismos, a cuidar la convivencia en familia…

5. No anticipar en exceso el futuro. Ante la dificultad para hacer planes a medio plazo, podemos sentirnos angustiados: ¿qué será de mi trabajo? ¿cuándo nos podremos casar? Hemos de cultivar la flexibilidad y la paciencia y vivir más conectados con el momento presente. Y es que el futuro es fruto de muchos “ahoras”.