El próximo martes, 8 de diciembre, coincidiendo con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, se celebrará el Día del Seminario. Esta jornada se celebra habitualmente el 19 de marzo, solemnidad de San José. Este año, debido a la situación de confinamiento por la pandemia del coronavirus, la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios decidió aplazar su celebración.
El lema de este año es «Pastores misioneros». Un lema que intenta recoger, sin agotarla, la identidad del sacerdocio ministerial. Los sacerdotes, en cuanto que participan del sacerdocio de Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Siervo (PDV, n. 15), son llamados en verdad «pastores de la Iglesia»; y en cuanto enviados por Cristo, con los Apóstoles (Mt 28, 19ss), son esencialmente misioneros dentro de una Iglesia toda ella misionera.
El Día del Seminario es una ocasión muy especial para que, con nuestro trabajo y oración, crezcan las vocaciones al sacerdocio en nuestra Diócesis. Asimismo, se nos anima a colaborar en la colecta de este día para mantener el edificio del Seminario y colaborar a los gastos de nuestro seminarista como signo de solidaridad y expresar así que somos miembros de esta Iglesia de Palencia que mira al futuro confiando en Dios.
“Admisión a las Sagradas Órdenes” de Antonio Domínguez
La Diócesis de Palencia cuenta en la actualidad con un seminarista, Antonio Domínguez, que se educa con otros de otras diócesis en el Teologado de Ávila, que tiene su sede en Salamanca. Allí, junto con sus compañeros, estudia en la Universidad Pontificia y la mayoría de los fines de semana viene a Palencia para estar con su familia, y colaborar en las parroquias de San Antonio, en la ciudad, y de Grijota.
Precisamente, coincidiendo con el Día del Seminario, el próximo martes 8 de diciembre, a las 13:00, en la Iglesia parroquial de San Antonio… Antonio Domínguez recibirá la “Admisión a las Sagradas Órdenes”.
La “Admisión a las Sagradas Órdenes” es un momento importante dentro del proceso vocacional y formativo de los seminarias, a través del cual y mediante un rito litúrgico particular, «el que aspira al diaconado o al presbiterado manifiesta públicamente su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia para ejercer el orden sagrado; la Iglesia, por su parte, al recibir este ofrecimiento, lo elige y lo llama para que se prepare a recibir el orden sagrado, y de este modo sea admitido regularmente entre los candidatos al diaconado».
Ante la cercanía de este feliz acontecimiento para nuestra Iglesia diocesana, reproducimos una entrevista con Antonio Domínguez, nuestro seminarista. Esta entrevista y las fotografías que la acompañan -realizadas a finales de febrero de 2020- no llegaron a publicarse al suspenderse los actos del Día del Seminario con la llegada del confinamiento.
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“Dar respuesta a una invitación que Dios me hizo a ser feliz”
A modo de presentación; ¿por qué estás en el Seminario? ¿Cómo es que quieres ser “cura”?
Soy Antonio y tengo 45 años.
Estoy en el Seminario para dar respuesta a una invitación que Dios me hizo a ser feliz. Una llamada que siempre me ha acompañado durante cuarenta años por el desierto, como Israel ante la promesa de la Tierra Prometida, y que al final se ha impuesto. He conocido el monacato y la vida religiosa activa, pero Dios, que se manifiesta en la historia personal, con nuestras circunstancias concretas, me ha llevado “al primer amor”. Ser “cura” no deja de ser un reto en el s. XXI, siendo fiel a la Iglesia, configurado con Cristo e inculturado con nuestros signos de los tiempos.
Eres seminarista de Palencia, pero estás en el Seminario de Ávila, en Salamanca. ¿Cómo está siendo entonces tu proceso de formación? Porque es diferente a como era anteriormente...
Mi proceso de formación académica es un poco complejo. Parto de una licenciatura civil previa y ahora, los nuevos estudios a los que me enfrento, que los he ido haciendo aquí y allí, los culminaré en la Universidad Pontificia de Salamanca. Por suerte, al incorporarme a la Comunidad del Teologado de Ávila, vivo el día a día con dieciocho compañeros y hermanos; un auténtico regalo de Dios para hacer más fácil el camino intelectual y de formación. La distancia entre Palencia y Salamanca hace que sean realidades complementarias, sin peligro de absolutizarlas. En el Seminario la vida es muy sencilla: estudiar mucho, rezar, comer, dormir poco, deporte cuando se puede, y también momentos de formación comunitaria, que resulta muy útil para la pastoral y los temas de actualidad. La fraternidad con gente más joven impregna todo de una alegría vital poco común, con alegría, buen humor y compañerismo.
