“Tejiendo vida con la Luz de Jesús Resucitado” - PASCUA 2022

“Tejiendo vida con la Luz de Jesús Resucitado” - PASCUA 2022

Al igual que la pasada Cuaresma, la Diócesis nos propone un itinerario para el tiempo de Pascua. La finalidad es llegar a ser comunidades que irradian la Luz del Resucitado, a través del testimonio de vida.

Queremos vivir esta cincuentena desde la imagen de las manos que reciben y a su vez transmiten la Luz tenue y potente, que se va abriendo paso en medio de la tiniebla, presente en el mundo y en nuestro corazón. La alegría pascual se nos da como regalo y que requiere de nuestra parte una acogida apasionada.

ESPECIAL PASCUA 2022

Son muchas las circunstancias actuales que ensombrecen y oscurecen nuestro día a día; guerras, pandemia, soledad, aislamiento... necesitamos imperiosamente la LUZ que brota de Jesús Resucitado.

Se nos invita a CAMINAR. El Resucitado camina con nosotros en medio de nuestras dudas y frustraciones como hace con los de Emaús. Jesús deja la cruz y va en busca de los “cara triste” de Emaús, como el buen pastor en búsqueda de la oveja perdida, invitándonos a acercarnos a Él a meter el dedo en la llaga del Resucitado, antes de partir hacia el Padre.

En este itinerario pascual COMPARTIMOS la experiencia gozosa de la Pascua. Los diferentes colores de la hoja semanal nos brindan la alegría desbordante de la Pascua que es siempre multicolor. Trae esperanza en los lugares más variopintos, paz en las personas que viven amedrentados por la guerra, y seguridad en medio de la pandemia y situaciones de violencia e injusticia. Es tiempo gozoso porque es tiempo del Espíritu vivo en medio de nosotros.

Pascua es también un tiempo para testimoniar nuestra fe con el ACTUAR de cada día en cada situación y lugar. El discípulo, pregonero de esperanza, retorna a la comunidad y proclama que Cristo está vivo. En un mundo de contrastes, donde hay muerte, pesimismo y falta de esperanza, hay que avivar la esperanza con hermanos que nos alienten en la marcha.

Nos alegramos por el REGALO de la presencia del Resucitado en medio de nosotros, que nos acompaña y consuela. Abrimos nuestro corazón para dejar que nos habite. Y nos disponemos a vivir como resucitados. Los discípulos no se habían percatado ni habían visto sus manos luminosas que testimonian que solo el amor entregado hasta la última gota de sangre es digno de fe. Porque Él vive, la desolación es esperanza; la decepción, gozo y la duda, fe.