«Déjate cautivar por su rostro desgastado». Es el lema para la campaña del enfermo, que se traduce en una llamada de atención a nuestras conciencias, para que valoremos y tengamos en cuenta a las personas que por el paso de los años se sienten más necesitadas. Promover una actitud de estima hacia los mayores y poner fin a la cultura del descarte deben ser actitudes que, como nos repite el papa Francisco, tienen que acompañar al cristiano y a toda persona de buena voluntad.
Ya el papa San Juan Pablo II, en su carta a los ancianos en 1999, ponía en alerta de este problema, decía: «...constatamos cómo, en algunos pueblos, la ancianidad es tenida en gran estima y aprecio; en otros, sin embargo, lo es mucho menos a causa de una mentalidad que pone en primer término la utilidad inmediata y la productividad del hombre. A causa de esta actitud, la llamada tercera o cuarta edad es frecuentemente infravalorada, y los ancianos mismos se sienten inducidos a preguntarse si su existencia es todavía útil».
Y, en esa misma carta proponía: «...el lugar más natural para vivir la condición de ancianidad es el ambiente en el que él se siente “en casa”, entre parientes, conocidos y amigos, y donde puede realizar todavía algún servicio. A medida que se prolonga la media de vida y crece del número de los ancianos, será cada vez más urgente promover esta cultura de una ancianidad acogida y valorada, no relegada al margen. El ideal sigue siendo la permanencia del anciano en la familia, con la garantía de eficaces ayudas sociales para las crecientes necesidades que conllevan la edad o la enfermedad. Sin embargo, hay situaciones en las que las mismas circunstancias aconsejan o imponen el ingreso en “residencias de ancianos”, para que el anciano pueda gozar de la compañía de otras personas y recibir una asistencia específica. Dichas instituciones son, por tanto, loables y la experiencia dice que pueden dar un precioso servicio, en la medida en que se inspiran en criterios no sólo de eficacia organizativa, sino también de una atención afectuosa. Todo es más fácil, en este sentido, si se establece una relación con cada uno de los ancianos residentes por parte de familiares, amigos y comunidades parroquiales, que los ayude a sentirse personas amadas y todavía útiles para la sociedad».
No podemos quedarnos en bonitas palabras y buenos propósitos que muchas veces adornan las páginas de nuestras programaciones, tengamos en cuenta la realidad y veamos cómo conseguir, entre otras cosas:
Poner fin a la cultura del descarte de nuestros mayores.
• Evitar que pidan ser internadas en una residencia para no ser una carga.
• En el futuro, la sensación de la propia inutilidad podría tener resultados aún más preocupantes. Y en algunos países la eutanasia ya se propone a las personas mayores solitarias y cansadas de vivir.
• Cuando se preguntan si su vida sigue siendo útil o de interés para alguien, indica un vacío que la pastoral de la Iglesia debe llenar.
Y, promover una actitud de estima hacia los mayores.
• Integrándolos en la misión evangelizadora de la Iglesia.
• Cuidar la espiritualidad de los mayores. Sentirse querido, escuchado, son parte de las necesidades espirituales.
• Con el cuidado de los sacramentos: Reconciliación, Eucaristía y Unción de los enfermos (no anuncia la muerte, es una fuerza para afrontar con serenidad y confianza cualquier dificultad del alma y del cuerpo).
ACTOS PROGRAMADOS
• El jueves 11 de mayo, a las 19:00 horas en la Casa de la Iglesia, conferencia sobre “Envejecer de forma saludable”, con Mª Asunción Elorduy, coordinadora de COCEMFE Castilla y León.
• El domingo 14 de mayo a las 10:00 horas, Eucaristía en la Pascua del Enfermo, presidida por nuestro obispo en la Residencia San José, de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Tanto la conferencia como la Eucaristía serán retransmitidas por el canal de YouTube de la Diócesis de Palencia.