Y, estando en Salamanca, ¿cómo cuidas tu presencia en la Diócesis? Porque eres seminarista de Palencia... ¿no?
Sí, soy seminarista de Palencia, formándome en comunidad en el Seminario de Ávila, en Salamanca... realidad de la desinstalación constante y las dinámicas de lo provisional, que nuestra Iglesia asume con fortaleza institucional, concienciada de la urgencia de salir con el Evangelio de nuestras zonas de confort, como condición para poder llevar a los demás lo que es tan importante para nosotros: Cristo.
Los viernes en cuanto salgo de clase me vengo a Grijota para las catequesis de Primera Comunión; después, ya en la parroquia de san Antonio, de Palencia, acompaño grupos de primaria y secundaria de ACG. Algunos sábados tengo convivencia de Confirmaciones y, de cuando en cuando, los Encuentros Diocesanos que varían de duración y lugar. Los domingos me turno entre Grijota y san Antonio.
La familia en Palencia se reduce a mi tía Sinda, con la que me he criado. Cuando tengo un fin de semana libre me voy con ella a Villadiezma (mi pueblo de referencia) donde repico las campanas para convocar una comunidad parroquial que resiste con empeño al mal de la España vaciada. También visito al resto de mi familia en Cantabria en puentes y vacaciones.
Lo cierto es que no me aburro ni un poco, pero todo lo hago con sumo gusto y sin conciencia de obligación. Pese al cansancio acumulado durante la semana, regreso los fines de semana pensando en los niños, de los más pequeños hasta los adolescentes. Los párrocos, Antonio y Pedro, son de edad y personalidad distinta pero la armonía con que trabajan me enseña bien lo que es la fraternidad sacerdotal. El resto es aplicar el sentido común, vivir el pulso de la Comunidad parroquial y disfrutar de la experiencia humana. No es lugar de mucha contemplación, se mira, se juzga y se actúa; entre el tumulto de niños, grupos y actividades, va quedando en mí un poso de buen hacer, riqueza humana y sobre todo de Evangelio.
También el Sr. Obispo y el Rector ejercen su labor con cercanía. La realidad del Seminario de Palencia no tiene un espacio físico que pueda llamar “seminario” propiamente dicho, aunque tiene personas vinculadas a su labor: Rector, Director espiritual y Ecónomo.
Celebramos la jornada del Día del Seminario. ¿Qué crees que se podría hacer para que los jóvenes descubran que Dios cuenta con ellos y les llama para una vocación?
Lo primero que me viene a la cabeza es el hecho de que no hay respuesta si no hay propuesta. Quiero decir que no sólo es promover una cultura vocacional como culmen del proceso de catecumenado parroquial, también creo tiene que haber una “propuesta” a experimentar la vocación de Pastor misionero. Hay que mostrar lo que somos e invitar directa y personalmente a miembros de la comunidad. El acompañamiento personal es fundamental, para generar el interrogante a la vocación desde la fe personal, interpelado por las necesidades de la Comunidad diocesana a la que se pertenece, el que es invitado puede recibir la llamada o invitación a una vida de plenitud dando plenitud a los demás.
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Oración Día del Seminario 2020
Señor Jesús, con amor ponemos en tus manos nuestros seminarios, los formadores y profesores, y muy especialmente a todos los seminaristas del mundo, que se están preparando para ser «pastores misioneros».
Haz que sean pastores que vayan donde Tú les envíes, que la Iglesia y el mundo sean los espacios abiertos de su misión.
Que te sirvan con obediencia y pobreza, desoigan las voces de los poderes del mundo, y, llenos de caridad, te sirvan en los pobres y necesitados.
Que su vida célibe no sea mediocre o inmadura, sino que todo lo entreguen a Ti y todo lo arriesguen, con esperanza y alegría. Señor, que siempre cuenten contigo, como Tú cuentas con cada uno de ellos, con cada sacerdote.
Gracias Señor por los seminaristas y los sacerdotes. Guárdalos en tu amor y en tu fidelidad.
Amen