Año Jubilar del Centenario de la fundación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret

Año Jubilar del Centenario de la fundación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret

El próximo domingo, en la misa de las 13:00 en nuestra Catedral, se abrirá la Puerta Santa del Año Jubilar del Centenario de la Fundación de las Misioneras Eucarística de Nazaret por San Manuel González. Un Año Jubilar, concedido por el Papa Francisco comenzó el 3 de mayo de 2021, pero, a consecuencia del covid-19 se ha convertido en un Bienio Jubilar.

Nuestra Catedral, lugar donde se encuentra el sepulcro de San Manuel, comparte la condición de templo jubilar junto a la parroquia de Palomares del Río en Sevilla, lugar donde san Manuel González recibió la gracia carismática; la parroquia mayor de San Pedro de Huelva, lugar donde san Manuel fundó la primera rama de la Familia Eucarística Reparadora (las Marías de los Sagrarios, hoy Unión Eucarística Reparadora); y el santuario de Santa María de la Victoria de Málaga, parroquia a la que pertenece la primera comunidad de la Congregación.

El lema elegido por las Nazarenas para celebrar este centenario de su fundación es «Nacidas para eucaristizar». Así se recoge su misión “Eucaristizar”, responder a su llamada de anunciar con las propias vidas la vida que brota de la Eucaristía y a reparar el gran mal del abandono, orientando con este fin todas sus actividades y tareas cotidianas.

Actualmente, las Misioneras Eucarísticas de Nazaret cuenta con 29 casas distribuidas en 9 países: Argentina (2), Cuba (1), Ecuador (2), España (15), Italia (1), México (2), Perú (3), Portugal (1) y Venezuela (2).

 

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NACIDAS PARA EUCARISTIZAR

El sueño de san Manuel González era que existiera un grupo de consagradas que participara en la misión eucaristizadora de la Pía Unión de las Tres Marías y de los Discípulos de San Juan para los Sagrarios Calvarios, hoy conocida como Unión Eucarística Reparadora, la Obra de laicos fundada por él en 1910, para motivarla e impulsarla.

Este sueño se hizo realidad el 3 de mayo de 1921, cuando un grupo de Marías del Sagrario de diversas diócesis, guiadas y acompañadas por san Manuel y su hermana, M. Antonia, en la ciudad de Málaga, dieron inicio a una hermandad llamada, en sus orígenes, Marías Nazarenas. Ellas serían Marías a tiempo completo y vivirían en comunidad, como la familia de Nazaret.

El deseo del fundador era que las hermanas vivieran la radicalidad de la vida consagrada y que tuvieran a la vez la disponibilidad misionera y la apertura a la universalidad que exigía su misión: la eucaristización del mundo.

 

 

MISIONERAS EUCARÍSTICAS

Con el paso del tiempo aquella pequeña hermandad se convirtió en una Congregación de Derecho Pontificio aprobada, como tal, el 30 de agosto de 1960, y denominada, desde 1969, Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Actualmente la Congregación se encuentra presente en nueve países: España, Italia, Perú, México, Venezuela, Argentina, Ecuador, Portugal y Cuba.

Para cumplir su misión eucaristizadora, las Misioneras Eucarísticas viven una plena y total disponibilidad para anunciar gozosamente a todo el mundo la buena nueva del misterio de fe y amor que es la Eucaristía. Las casas donde residen las hermanas se denominan «Nazaret» y se caracterizan por la sencillez, fraternidad, oración, trabajo, alegría, gratitud y entrega en una vida oculta a ejemplo de nuestra Madre Inmaculada.

 

TEMPLOS JUBILARES

Para celebrar este centenario, la Santa Sede ha concedido indulgencias para quienes peregrinen con fe y gratitud a los templos designados, uno de los cuales es la Catedral de San Antolín, sede de la diócesis palentina.

El 12 de octubre de 1935 san Manuel haría su entrada como obispo de Palencia. La cálida acogida que le dispensó el pueblo castellano lo conmueve hasta las lágrimas al sentirse nacer de nuevo. Su acción pastoral en estos años tendrá el mismo sello eucarístico que en sus anteriores destinos. Su entrega no conoce límites, desviviéndose por sacerdotes y seminaristas, visitando cada rincón de la diócesis, preocupándose especialmente por los más desfavorecidos, trabajando para acercar a quienes siempre había considerado los dos grandes abandonados: el pueblo y Jesús Eucaristía.

Viendo cercana la hora de volver al Padre dejó escrito: «Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No dejadlo abandonado!». La Iglesia de Palencia quiso realizar este sueño, haciendo que sus restos reposaran bajo el Sagrario de la Catedral. En 2001 fue beatificado por san Juan Pablo II, quien lo definió como «modelo de fe eucarística». Fue canonizado por el papa Francisco en 2016.

 

 

ORACIÓN JUBILAR

 

Gracias, Señor, porque no cesas de derramar
tu gracia sobre nosotros y nos bendices
con el regalo de este Año jubilar.
Queremos cantar, alabar y agradecer
tu presencia viva entre nosotros.

En un momento de silencio abre tu corazón
y agradece a Dios todo lo que hace por ti.


Mira, Señor, con misericordia, nuestra fragilidad.
Traemos ante ti nuestra pobreza.
Concédenos la luz para reconocer
todo aquello que nos aparta de ti.
Renueva nuestro corazón que hoy te pide perdón.

En un momento de silencio entra en tu corazón
y pide perdón con humildad.


Ponemos en tus manos y en tu corazón
nuestros anhelos y necesidades.
Tú, Señor, lo sabes todo, sabes que te amamos
y sabes lo que nos hace falta.

En un momento de silencio presenta
con confianza tus intenciones y necesidades.


Apoyados en tu amor
y con la fuerza de tu Pan y tu Palabra
queremos disfrutar de tu presencia
y anunciar con gozo lo que hemos visto y oído.

«Madre Inmaculada,
que yo viva creyendo
y que yo crea viviendo
la vida que, en silencio,
da tu Jesús en el Sagrario»
San Manuel González

 

 

ABRAZO DE DIOS

El jubileo es un tiempo especial para reconciliarse con Dios, entrar en la dinámica eucarística de la vida y recibir el abrazo de su amor misericordioso. Durante este Año jubilar, se concede la indulgencia plenaria a quienes visiten alguno de los templos jubilares con profunda fe y actitud de sincera acción de gracias. Es necesario, además, rezar por las intenciones del Papa, acercarse al sacramento de la Reconciliación y recibir la Eucaristía.

La indulgencia es una gracia que ayuda al cristiano a hacer camino, con el sincero deseo de conversión y de reconciliación con Dios. Esta gracia también puede ser aplicada a los difuntos como signo de amor hacia ellos.